Políticas

20/5/2021

Derechistas

¿Libertario “antisistema”? Espert se junta con Aldo Rico

Mas que partidario de la libertad, es amante de la mano dura.

El “libertario” José Luis Espert publicó en su cuenta de Twitter una foto de su encuentro con el golpista carapintada Aldo Rico, a quien visitó en el marco de una recorrida por el distrito bonaerense de San Miguel, dentro de su campaña para postularse como candidato a diputado por la provincia. La confluencia entre quien se presenta como “antisistema” con un exintendente del PJ bonaerense es una lección lapidaria.

El economista liberal pretende explotar el hartazgo popular hacia el personal político que se viene alternando en el poder desde hace décadas y es responsable de la decadencia económica y social de la Argentina, pero termina así asociado a un exmilico e indiscutido hombre del sistema como Aldo Rico. De hecho, Espert y Milei vienen explorando una alianza electoral con el partido de Ricardo López Murphy, quien fuera ministro de Economía del gobierno de De la Rúa -eyectado por la rebelión popular del 2001. Por más novata que sea su incursión en “la política”, estos apologistas del capitalismo no pueden escapar del redil de los mismos que gobiernan y gobernaron como parte de un régimen de saqueo que hunde al país en la pobreza.

¿Qué distingue a estos supuestos “libertarios” del resto de los políticos patronales? ¿No acaba de salir a la luz que uno de los empresarios que apoyó la campaña presidencial de Espert en 2019, Federico Machado, está involucrado en delitos de narcotráfico y lavado de dinero en Estados Unidos? La corrupción y los negocios sucios también son parte inherente de la política capitalista, de la que estos ultraliberales aparecen como un ala extrema.

No se puede pasar por alto la flagrante contradicción entre la pose “libertaria” y el acercamiento a un viejo exponente de la mano dura y la regimentación estatal. La cuestión es que el programa político de su armado “Avanza Libertad” consiste en un plan de guerra contra la población trabajadora, que solo podría imponerse por la fuerza. De allí la simpatía del economista liberal con un exteniente coronel que comandó el intento de golpe de Estado de la Semana Santa de 1987.

El corazón del planteo de Espert para “sacar a la Argentina de la decadencia” consiste en una total apertura económica al mercado exterior, un achicamiento drástico del gasto público y una reforma laboral explícitamente flexibilizadora. Esta última incluye entre otros puntos una eliminación de las indemnizaciones por despido, el reemplazo de las paritarias por gremio en función de imponer acuerdos salariales por empresa, y barrer con los convenios colectivos de trabajo en aras de una “estandarización de los contratos laborales (…) para maximizar la productividad”. También contempla una reforma previsional basada en la eliminación de los aportes patronales y la “quiebra del régimen solidario (para pasar) al nuevo principio de capitalización de aportes efectivamente realizados”, el modelo de las cajas de jubilación privadas.

El economista es consciente de que aplicar semejante destrucción de las conquistas obreras “exige una eliminación de la capacidad de extorsión del aparato sindical a través de las huelgas generales y de la ocupación de los espacios públicos” lo cual “también se aplica al comportamiento de los representantes de los trabajadores informales y los desempleados”. Así fundamenta una serie de propuestas para destruir los sindicatos y prohibir el derecho a huelga. No hace falta más para comprender que sería un choque frontal con el movimiento obrero, que requeriría de la fuerza represiva del Estado. Lo mismo puede decirse de los despidos masivos de los empleados públicos que pregona.

Esto vale también para los efectos que tendría una completa apertura económica y el desmantelamiento de todo arancel sobre el comercio exterior. Incluso haciendo abstracción de la inserción colonial de Argentina en el mercado mundial y su saqueo por el capital imperialista, esta política se estamparía con el hecho ineludible de que los propios Estados Unidos están embarcados desde hace años en una guerra comercial contra China y otras potencias que tiene por mecanismo las barreas arancelarias, a lo que se suman gigantescos programas de estímulo en medio de la crisis. La consecuencia sería el desmantelamiento de gran parte del parque productivo del país, y por ende un crecimiento en flecha de la desocupación. Una orientación de este estilo fue empuñada por Martínez de Hoz, por supuesto en el marco de la dictadura genocida de Videla y compañía, con los métodos de guerra civil contra la clase obrera.

Es por este motivo, sin embargo, que los capitalistas que simpatizan con los planteos del economista “libertario” no dejan de preferir en general gobiernos que, como el de Alberto Fernández, cuenten con recursos de contención hacia las masas -vía la integración de la burocracia sindical y de las organizaciones sociales. El rotundo fracaso de la experiencia macrista, entre otras cosas por haberse estrellado con la lucha popular, abona a esta preferencia.

Solo los trabajadores pueden construir una alternativa política realmente antisistema. Es la perspectiva que levanta el Frente de Izquierda – Unidad, como reagrupamiento de independencia de clase y de lucha por un gobierno obrero que ponga fin al régimen de los que saquean el país desde hace décadas, y proceda a una reorganización social sobre nuevas bases a costa del capital.