Políticas

13/6/2016

Los confiscadores “nac y pop” critican a los confiscadores del neoliberalismo

A esta lucha, Cristina Kirchner y sus acólitos acaban de hacerle un “aporte” que parece salido del cerebro de Cavallo, Melconian o Espert: como en todos los aspectos de la actual lucha contra el ajuste macrista, el kirchnerismo revela su carácter absolutamente conservador y funcional a ese mismo ajuste. También para la lucha contra la destrucción jubilatoria, es necesario desarrollar una alternativa política propia de los trabajadores,


Después de veinte días de anunciada la reforma previsional, Cristina Fernández de Kirchner se acordó de su existencia, y salió a difundir una crítica por Facebook. Como es sabido, la “emergencia jubilatoria” de Cambiemos es una monumental extorsión a los trabajadores pasivos, a los que obliga a renunciar al 70% de sus acreencias con el Estado a cambio de percibir el remanente de esa deuda en cuotas (y una mejora en los haberes que no superaría el 17% de sus valores actuales). La ex presidenta ¿denuncia este despojo? No: crítica al macrismo por dispendioso, y por poner en peligro la “sustentabilidad” del sistema previsional. Cristina Kirchner fundamenta su ataque en el texto de un ex funcionario suyo –Emmanuel Agis, el segundo de Kicillof. El texto de Agis hace una defensa cerrada de la política previsional del kirchnerismo. Pero a la vez, es un compendio de todos los lugares comunes que el gran capital y sus acólitos esgrimieron en las últimas décadas contra los derechos jubilatorios. La unidad entre una y otra cuestión sirve para caracterizar a la política previsional de los “nac y pop”, así como a la orientación de sus críticas actuales.


Moratoria y haberes


Agis comienza reivindicando la “cobertura casi total” que alcanzó el universo de jubilados bajo el kirchnerismo. “Para mejorar el nivel de los haberes, es necesario que los jubilados tengan un haber”, dice el hombre que enseguida contrapondrá cualquier mejora de esos haberes a la “sustentabilidad del sistema”. Lo que Agis oculta, primero, es que los beneficiarios de esa moratoria percibieron una jubilación absolutamente degradada: el haber mínimo del año 2003 era en términos reales el más bajo de los últimos treinta años -la mitad de la mínima que regía… en 1972. El kirchnerismo extendió este haber de miseria hacia quienes no contaban con aportes suficientes, como resultado de la precarización laboral extendida. Pero en vez de cargarle el costo de la moratoria a la clase capitalista, la moratoria se financió con la propia caja de los jubilados, y como contrapartida, se “universalizó” la miseria previsional. Mientras este rasero de pobreza (la jubilación mínima) se extendía al 75% de los pasivos, la porción restante asistía al desconocimiento de sus reajustes. Pero nada de esto constituía una improvisación: se trata de un objetivo estratégico de las reformas jubilatorias del capitalismo en decadencia, o sea, la transformación del haber previsional en una pensión asistencial, completamente desligada del salario percibido por el pasivo cuando se encontraba en actividad.


