Políticas

15/5/2003|800

Los remedios “gratuitos” de Ibarra

Aníbal Ibarra ha establecido como uno de los pilares de su estrategia electoral por la “reelección” en la Ciudad, una campaña con eje en la salud. Claro que antes de comenzar a andar, ésta muestra sus limitaciones insalvables, que son las de un régimen y un gobierno que han privilegiado la privatización y el desmantelamiento de la salud pública. El fracaso de esta política sanitaria se expresa de manera catastrófica sobre los sectores más vulnerables, enfermos crónicos, niños, ancianos, embarazadas, desocupados.


A partir de abril – señala La Razón (25/4) – , los centros de Salud y Atención Comunitaria (Cesac), los centros médicos barriales y los médicos y odontólogos de cabecera, dispondrán de un vademécum de 110 medicamentos esenciales gratuitos, sólo para algunos: los menores de 15 años, los mayores de 65 y las embarazadas sin cobertura social.


El Gobierno de la Ciudad suma 60 productos medicinales a los 50 que son otorgados por el limitado Plan Remediar, un engendro del ministro de Salud de la Nación, Gines García.


Fuera del marketing publicitario, estos 110 medicamentos ni por asomo cubren las necesidades sanitarias de la población; para la OMS, el requerimiento de medicamentos esenciales – para el 85% a 90% de las patologías prevalentes – , es de 330 fármacos: una lista de por sí limitada – no incluye los productos medicinales nuevos e innovadores, y hasta marzo del año pasado ni siquiera incluía los antirretrovirales.


 


Ni remedios, ni gratuitos


Este plan es una completa hipocresía; no soluciona la gravísima situación de la población que se asiste en los hospitales y centros de salud de la Ciudad, y desconoce que esa población carece de medios económicos no sólo para comprar remedios o para trasladarse en colectivo al centro asistencial, sino incluso para garantizar un plato de comida al día.


La impostura de los “progres” no tiene límites. Como señala Stern – secretario de Salud de la Ciudad – a La Razón (25/4) …en el caso de que el paciente requiera un tipo de medicación no incluida en el vademécum, el médico le extenderá una receta para que la compre con un 40% de descuento en algunas de las farmacias adheridas al Plan Remedios Porteños (sic)…


El Gobierno de la Ciudad parece ignorar el incremento sideral que ha sufrido el precio de los medicamentos – en algunos casos, supera el 200% – , y al igual que su par de Nación no ha tomado una sola medida para retrotraer los precios, confiscar las ganancias y cesar la especulación de los pulpos farmacéuticos.


Stern no se anda con vueltas: sin sonrojarse, afirma – en el mismo medio – que en la ciudad de Buenos Aires está asegurada en forma irrestricta la provisión de medicamentos en internación y en los consultorios externos…


 


El ropaje de los progresistas se deshilacha a cada paso


Los trabajadores de salud de los hospitales municipales y los pacientes que en ellos son asistidos sabemos que no hay entrega de medicación a los pacientes externados, es decir, los dados de alta que deben completar un tratamiento ¡ni qué hablar de los que se atienden en consultorios externos o padecen una enfermedad crónica! Es más, la provisión de medicación a los internados no está garantizada, recurriéndose a la compra prácticamente a diario por fondos de emergencia.


Tres días después de la anterior afirmación, el secretario de Salud – La Nación (28/4) – se contradice: en el artículo “Denuncian sobreprecios en las compras de remedios en los hospitales”, reconoce “que se pagan sobreprecios, que los oferentes no se presentan o los que ganan las licitaciones no entregan los insumos” (sic).


Además, en las recorridas que los candidatos de salud del Partido Obrero venimos realizando en los hospitales metropolitanos – Durand, Ramos Mejía, Fernández – hemos comprobado esta situación de boca de los directores de esos nosocomios – un denominador común – , al denunciar que al mes de junio estarían prácticamente agotados los stocks de insumos hospitalarios.


Es indudable que un gobierno antiobrero como el de Aníbal Ibarra, que ha impulsado la especulación inmobiliaria, el salvataje a la banca, las prebendas a los capitalistas, la represión a los trabajadores – Padelai, Brukman – , el veto a las seis horas en el subte y la ley 752 de “Emergencia Sanitaria”, va a ir a fondo con esta política de confiscación de los vecinos y los trabajadores de la ciudad.


Su objetivo es completar la privatización de la salud pública – las áreas de alta rentabilidad, medicina transfusional, laboratorio, facturación, imágenes, alimentación, maestranza, mantenimiento – , extender el horario de trabajo, no incorporar personal, congelar los salarios y reducir las partidas presupuestarias para salud.


Enfrentar la catástrofe sanitaria requiere desenmascarar al impostor y reclamar la triplicación del presupuesto de salud de la Ciudad, retrotraer los precios de los medicamentos a diciembre del 2001, meter mano en los libros y las ganancias de los pulpos farmacéuticos, y desconocer las leyes de patentes medicinales. Sólo estas medidas transicionales posibilitarán la entrega gratuita de medicamentos en hospitales y centros de salud.


El debate más general sobre el programa de salud que garantice la cobertura sanitaria integral y gratuita de la población, pasa por la expropiación de la industria farmacéutica y laboratorial, bajo control de los trabajadores, lo que permitirá orientar la producción en función de cubrir las necesidades sanitarias del pueblo y estructurar un sistema sanitario estatal y único, sostenido por el aporte exclusivo de los capitalistas, y dirigido y controlado por los trabajadores de salud y las asambleas barriales.