Los intelectuales contra la revolución

"La revolución del deseo y la palabra"1, "la primera lúdica de la historia"2, "incapaz de plantear una sociedad alternativa"3; "una revolución filosófica, por eso intensa y fugaz"4, "que marcó nuestra cultura"5, "una relación entre el cero y la alegría"6… De la huelga general más grande de la historia de Francia, acompañada de una ocupación masiva de fábricas, no habla nadie.

Entre los intelectuales y especialistas predomina la tesis de una revolución "cultural": "el talante dionisíaco del ’68 se oponía al orden sexual que reinaba en la sociedad burguesa y constituyó el núcleo basal de la revuelta, generada por la potencia del orgón". La revista del principal diario español7, que no va más lejos de eso para evitar decir que "el orgón" dio paso, bajo el capitalismo, a la prostitución a escala industrial, la pornografía, el turismo sexual…

El proletariado del ’68 no sólo paralizó a Francia sino que propinó un golpe terrible a la "cultura" de su tiempo, cuyos mejores exponentes habían profetizado que el tiempo histórico de la clase obrera había caducado. La intelectualidad y la cultura fueron hostiles a un Mayo que no previeron y que los desbordó. En efecto: "todos los grandes intelectuales franceses con etiqueta de revoltosos o forjadores del Mayo Francés, no se encontraban ahí donde se cree: Foucault estaba en Túnez; Althusser, que estaba enfermo, evocó la existencia de un ‘movimiento progresista’, pero luego se encerró en muchas reservas. Claude Levi-Strauss odió siempre el ’68, Roland Barthes no le encontraba sentido y la evocación del Mayo Francés lo ponía nervioso. Jaques Derrida, en esa época, no se metió en la ola por ‘desconfianza’, mientras que Pierre Bourdieu observaba la revuelta con un escepticismo que los manuales de historia no siempre resaltan"9. Los intelectuales de hoy no solamente quieren dejar impunes a sus pares de la generación: pretenden absolverse a sí mismos por anticipado. El ex canciller Bielsa dice que "no pasó nada" y se refiere al "gran mito", repitiendo a otro furibundo kirchnerista – Nicolás Casullo -10. Fingen olvidar que sobre el final de mayo el propio De Gaulle discutió con los uniformados galos la eventualidad de un golpe fascista (un pinochetismo ‘avant la lettre’) y para esto liberó a los militares genocidas del pueblo argelino que estaban en prisión. Los intelectuales ‘progres’ son un fraude… intelectual.

Los que ningunean el ’68, aseguran que fue imprevisto, para eso ignoran que el régimen gaullista -que había accedido al poder mediante un golpe de Estado diez años antes y había liquidado en la práctica el régimen representativo-, estaba agotado, dejando al descubierto el fracaso de su función política contrarrevolucionaria. De Gaulle tuvo que enfrentar una oleada de huelgas que tuvo su pico en la gran huelga de los mineros en 1963. En 1967, la tentativa de lanzar -por medio de medidas "especiales"- una política de "ajuste" del salario y del sistema jubilatorio, volvió a replantear un reguero muy significativo de luchas y huelgas en varias ciudades del país. En las elecciones legislativas de marzo de 1967 se registra un gran crecimiento de los candidatos del socialismo y del PCF.

Ni una explosión inexplicable ni una fiesta de la cultura: en 1968 saltaron por los aires las contradicciones del "imbatible" gobierno de De Gaulle.

No es extraño que la quiebra política de los regímenes bonapartistas asuste a los intelectuales cooptados. Ahora mismo, Nicolás Sarkozy se agenció a un buen par de ellos.

Equipo Cuarenta Aniversario

1. Enrique Valiente Noailles, La Nación, 4/5.

2. Luisa Corradini, idem

3. Jacques Le Goff, idem

4. Horacio González, Página 12, 4/5

5. Gustavo Sierra, Clarín, 4/5

6. Alan Pauls, Página 12, 4/5

7. Vicente Verdú, El país, reproducido por Página 12, 16/1

8. La Nación, 4/5

9. Eduardo Febbro (Página 12, 4/5) citando un trabajo de la francés Serge Audier

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