Salario y jubilaciones


Precisamente, es ese concepto reaccionario el que Agis desarrolla luego, y sin tapujos. El ex funcionario kicillofista ataca a las fallos judiciales en favor de las deudas con los jubilados por pretender que “el haber jubilatorio sustituya al sueldo del trabajador”. El camporista advierte, enseguida, “que en un sistema solidario como el nuestro las jubilaciones no tienen nada que ver con la trayectoria laboral del jubilado”.(¡!!) De la cuestión jubilatoria, Agis ignora lo principal, a saber: que la jubilación es una conquista histórica de la clase obrera – el derecho del trabajador a que la clase capitalista sostenga la reproducción material y moral de la fuerza laboral a lo largo del conjunto de su vida, y no solamente durante su vida laboral. Acertadamente, los sindicalistas revolucionarios caracterizaban a la jubilación como “”trabajo acumulado no pagado”. La jubilación como salario diferido debería comportar también su sostenimiento integral a cargo de las patronales. Por esta cuestión, la clase obrera argentina libró importantísimas jornadas de lucha –una huelga general en 1924 rechazó la pretensión de imponer un aporte obrero a las cajas previsionales, y también la injerencia del Estado en las mismas, algo que estos luchadores, premonitoriamente, advirtieron como la pretensión de su uso para el pago de la deuda pública. Cuando ese Estado “universalizó” derechos previsionales, lo hizo a cambio de imponerle a los trabajadores el sostenimiento creciente de sus propias jubilaciones,y de servirse irrestrictamente de sus recursos en beneficio de sí mismo y de los capitalistas. Para Agis, el carácter solidario del sistema previsional no consistiría en el derecho colectivo de la clase obrera a percibir un haber fuertemente relacionado con su salario en actividad -82% móvil- que la clase capitalista y su Estado deben garantizar. No: para el camporista, el sistema de “reparto” es el “reparto” de las migajas que dejen las cajas previsionales entre el conjunto de los jubilados, luego de que el Estado y el capital se hayan servido de ellas a discreción. Para aumentar la confusión, Agis identifica a los sistemas previsionales que asocian los haberes con el salario del activo como “lógicas de capitalización individual”. ¡Nada que ver! La “capitalización” desliga al haber jubilatorio de cualquier derecho o ingreso definido, el cual queda condicionado a los rendimientos de un fondo de pensión y, por lo tanto, de los avatares de la especulación financiera. Para Agis y los suyos, la “solidaridad previsional” es la legalización del saqueo de las cajas jubilatorias por parte del Estado capitalista. Por el contrario, nosotros luchamos para que el Anses y sus recursos estén bajo el control de trabajadores y jubilados electos. Si esos fondos no son suficientes para garantizar los derechos jubilatorios, es el Estado, como representante general de los empleadores –o sea, de quienes han evadido o, en cualquier caso, han fundado su acumulación en el trabajo no retribuido a los actuales jubilados- el que debe asegurar los recursos para garantizar esos derechos.


Una AFJP estatal


Toda esta reaccionaria operación confusionista apunta a justificar al sistema jubilatorio del kirchnerismo, a partir del momento en que fueron estatizadas las AFJP. Esa estatización no instituyó, en rigor, un sistema de reparto, ni en la inversión de los fondos ni en la restitución de derechos jubilatorios. Los fondos del “Fondo” fueron destinados en sus dos terceras partes al sostenimiento de la deuda pública y, en particular, a una operación financiera que consistió en reemplazar parte de la deuda con acreedores del exterior por el endeudamiento del Anses (el supuesto “desendeudamiento”). Del lado de las jubilaciones, se instituyó una movilidad cuya fórmula de actualización está asociada, entre otras variables, a los ingresos de la propia seguridad social, los cuales –a través de las inversiones del Fondo de Garantía- se encuentran condicionados a los avatares del mercado financiero y, principalmente, de las fluctuaciones de la deuda pública. Estamos ante un sistema “único” de capitalización, que remunera a los jubilados según los fondos que recaude, y no de acuerdo a derechos previsionales definidos. A este régimen parasitario –que destinó los fondos jubilatorios a rescatar a los usureros internacionales- Agis lo denomina “un fondo para el mejoramiento de la seguridad social y la economía del país”. Pero un Fondo previsional jamás podría jugar ese papel en un régimen organizado a partir de los intereses del gran capital y de los acreedores internacionales, que en la década pasada toleró la fuga de la totalidad del supéravit comercial y pagó 200.000 millones de dólares de una deuda usuraria y varias veces pagada. Lejos de “asegurar los puestos de trabajo (y aportes) futuros”, la succión de recursos para el pago de la deuda convirtió al Fondo en un factor activo de socavamiento de las condiciones futuras de la (sic) “sustentabilidad previsional”. Esa “sustentabilidad” exige, en primer lugar, que la mayoría trabajadora asuma los resortes fundamentales de la economía nacional, mediante la nacionalización de la banca y el comercio exterior. Ello, como primer paso para que el conjunto del ahorro nacional sea aplicado a las necesidades de la mayoría. Nada de esto formó parte, jamás, del horizonte político y social del kirchnerismo.


