Políticas

3/10/2002|774

“Los banqueros quieren que los Lula gane el primer turno”

No ocurrió nunca antes, ni con candidatos más ligados al capitalismo, como lo fueron el francés Mitterrand o el inglés Blair. El vuelco de los capitalistas nacionales y extranjeros a Lula se ha convertido en una estampida. Créase o no, Grondona piensa dedicar su programa del domingo a festejar la victoria del PT en el primer turno. José Alencar, el gran capitalista convertido en su candidato a vicepresidente, le aseguró a Clarín que incluso la banca lo quiere ver ganar en la primera vuelta (29/9). Nosotros agregamos algo más: le van a pedir a Lula que asuma antes de la fecha establecida, el próximo 1° de enero. De candidato obrero, se ha convertido en candidato del capital e incluso en el recurso único que tiene hoy el capital para evitar un derrumbe del capitalismo en Brasil. Prosigue la corresponsal de Clarín: “Lula consiguió encolumnar detrás de su proyecto a 500 grandes nombres entre industriales y dueños de explotaciones agropecuarias que representan una buena porción del PBI. Pero también consiguió lo impensable: asociar políticamente a ejecutivos de bancos extranjeros y consultoras internacionales, como el presidente de la Ernst & Young…”. Entre éstos se encuentra Roberto Teixeira da Costa, el número uno de la Cámara de Comercio Brasileño-Norteamericana. Roberto Setúbal, presidente del Banco Itaú, aseguró que “la comunidad empresarial está preparada (sic) para apoyar a Lula” (O Estado de Sao Paulo, 30/9). Ni Menem tuvo en 1989 semejante nivel de apoyo de la clase capitalista. A diferencia de lo que ocurre con el pobre Lavagna, “el FMI – informa Le Monde (1/10) – , dice no temer más una victoria de Lula”. Es que cuatro semanas antes ya había dado su aprobación al plan de ajuste que el Fondo les presentó a los diferentes candidatos. Como muestra de que el asombro puede no tener límites, en las vísperas de la victoria de Lula se anuncia que una asociación de grandes pulpos franceses del azúcar se convertirá “en el número dos a nivel mundial gracias a Brasil” por medio de la adquisición del segundo pulpo del azúcar brasileño, Guarani (Le Monde, 30/9). Por su lado, el grandioso emprendimiento minero Vale do Rio Doce, cuya privatización el PT y Lula alguna vez quisieron evitar, sería adquirido por la británico-sudafricana Anglo Mining, en lo que sería una de las mayores extranjerizaciones de la historia. Así aprecian los capitalistas la perspectiva de un gobierno Lula, y en consecuencia han abandonado en masa a los candidatos patronales y desean que la campaña electoral termine en el primer turno.


 


Vamo que ganamo


Todo esto no ha conmovido ni un poquito a la izquierda democratizante. La oposición de izquierda en el PT apoya, claro, a Lula, entre otras cosas porque sus líderes son al mismo tiempo candidatos a diputados. Izquierda Unida, por nuestros pagos, ya está festejando por anticipado, lo que tampoco sorprende porque ya festejó en el pasado las victorias de los peruanos Alan García y Fujimori (cuando éste derrotó a Vargas Llosa) y naturalmente del venezolano Chávez, pero sólo cuando lo hizo por vía electoral, no así cuando encabezó la insurrección popular de 1992, la cual repudió. El Pstu de Brasil, que va con candidato propio pero promete votar a Lula en el hipotético segundo turno, está convencido de que “para el imperialismo, el lugar de Lula está en la oposición” y de “que no va a querer entregarle la ‘gerencia general’” (pstu@grupos, 23/9).


Pero la colaboración del PT con el imperialismo es de larga data, pues gobierna hace muchos años varios estados y centenares de municipios. El 45% de la dirigencia partidaria ocupa posiciones en el Estado; habiendo resuelto sus necesidades sociales, no quiere comprometerlas en una lucha con el imperialismo. Esta pequeña burguesía usurpó muy tempranamente la dirección del PT. Obviamente, una alianza de la pequeña burguesía con el imperialismo en el marco del Estado capitalista es, por las relaciones de fuerza y por los programas en presencia, esencialmente imperialista.


