Políticas

5/11/2009|1107

Ley de medios: un escenario de mentiras lisas y llanas

El viernes 2 de octubre nos anoticiábamos que “el más enérgico de los expositores que pasaron por el Senado en la jornada de ayer fue Sergio Caletti, representante del espacio Carta Abierta”, quien sostuvo que “es imprescindible” aprobar la ley, y que si el Senado no lo hace “no actuará como un representante de la nación y del pueblo, sino de la vergüenza de la Argentina” (Página/12).

Once días después, el mismo Caletti escribe: “Ni el oficialismo ni la oposición han sabido señalar qué poco automática puede ser la relación entre la sanción de la nueva ley de medios y la modificación sustantiva del escenario ‘massmediático’. Ambos han jugado, con sentidos opuestos, al ‘mañana todo puede ser distinto’, cuando en rigor varios aspectos lo hacen más que improbable” (La Nación, 13/10).

Caletti recuerda ahora que “hasta que la autoridad de aplicación se constituya” y hasta que se implemente “el proceso de concurso y de licitaciones”, es “muy probable que las elecciones presidenciales hayan quedado atrás” (ídem). En otras palabras, revela que la crispada discusión sobre la “cláusula de desinversión” fue para entretener a la “gilada”, porque los larguísimos plazos que se abren les dan tiempo de sobra a los grandes capitalistas –Clarín y las telefónicas, en primer término– para acomodarse al “nuevo escenario”.

Pero, además, agrega: “La transformación del universo ‘massmediático’ requerirá que los grandes medios se inclinen por dejar la mentira lisa y llana”, una “transformación” que “no tiene plazos”. Con todo, se entusiasma: “Hay, en este sentido, un tenue rayo de esperanza (…) No es inverosímil pensar que en futuros sondeos de opinión, de ésos que miden la credibilidad, la de los grandes medios haya quedado gravemente mellada”.

La observación es increíble. La prometida desmonopolización y democratización – ayer nomás–  deviene en un módico requerimiento a los medios para que no digan “mentiras lisas y llanas”. Y la supuesta pérdida de credibilidad de los medios abre ¡”un tenue rayo de esperanza”!

El problema es que las empresas de medios no dicen “mentiras”. Ni lisas ni llanas. Ni ásperas ni escabrosas. Representan y defienden una perspectiva de clase (burguesa) a la hora de titular un acontecimiento, disponer una imagen, establecer una prioridad en la agenda, editorializar. ¿Y qué otra cosa hace el gobierno –al que Caletti exime de cualquier régimen de verdad– cuando califica de “intolerantes” a los que escrachan a la embajadora yanqui o defienden sus derechos contra la patronal de Kraft? ¿No apela acaso a “la falacia, la distorsión, el sesgo y la agitación de fantasmas” (ídem) para confrontar con los trabajadores y legitimar el desalojo de una fábrica a fuerza de palos y balas?

Ningún “rayo de esperanza” en las promesas de ayer ni en las módicas resignaciones de hoy. La única verdad –la de esta ley del gobierno va despuntando incluso en sus más enérgicos defensores– se abre camino en la lucha sistemática contra el capitalismo.