El camporista, no olvida, por supuesto, de preguntarse si “un anciano vale más que un niño”. Lo hace para recordarnos que los recursos del FGS sostienen también a la Asignación Universal por Hijo y a otras prestaciones asistenciales. O sea, que el aumento de la polarización social resultante del “modelo de inclusión distributiva” fue bancado por los propios trabajadores, a través de los fondos del Anses. Agis critica a la ley de “Cambiemos”, no por extorsiva y confiscatoria de derechos jubilatorios adquiridos, sino porque “sólo beneficia al 30% de los jubilados que más cobran”. Es el argumento con el cual el kirchnerismo atacó los reclamos contra el impuesto a las ganancias, e incluso los reclamos salariales de los trabajadores sindicalizados (como si con ello hubiera mejorado en un ápice la situación de los “no sindicalizados” o precarizados). Naturalmente, el crítico de los “privilegios al 30% de los jubilados” no propone nada en beneficio del 70% de los jubilados restantes, los que perciben la mínima. Para justificar su ataque a los supuestos “privilegiados”, pone como ejemplo al caso Badaro, y al haber “exorbitante” que percibiría hoy “gracias a los fallos jubilatorios”. Pero el seguidor de Kicillof, una vez más, oculta la realidad. Badaro se jubiló como capitán de ultramar, y si llegó a percibir 50.000 pesos de haber, es porque un trabajador en actividad en su cargo cobraba más de 80.000 pesos. No es, naturalmente, el caso de la abrumadora mayoría de los jubilados en litigio. Digamos, de paso, que la furia de estos kirchneristas hacia los trabajadores que perciben salarios relacionados con una elevada calificación o formación laboral sólo se equipara con su silencio hacia los De Vido, Jaime y demás “privilegiados”, los cuales conforman, no una aristocracia laboral, sino sólo una aristocracia delincuencial ligada a la clase capitalista que lucra con los contratos del Estado.


El gran olvido


Agis critica al macrismo, aduciendo un temor a que el retaceado aumento para una porción menor de los jubilados y el pago (a cuengatotas) de los resarcimientos retroactivos pongan en peligro la “sustentabilidad” del Anses. Pero con la excusa de querer impedir una eventual reprivatización del sistema jubilatorio -que el macrismo podría introducir a partir de un desquicio del actual Fondo de Garantía- el ex funcionario arremete contra los derechos previsionales.


En cambio, no se le ocurre, ni por un momento, preguntarse por las verdaderas cuestiones que han derrumbado esa sustentabilidad -a saber, el trabajo precario y la reducción de los aportes patronales perpetrada por el menemismo, y que su gobierno mantuvo en pie. Nuestro bloque en el Congreso nacional ha calculado que la devolución de esos aportes sustraídos a los trabajadores ascenderían hoy a 280.000 millones de pesos anuales, casi el 40% de los actuales recursos del Fondo de sustentabilidad. Ni qué decir que el blanqueo -no de la clase capitalista, sino de los trabajadores en negro-  aportaría recursos todavía superiores. Agis ni menciona estas cuestiones, y con ello retrata hasta el hueso qué es -y qué fue el kirchnerismo: los “nacionales y populares” apelaron al estatismo para rescatar a la burguesía nacional después de la quiebra de 2001, pero dejaron en pie y hasta reconstruyeron los pilares del noventismo- la hipoteca de la deuda, el rescate de las privatizadas y, en este caso, las reformas laborales y previsionales antiobreras. Con su silencio respecto de la reforma laboral noventista, el camporista consiente -y hace propios- los ataques de Menem y Cavallo al sistema previsional argentino. Pero ello no debería sorprender, pues en aquel momento los Kirchner eran gobernadores y parlamentarios del régimen que culminó privatizando las jubilaciones.


Conclusión


Es indudable que la ley omnibus del macrismo y sus aliados debe ser combatida sin miramientos por el movimiento popular: es doblemente extorsiva; primero, porque obliga al jubilado a renunciar a derechos reconocidos judicialmente a cambio del reconocimiento de una parte menor de esos derechos, algo que es incluso ilegal y hasta inconstitucional; segundo, porque asocia ese resarcimiento mínimo a un blanqueo general de los capitalistas evasores. Quienes han preparado el terreno para esa extorsión han sido, por un lado, el gobierno anterior, que desconoció durante años los aumentos jubilatorios e incluso vetó una ley que establecía el 82 % ¡del salario mínimo! para la jubilación mínima. Por el otro, la propia Corte, que rechazó la extensión automática de sus fallos al conjunto de los jubilados que se encontraban involucrados. A esta lucha, Cristina Kirchner y sus acólitos acaban de hacerle un “aporte” que parece salido del cerebro de Cavallo, Melconian o Espert: como en todos los aspectos de la actual lucha contra el ajuste macrista, el kirchnerismo revela su carácter absolutamente conservador y funcional a ese mismo ajuste. También para la lucha contra la destrucción jubilatoria, es necesario desarrollar una alternativa política propia de los trabajadores.