Las mujeres y los niños, primero

El martes, en la marcha en Buenos Aires contra el ataque sionista a Gaza, una mujer pegaba frenéticamente fotocopias en las paredes. En todas había fotos de niños muertos en los últimos diez días. Ese día, tres escuelas de la ONU en las que se refugiaban criaturas, ancianos y mujeres fueron bombardeadas por el Ejército israelí, dejando por lo menos medio centenar de muertos y cientos de heridos. Los funcionarios de la ONU dijeron que habían entregado a Israel las coordenadas para evitar un ataque: “Ya no hay sitios seguros en Gaza. Ellos vinieron a nuestra escuela a protegerse y ahora están muertos”.

Familias enteras aniquiladas. Más de un centenar de niños asesinados en 10 días. Casi la mitad de los mutilados que aún sobreviven, niños también: los cuerpos destrozados por bombas de fragmentación.

En la madrugada del lunes, comandos israelíes arrestaron en el campo de Yabalia a todos los palestinos mayores de 12 años. Mediante los altavoces, ordenaron que las mujeres y los más chicos evacuaran la zona. A los demás los metieron en la escuela Maauwiya, los desnudaron y los maniataron.  La temperatura en el campo de refugiados ronda los cero grados. “Según los vecinos, desde entonces se oyen gritos y golpes en el interior de la escuela” (El Mundo, 7/1).

El impecable periodista inglés Robert Fisk hace un rápido relevamiento: de los 17.500 asesinados en Líbano (1982), casi todos civiles, la mayoría fueron niños y mujeres. Los 106 muertos en la primera masacre de Qana (1996), más de la mitad niños. Los refugiados en Marwahin (2006) salieron de sus casas por orden del ejército israelí para que la aviación los liquidara cómodamente: la mayoría niños y mujeres. Más de mil muertos en los bombardeos de Líbano (2006), la mayoría civiles, la mayoría niños, incluida la segunda masacre de Qana, ante la cual Israel tuvo la audacia de decir que los cadáveres infantiles habían sido “sacados de un cementerio” (The Independent, 7/1).  

El ministro de Defensam Ehud Barakm había dicho que la invasión por tierra a Gaza “estaría llena de sorpresas”. Miente. El sionismo no puede sorprender a nadie: el Estado de Israel se sostiene sobre cadáveres de niños.

O. C.