Políticas

18/6/1998|589

Lo que nos enseña el Mayo neuquino

La huelga estudiantil que ha estallado en Neuquén, expresa mucho más que la reacción contra una Resolución del Consejo Provincial de Educación (CPE). Aunque esta sóla reacción es ya expresión de un nuevo estado de ánimo que había salido a luz con el primer y segundo cutralcazo y la huelga docente-popular de los 37 días, es evidente que estamos ante un viraje político de las masas.


Las nuevas generaciones han hecho en un par de años toda una experiencia con los aparatos patronales en su conjunto (no sólo con el MPN) y con la burocracia sindical. De allí que no esperan el visto bueno de nadie para abrir un proceso masivo de ocupaciones y que cuando la CTA abandonó por completo la lucha, el movimiento estudiantil siguiera su curso.


En esta generación de jóvenes, el peso de la tutela de los aparatos patronales y la burocracia está reducido a su mínima expresión: sólo actúan sus correas de transmisión, por caso, el Ptp y Patria Libre.


Los grandes partidos patronales no tienen la menor atracción para la juventud. Sólo en la universidad sobrevive, cada vez más alicaída, la Franja Morada como expresión de la UCR.


Un bloque de ‘izquierda’ contra las ocupaciones


Las corrientes nacionalistas (Ptp y Patria Libre) y la izquierda democratizante (Mst y Pts) han actuado en un frente común con la CTA y en acuerdos con el propio CPE y el rectorado (pro-aliancista) de la UNC para bloquear cualquier posibilidad de lucha consecuente.


Todos empecinados en desconocer a las organizaciones existentes del movimiento estudiantil: la CES, la CET y la FUC. La conducción de esta última se sumó rápidamente a esa maniobra, a tal punto que dejó de actuar como tal.


Usaron el planteo de la unidad de la lucha de los estudiantes de los tres niveles (secundarios, terciarios y universitarios) para tratar de quebrar a las organizaciones existentes (en unidad de criterio con el gobierno que pintaba las paredes contra la CES). So pretexto de una Interestudiantil con mandato de base, realizaron todo tipo de maniobras y acciones, por supuesto sin ningún mandato de base, sino con el solo mandato de su maccartismo (en especial contra el PO).


Hubo que esperar apenas unos días para que quedara expuesto el espíritu que animaba a los nacionalistas e izquierdistas democratizantes con la Interestudiantil. Esta surgió a mediados de mayo, cuando las ocupaciones ya llevaban más de dos semanas, impulsadas precisamente por la CES, la CET, la FUC y activistas independientes y constituyó una maniobra para desmontar las ocupaciones y bloquear nuevas ocupaciones. Para eso largaron la falsa disyuntiva entre ocupación y “tomar las calles”.


Esta disyuntiva obviamente es falsa porque no son, en sí mismas, dos medidas contrapuestas.


Los que sí son contrapuestos son los objetivos políticos. En el caso de quienes bregaban por la desocupación para “ir a la calle”, esta posición nacía de su sometimiento a la política de la CTA y del rectorado (y el gobierno), los que a través de expresas directivas a autoridades de colegios y facultades amenazaban con represalias y presiones para que cesen las ocupaciones.


Por ejemplo, en un volante de la Venceremos titulado “Tomemos las calles”, se remarca que “… el rector Jorge Rabassa ha expresado su adhesión a los reclamos”, cuando en realidad Rabassa se colocó en la perspectiva del acuerdo con Sapag y la línea de la ‘oposición’ aliancista, es decir, de suspender y no anular la Resolución en cuestión. Más tarde Rabassa se manifestó contra las ocupaciones y los cortes de ruta y puentes.


Es completamente coherente que quien considere que el rector “apoya los reclamos” no considere necesario ocupar ninguna facultad.


El Pts, en su variada gama de disfraces (Mojuvor, En Clave Roja, CeproDH, etc.), se dedicó a montar todo tipo de intrigas y maniobras con volantes, boletines y “Encuentros” que no se resolvieron en la Interestudiantil, pero que ellos distribuyeron y organizaron en su nombre y ‘a piacere’ bajo el sospechoso manto de “estudiantes terciarios, universitarios y secundarios en lucha”.


Recorrieron los colegios secundarios llamando a no sumarse a la CES, con argumentos maccartistas. Por ejemplo, en los CPEM 18 y 21 ese maccartismo terminó en que algunos estudiantes, en la marcha al puente, corearon consignas (junto a Patria Libre) contra el trotskismo.


Una vez más, como ya ocurrió en la huelga docente del año pasado, los ‘luchadores’ y los ‘izquierdistas’ se vuelven reaccionarios y conservadores, en los momentos de mayor polarización política de la lucha.


Como un taparrabos de su política de bancarrota y desconfianza en que ‘la gente da’, ya llevan tres semanas batiendo el parche entre los que tienen‘güevos’ y los que no los tienen, entre “ganar la calle” versus las ocupaciones (Ptp-Patria Libre), entre la Interestudiantil versus la CES, la CET, la FUC, los Centros de Estudiantes, los gremios (Pts-CTA).


El Mst juega el papel de acompañamiento, ora de unos, ora de otros.


Todos ellos pasan por alto un ‘pequeño’ detalle: la CES y la CET, por ejemplo, pusieron el acento en la consigna de anular la 597/98, cuando los demás se limitaban a planteos generales contra las leyes de educación y universitaria.


Y han sido la CES y la CET quienes tomaron en toda su dimensión el problema de las faltas y amonestaciones como arma del gobierno para desarticular lo mejor del activismo estudiantil. En tanto los demás se contentan con sólo ‘güevos’ y ‘calle’. Pero … ¿y el problema?, ¿y la defensa incondicional de lo mejor de la vanguardia juvenil?


Trabar el debate en la Interestudiantil con chicanas, en vez de potenciarla como factor de lucha por estos objetivos (como lo hacen las corrientes descriptas), eso sí que es hacerle el juego al gobierno en un sentido estratégico: descabezar el movimiento para permitirle retomar las riendas del dominio político sobre la juventud, algo que ahora ha perdido.