Dos de las autopartistas más grandes de Córdoba (de capitales extranjeros) han informado a sus delegados que quieren desprenderse de trabajadores.

En el caso de Allevard Rejna, planteó que necesita prescindir de cerca del 10% de su personal bajo la modalidad de retiros voluntarios.

Montich, que tiene 510 trabajadores, avisó que necesita reducir 100.

En ambos casos se llegó al compromiso de postergar cualquier decisión hasta febrero-marzo (Montich suspenderá a 13 trabajadores contratados por 15 días con el 75% del sueldo, con el compromiso de efectivizarlos a la vuelta.)

Venturi Hnos SA (bombas hidráulicas) acordó con la burocracia de la UOM suspensiones de dos días por semana. Los trabajadores denuncian que gran parte de esos días se los hace trabajar en negro.

La crisis brasileña es la principal causa invocada por las patronales. Pero los delegados informan que la producción no ha mermado y les han dicho a las patronales que metan mano en los beneficios que les reporta la devaluación.

Los “avisos” revelan varias cosas. Primero, los despidos como forma de disciplinar a los trabajadores para poder avanzar en un ataque más profundo. Segundo, la precaución de no hacer olas por ahora, para evitar una reacción general de los trabajadores.

Pero el aviso ha sido hecho.

Los delegados de esas empresas se han abroquelado en la defensa de todos los puestos de trabajo. Ellos han estado a la cabeza de la lucha contra los despidos en 2014 y son opositores al delasotista Urbano, secretario general de la UOM.

Hay que prepararse fuertemente para la situación y en función de un pliego claro: ni despidos ni suspensiones, reparto de las horas de trabajo; defensa del salario con indexación mensual, efectivización de los contratados.

Y de un método: plena vigencia de la asamblea de fábrica, reclamo del congreso de delegados para discutir la situación; ocupación de toda fábrica que cierre o despida.