Políticas

29/5/2008|1039

Las naciones des-unidas del Sur

Lula presumió que se estaba "creando la gran nación sudamericana" y desde las tiendas bolivarianas se caracterizó que era un avance de la "integración latinoamericana", pero en realidad la creación de la Unión del Sur no va a llegar mucho más lejos que otros proyectos similares. Bajo ese rubro la patria contratista de Brasil viene impulsando obras de infraestructura en su propio beneficio, que a la larga deberían abrirle al capital invertido en su país una ruta hacia el Pacífico, o sea a China. Del mismo modo pretende expandir la industria militar brasileña hacia sus vecinos, mediante acuerdos de asociación. No hay que olvidar que Brasil tiene una de las principales empresas aeronáuticas del mundo, Embraer, aunque gire en la órbita de los fondos de inversión internacionales, como todo lo que crece en ese país.

Otro de los proyectos acariciados por el gran capital, de la mano de Brasil, es la sojización de la Amazonia, precisamente el epicentro de la región que cubre el Unasur. El ejército brasileño acaba de declarar que la seguridad nacional depende de la ocupación económica de la Amazonia, para lo cual propicia el desmantelamiento de las reservas indígenas.

Sorprende que los círculos bolivarianos describan al tratado como una manifestación de independencia nacional cuando el gobierno de Lula lidera la ocupación militar de Haití, propiciada por el gobierno Bush, o que ejecute fielmente los planes del FMI y del capital financiero internacional. El increíble paladín de la independencia nacional acaba de recibir el ‘investment grade’ de parte de las calificadoras internacionales. Estas calificadoras están acusadas de fraude en su actividad de evaluar las cuentas de los capitales y estados, y de haber precipitado la crisis internacional en curso.

En lo que se refiere a la ‘integración’, el encuentro no pudo votar la formación de un Consejo de Defensa por la oposición de Colombia, algo por demás lógico dada la guerra virtual de Uribe contra Ecuador y Venezuela. En la región está en marcha un proceso de desintegración política, que por un lado se manifiesta en la crisis al interior de Colombia y por el otro en Venezuela, donde el gobierno enfrenta el desafío de una derrota electoral en las elecciones municipales de noviembre próximo. Pero tampoco hace falta ir tan lejos para tomar nota de la desintegración latinoamericana: el gobierno Lula se opone en forma feroz al reclamo elemental de Paraguay de recibir una retribución honesta por la energía de Itaipú, y al reclamo de Bolivia para que Petrobrás se someta a la nacionalización del petróleo. Un columnista de Clarín (23/5) destaca que el "Parlamento del Mercosur no logra levantar vuelo", a pesar de la homogeneidad ‘ideológica’ de los gobiernos de la región.

De acuerdo con Rosendo Fraga (Ambito, 22/5), "en otro momento, la iniciativa brasileña del Consejo de Seguridad Sudamericano podía ser vista con algún recelo por Washington. Pero ahora EEUU acepta e incluso impulsa el liderazgo de Brasil en América del Sur, al que ve como una alternativa concreta para contener el rol de Chávez".

No solamente Chávez junta a Brasil con Bush, también los bio-combustibles. Lula y presidente norteamericano llegaron a un acuerdo que facilita las inversiones de Brasil en Centroamérica para exportar sin aranceles a Estados Unidos y, por otro lado, las inversiones norteamericanas en la industria de la caña de azúcar brasileña. Todo esto implica la expansión de la frontera económica en el país de Lula, precisamente hacia las áreas fronterizas con los países del Pacto Andino.

El rol intrascendente de Cristina Kirchner en Brasilia puso de manifiesto la crisis política descomunal de su gobierno y la completa falta de horizontes históricos de los ‘nacionales y populares’ criollos.

Miguel Briante