En la tarde de ayer el nuevo jefe de gabinete, Juan Manzur, encabezó un acto en el Museo del Bicentenario anunciando las jubilaciones anticipadas. Promediando su intervención, comentó a modo anecdótico que una señora le deseó “que Dios los ayude”, por lo que ahora le respondería en público. Manzur devolvió: “ojalá Dios nos ayude, nos dé una manito, porque esta vuelta nos hace falta para seguir saldando todas las deudas que la Argentina tiene”. Entre las aspiraciones de la señora que le deseó ayuda y la respuesta de Manzur seguro hay una diferencia. La respuesta más apropiada del jefe de Gabinete, apelando a su reconocido clericalismo, debiera haber sido: “A Dios rogando y con el mazo dando”. La ayuda que le implora a su dios es para hacer pasar sin mayores contratiempos el ajuste en marcha, incluida la reforma laboral precarizadora, los bajos salarios y la liquidación de los derechos de las mujeres y las diversidades por la que tanto se ha esforzado en su propia provincia.

Aunque el jefe de ministros apele a la intervención divina, busca asegurar una colaboración terrenal para sostener la gobernabilidad en el medio de la crisis surgida después del golpazo electoral. Por eso les está cediendo cada vez más terreno a las iglesias, que son un componente clave en el entramado de contención para evitar la irrupción independiente de los trabajadores de las barriadas en un país cruzado por el hambre y por un fustigante descontento popular.

Este avance se cuantifica en la oleada de presiones clericales para volver atrás con el aborto legal, para demonizar la educación sexual científica, laica y respetuosa de las diversidades (y ganar peso con la educación religiosa) o para criminalizar la eutanasia, entre otros puntos. Prueba de ello fue la cruzada del arzobispo platense “Tucho” Fernández contra el aborto, o las recientes palabras del Papa Francisco de que esta práctica “es un homicidio”, instando a la curia a reforzar el cercenamiento de este derecho, tal cual se expresa en la mayor parte del país gracias a la objeción de conciencia refrendada en la ley de IVE.

La apelación a fuerzas no tangibles parece ser una característica del elenco gobernante. Vale recordar que incluso en la propia campaña electoral de cara a las Paso, la primera candidata bonaerense del oficialismo, Victoria Tolosa Paz, hablaba de la “astrología de países” para augurar una recuperación económica en un país famélico, quebrado y sin perspectivas bajo este régimen social. Parece ser que el horóscopo no le fue favorable.

Cuando Manzur habla de deudas seguramente la que más le preocupa es la que tiene con el FMI y los buitres. Para honrar a esa sacrifica el presente y el futuro de la mayoría de los habitantes de este país. El Frente de Izquierda – Unidad apela a la organización y la movilización popular para que los trabajadores se defiendan del ajuste, el saqueo y la entrega.