Políticas

23/4/2015|1360

“Las perspectivas del Frente de Izquierda”

Después de Salta, Mendoza y Santa Fe


El resultado de las elecciones provinciales realizadas hasta el momento han profundizado las tendencias centrífugas de la situación política. Ninguna de las coaliciones actuales puede declararse vencedora, porque al triunfo en una elección le siguen derrotas en otras provincias. Por eso han dejado planteada la necesidad de nuevos agrupamientos de cara a las elecciones nacionales de agosto-octubre. La transición política opera en un cuadro de crisis de fondo de los partidos tradicionales de la clase capitalista.


 


Salta duró un suspiro


 


El exitismo del kirchnerismo por el triunfo obtenido en Salta duró una semana. Rápidamente, fue tapado por dos derrotas en provincias que representan una porción mayor del padrón electoral. En Santa Fe, el peronismo quedó tercero y sin chances de pelear la gobernación y en Mendoza, el candidato que se impuso en las Paso del Frente para la Victoria fue casi duplicado por el de la megaalianza radical-macrista-massista. Los difusores del “relato” en el oficialismo se declararon satisfechos porque preveían quedar a una diferencia mayor de las listas ganadoras, pero eso sólo habla de que enfrentaron las elecciones en un cuadro de fuerte desmoralización.


 


Para la camarilla K la derrota es por partida doble. En Mendoza, el candidato de La Cámpora, Guillermo Carmona, fue superado con holgura por Adolfo Bermejo, que encabezó la lista armada por el desplazado operador pejotista Juan Carlos Mazzón. En Santa Fe, Omar Perotti es un candidato que proviene de la derecha del aparato justicialista. Incluso el salteño Urtubey, el único triunfador en esta saga de elecciones anticipadas, está muy lejos de alinearse con el camporismo, que pierde por defol en todas las provincias. Se pone de manifiesto que la camarilla kirchnerista es una minoría irrelevante, que será deglutida por el aparato justicialista una vez que Cristina Kirchner abandone la Casa Rosada.


 


Los resultados de este primer turno electoral han reforzado a Scioli en la competencia interna del Frente para la Victoria. Diana Conti defiende ahora al “compañero Scioli” con la misma pasión con que antes defendía la supuesta “eternidad de Cristina”. Kunkel ha seguido el mismo camino. Incluso el Movimiento Evita, que se supone juega en el flanco izquierdo del oficialismo, se acaba de reunir con Scioli y también con Insaurralde, quien ha vuelto al rebaño oficial después de amenazar con aliarse con Massa.


 


La ‘opo’ no festeja


 


Pero si el oficialismo ha sufrido más derrotas que triunfos, las elecciones anticipadas tampoco han dejado satisfecha a la oposición. La derrota salteña fue especialmente dura para Macri, porque no sólo perdió con Urtubey sino que su delfín en la capital provincial perdió en la interna con el candidato de Massa. En Santa Fe, Del Sel hizo la buena elección que estaba prevista, pero en el resto de las categorías fue superado con amplitud, mostrando que se trata de una construcción unipersonal: o sea, una no-construcción. En Mendoza, el triunfo del radical Alfredo Cornejo contó con el apoyo de Macri, quien sin embargo no pudo viajar a la provincia a participar de los festejos. Los radicales que perdieron en Gualeguaychú impusieron la condición de que si Macri iba, también llevarían a Massa. Los radicales se dividen hasta cuando ganan.


 


En sólo semanas se han producido desplazamientos interesantes. Si en Gualeguaychú fue el sector de Sanz el que canalizó la presión de la clase capitalista que quería un acuerdo con Macri, ahora es el sector derrotado en la Convención partidaria el que aparece representando el punto de vista de la burguesía opositora. Ocurre que con los primeros resultados electorales sobre la mesa, ésta ha llegado a la conclusión de que para ganarle al kirchnerismo-pejotismo se necesita un frente que incluya a Massa. Por el momento, Macri y Massa rechazan esta alternativa, pero la clase capitalista les recuerda que están ahí para obedecer órdenes, no para dictarlas. Massa, a quien le reclaman que baje su candidatura presidencial y se postule como gobernador a la provincia de Buenos Aires, se defiende diciendo que, si hace eso, sus votos irán más a Scioli que a Macri. Este, por su lado, argumenta que Massa le hará perder votos porque es ‘lo viejo’. Estos argumentos, sin embargo, desaparecerán si la presión de la burguesía opositora se redobla en pos de un acuerdo general que incluya a Macri, Massa y la UCR. Bajo esta variante querrán crear un escenario de polarización, que sin embargo choca con la tendencia más general a la desintegración de los partidos tradicionales.


 


La elección de Santa Fe ha sido un duro golpe al intento de rearmar a las apuradas un frente centroizquierdista encabezado por Stolbizer. La derrota del Frente Progresista en la provincia ha sido mayor al esperado. La candidatura de Del Sel superó lo obtenido por las dos listas del Frente Progresista. Las denuncias sobre las fuertes irregularidades que se vieron en el escrutinio derribarán el único valor positivo que aún le reconocía la población. Ya se sabía que no eran ni “socialistas” ni “progresistas”. Ahora también se sabe que hacen fraude.


 


Frente de Izquierda


 


Los resultados electorales muestran que el país ha ingresado definitivamente en un ascenso de la izquierda. No importan aquí reflujos parciales o momentáneos, que de ningún modo se pueden descartar. Pero resultados como los obtenidos en Orán, El Bordó en la capital de Salta, en Las Heras y Guaymallén en Mendoza, o en los municipios obreros del cordón de San Lorenzo, en Santa Fe hablan de una tendencia de fondo que está instalada en un sector de las masas explotadas de nuestro país. Este ascenso de la izquierda es la expresión de un largo trabajo preparatorio de diferenciación con el nacionalismo burgués, que ha conducido a que una fracción masiva de trabajadores y de la juventud defienda posiciones de independencia política ante los bloques capitalistas mayoritarios. Este trabajo prolongado ofrece una línea de resistencia incluso si prospera el operativo de polarización política que está impulsando un sector de la clase capitalista.


 


Los resultados obtenidos por el PO y el Frente de Izquierda son expresiones particulares de la batalla nacional por una salida obrera y socialista a la bancarrota capitalista, y al agotamiento de la experiencia nacional y popular del kirchnerismo. La necesidad de una vigorosa campaña presidencial a partir del 1° de Mayo es la gran tarea para desarrollar a fondo esta disputa contra los partidos capitalistas.