Pero si la victoria el domingo del PT resuelve el problema de la sucesión política (y esto sólo en principio, porque difícilmente Cardoso aguante lo que le resta), no resuelve la crisis política ni el derrumbe económico. La presencia de un explotador que se ha pronunciado por el desalojo violento de las invasiones de tierras, como candidato a vicepresidente, introduce un factor de crisis adicional, aunque se lo hubiera presentado como factor de estabilización. “El encuestador Ricardo Guedes – destaca The Wall Street Journal – , llama a Alencar ‘la variable clave’…. – especialmente si se toma en cuenta que dos vicepresidentes brasileños han asumido la presidencia en las últimas décadas debido a la muerte de un mandatario y a la destitución de otro” (2/10). Es decir que la fórmula del Frente petista incorpora su propio remedio golpista. Además, luego de la victoria Lula se enfrentará al dilema de anunciar su gabinete y con esto minar la posición de Cardoso, o irse de paseo por el mundo y dejar a un gobierno sin recursos políticos la tarea de lidiar con la cesación de pagos.


Aunque Lula aseguró enfáticamente que “Brasil no quiebra”, con eso sólo demostró su infinita ignorancia del capitalismo, que no puede existir sin quiebras, y por lo tanto su ceguera política. Una reciente columna de Ambito sugiere que Lula debería pensar al revés y proceder a declarar la quiebra brasileña en el inicio de su mandato, cuando aún no haya una articulada oposición política. Si en cambio intenta vanamente contener el derrumbe en los marcos de los acuerdos con el FMI, como hizo De la Rúa, a medio camino le auguran una rebelión popular. Es precisamente el vicepresidente del Citigroup y ex del FMI, Stanley Fischer, quien “puso en duda ayer que la deuda pública brasileña sea sustentable” (O Estado, 30/9). Los que hasta ayer acusaban a Lula de ser incapaz de evitar un “default” o incluso de propiciarlo, le están reclamando ahora que proceda. Para eso, claro, quieren que Lula nombre a un banquero de confianza a la cabeza del Banco Central.


Negando las evidencias, la izquierda asegura que la victoria de Lula “dará ánimo a todo el pueblo brasileño y va a generar un proceso de ascenso del movimiento de masas”. Esto no sólo lo dice Pedro Stédile, coordinador del Movimiento Sin Tierra, en una entrevista inusualmente extensa de la Folha de Sao Paulo (16/9), sino que por aquí lo jura a pie juntillas todo el “espacio de Colombres” para justificar su apoyo al dúo Lula-Alencar el verdugo; el Mst (entonces Mas) vaticinó lo mismo en 1989, cuando dijo que la victoria de Menem haría estallar las contradicciones del peronismo y desencadenar la revolución (y lo que ocurrió fue que “estalló” el Mas y se “desencadenó” el cavallismo). Pero si en las próximas semanas o meses tuviera lugar ese ascenso popular, sólo estaría indicando la desconfianza de los trabajadores en que el gobierno de Lula fuera a hacer algo por ellos y no el entusiasmo que les provocaría un gabinete re-patronal. Las experiencias de Mitterrand, Blair o el chileno Lagos, demuestran que la tesis de que la victoria de candidaturas obreras contrarrevolucionarias generan de por si un ascenso de luchas es pura bravuconada literaria. Para convertir a un Kerensky en un tigre de papel tiene que haber habido antes un partido bolchevique que lo combata sin cuartel en lugar de embellecerlo sin fundamentos.


 


El capitalismo en “default”


La cesación de pagos de Brasil ya no es más una probabilidad, es un hecho: hay una persistente salida de dinero de los fondos de inversión y de los propios bancos. La intensidad de la salida de capitales la mide la cotización del dólar a 4 reales. El imperialismo poco puede hacer para contener el desangre cuando las principales bolsas del mundo están retrocediendo en picada y países como Japón reconocen una deuda bancaria incobrable de 1,2 billones de dólares, esto luego de diez años de depuración de deudas incobrables. O cuando Estados Unidos empieza a coquetear con la deflación. Está obligado a pinchar el globo y sujetarse los cinturones con el concurso de los Lula, los PT, el centroizquierdismo en general y gran parte de la izquierda. América Latina oscila entre los piqueteros, de un lado, y Lula y el FA uruguayo, del otro; entre el Argentinazo y el “Lulinha es paz y amor”.


Por último, entre los primeros piqueteros figuran los Sin Tierra de Brasil, además de su poderosa clase obrera. Y los pueblos no pierden la memoria, en especial cuando sus necesidades siguen ahí.