Políticas

30/5/2003|756

Loma de la Lata: Petróleo que mata

Una vez más, estallan las denuncias de contaminación en el yacimiento Loma de la Lata, que hoy explota Repsol-YPF. Está absolutamente comprobada la contaminación de los integrantes de la comunidad mapuche Kaxipayiñ, con metales pesados (plomo, mercurio y otros). Diversos estudios muestran la presencia de esos metales pesados, en valores muy superiores a los normales, en la sangre de los mapuches, y en diversos animales: caballos, cabras, cerdos y gallinas. Este envenenamiento es resultado de la contaminación de la tierra y el agua, tanto la superficial como la subterránea, que causa la actividad petrolera.


Muchas veces los mapuches y organismos internacionales denunciaron esta situación, y la comunidad Kaxipayiñ presentó una demanda judicial millonaria contra Repsol-YPF. Las pruebas son abrumadoras.


Pero esta vez se trata de un caso que ha conmovido a toda la sociedad, e incluso tomó estado nacional: el de una joven embarazada, pareja de uno de los integrantes de la comunidad mapuche, cuyo feto en gestación sufre una malformación (anancefalia) que implica la nula posibilidad de sobrevida luego del parto, ante la ausencia de cerebro y cráneo. Si bien la joven no es de la comunidad Kaxipayiñ, es oriunda de Cutral Co (otra zona petrolera) y bien podría tratarse de una sinergia de daños por contaminación.


Aunque “estos casos son excepcionales, en la región se han producido varios” (Clarín, 18/5). Como la región tiene una muy baja densidad poblacional, “varios casos” es un índice altísimo; muy superior a la media de uno cada mil que marcan las estadísticas.


Una dirigente de las organizaciones mapuches declaró que “hace tres años y medio nacieron cabritos sin cabeza” y que “…en diciembre pasado una chancha parió cerditos sin cabezas y sin patas” (ídem). A esto hay que agregar los casos de “abortos espontáneos” entre integrantes de la comunidad Paynemil, vecina también de la zona de Loma de la Lata.


Repsol, como Poncio Pilatos


La petrolera desconoce que el daño ambiental y sobre los humanos se deba a la actividad hidrocarburífera y siempre tiene a mano alguna “comprobación científica” que demuestra que “no existe relación” entre su actividad y las malformaciones y envenenamiento de las personas.


Pero Repsol miente a sabiendas. Lo muestra el hecho de que cuando firmó con Sobisch la prórroga de la concesión de Loma de la Lata, hizo incluir un párrafo donde la Provincia reconoce “que YPF S.A. ha dado buen cumplimiento a las obligaciones emergentes de la concesión de explotación del área mencionada” y lo remata en el artículo noveno cuando le traslada a la Provincia todos los costos del resarcimiento reclamado por los mapuches: “La Provincia se compromete a arbitrar las medidas pertinentes para dar solución definitiva a los requerimientos de las comunidades indígenas…”.


¿Y si fuera el tritio?


Al comprobado envenenamiento con metales pesados que denuncian los mapuches cabe agregar otra posibilidad, absolutamente silenciada bajo siete llaves por las petroleras: la contaminación con sustancias ionizantes (radiactivas).


En la zona de Loma de la Lata ya hay pozos produciendo por el mecanismo denominado “recuperación secundaria”. En los estudios previos a la puesta en marcha de esta “recuperación secundaria” se inyectan en los pozos millones de litros de agua a los que se agrega un trazador radiactivo (tritio) y luego se estudian los tiempos de difusión en las profundidades. Esta inyección contamina las napas subterráneas con un producto radiactivo (emite partículas beta, que causan daño ionizante en los tejidos de los mamíferos, y por lo tanto del ser humano) y que tiene una vida media de más de 12 años. Es decir, se trata de una contaminación de largo plazo.


El ingeniero Somaruga, del Departamento de Física de la Universidad del Comahue, describe en un trabajo la “utilización de tritio para la evaluación de proyectos de recuperación de petróleo en la cuenca neuquina”.


La contaminación con tritio ya ha sido denunciada en Embalse Río Tercero, como producto de la actividad de la central nuclear que la CNEA posee allí. El agua que consumen los habitantes, tomada del lago, contiene valores de hasta el doble y más del límite estipulado como “seguro”. Otros especialistas afirman que el tritio, en su forma acuosa, es 25.000 veces más peligroso para la salud que en forma gaseosa.


Un trabajo de Rx-asesores, sobre la acción de las radiaciones en el embarazo, dice que “los daños biológicos… serán específicos si se trata de una mujer embarazada”. Informan que “los isótopos radiactivos pueden dañar no sólo los tejidos específicos, sino también otros como los fetales (Rgh, 1965). El estroncio, plutonio, fósforo, yodo y el tritio radiactivo son los isótopos que son capaces de atravesar la placenta”, y que “el sistema nervioso central es especialmente sensible a las radiaciones cuando superan los 25 R y las patologías más frecuentes son microcefalia y el retardo mental (Brent, 1977; Beir, 1980)” (ídem).


Están dadas todas las condiciones para sumar el tritio a la lista de causantes, junto a los metales pesados. Pero el gran responsable sigue siendo la explotación capitalista *guiada solamente por el lucro y la baja forzada de costos*, de la actividad hidrocarburífera. En Loma de la Lata se dan todos los ingredientes del drama.


Sólo la gestión obrera de los yacimientos, en coordinación con las comunidades mapuches, puede darle a los recursos petroleros un horizonte de explotación racional y no contaminante.