Políticas

25/2/2016|1400

Lo que ocurrió en el Hospital Posadas


El viernes 12, en horas de la tarde, una médica residente trasladó a una paciente que debía realizarse una resonancia magnética. Ingresó al sector donde se encuentra el resonador con una silla de ruedas convencional y cuando la paciente se paró, la silla de ruedas, que es de metal, material inapropiado para dicho lugar, fue succionada por el resonador.


 


Un accidente inesperado que es producto de las malas condiciones laborales, ya que el traslado debería haberlo realizado personal idóneo y no una médica, que puede desconocer ciertas medidas de seguridad y que tiene otras responsabilidades a cargo.


 


Esta situación está siendo utilizada por las nuevas autoridades del hospital para incriminar a los trabajadores en cuestiones de sabotaje y responsabilizarlos de los daños, cuando en realidad son ellos mismos los que no garantizan las cuestiones elementales en cuanto a condiciones de higiene y seguridad laboral. Al mejor estilo de Aníbal Fernández con los ferroviarios, los saboteadores son los trabajadores. Ni lerdos ni perezosos, ya iniciaron las denuncias penales y los medios nacionales se hicieron eco del “sabotaje” en el Posadas.


 


Peor aún, cuando el propio jefe de servicio de diagnóstico por imágenes informó a las autoridades sobre lo ocurrido, la dirección, sabiendo que se trataba de un accidente, armó la farsa del sabotaje. Luego, en conferencia de prensa, fue más lejos todavía al plantear que existe un clima de amenazas que provendría de los trabajadores.


 


Lo concreto es que esto le viene como anillo al dedo para justificar la posibilidad de despidos masivos en el hospital al igual de lo que sucede en todo el Estado nacional.


 


Las nuevas autoridades


 


Las nuevas autoridades llegaron al hospital el 11 de enero de este año designadas por el Ministerio de Salud por 180 días -ad referéndum del Poder Ejecutivo Nacional. Lo primero que hicieron fue acatar el decreto 254/16 del nuevo gobierno, que plantea la revisión de los contratados de los últimos tres años.


 


El 10 de diciembre pasado renunciaron todos los funcionarios de Sabbatella, quienes habían venido en abril de 2015 como parte de una intervención designada por Cristina. En los ocho meses de gestión, utilizaron un enorme presupuesto para su propia campaña política, y se estima que durante esos meses ingresaron 1.800 nuevos trabajadores.


 


Esta situación de connivencia entre las burocracias y la gestión que acaba de irse hicieron posible que se haga la vista gorda en un montón de cuestiones, al punto que el sabbatellismo y el propio kirchnerismo mantuvieron la situación de precarización y pésimas condiciones laborales. No olvidemos que luego de la trágica muerte de Emanuel -noviembre 2014-, las cosas continuaron de la misma manera. Hoy, el 80% del personal sigue siendo contratado desde hace más de 20 años, se realizó un concurso de pase a planta sólo para sólo 580 vacantes, cuando la mayoría solicitábamos el pase a planta, generando mayor diferencia y enfrentamiento entre los trabajadores.


 


Hoy, el director Díaz Legaspe plantea que han ingresado militantes de Nuevo Encuentro y serán investigados. Por otro lado, el sabbatellismo sale al cruce planteando que la actual gestión pretende imponer despidos. Unos y otros son responsables de la desidia, abandono y precariedad, una situación que afecta tanto a trabajadores como a pacientes.


 


A principios de año, ATE realizó una asamblea donde planteó que no iba a haber despidos, que ellos tenían muy buena llegada a los directivos, que se reunían diariamente, acto seguido plantearon que no se hacían cargo de los ingresos “irresponsables”, con esto plantearon una negociación con las autoridades y en segundo término le soltaron la mano a los sabbatellistas. Esto pinta de cuerpo entero a una burocracia que, esté quien esté, trata de negociar para mantenerse.


 


La incertidumbre y la bronca de los trabajadores son inmensas. Ante la crisis permanente que existe en el hospital, en primer lugar, debemos plantear:


• ningún despido;


• pase a planta permanente de todos los precarizados sin concurso;


• que se abran los libros del hospital y que una comisión electa en asamblea verifique como se utiliza el presupuesto.