Políticas

1/3/2020

Marcelo Ramal: un estatista despechado

Marcelo Ramal ha escrito un curioso artículo, intentando apoyarse en un comentario periodístico sobre el impacto que han tenido tuits del dirigente del Partido Obrero, Gabriel Solano. Ramal se hace eco del título de “Trotskismo Liberal” elegido por el periodista de Perfil para hacer suyas las críticas del kirchnerismo contra Solano y el PO.


Nótese el método calumniador elegido por Ramal: en un artículo referido a los tuits de Solano no se tomó en trabajo de citar un solo de estos; ¡ni uno! En un periódico o portal medianamente serio, el editor rechazaría textos así por violar las normas elementales del periodismo. Pero en el portal de Ramal el “editor” no está en condiciones de dar ese tipo de lecciones, porque aplica la calumnia a una escala todavía mayor.


¿Liberal?


Las dos intervenciones de Solano que destaca el artículo no tienen nada de liberal. El artículo reproduce una intervención de Solano en la Legislatura mientras se reprimía a residentes y concurrentes que se manifestaban en la puerta, que luego fue viralizada masivamente por los trabajadores en lucha. Transcribe Perfil: “¿No les da vergüenza decir que es positivo un sueldo de $35 mil por una jornada de 64 horas? ¡En esta Legislatura se labura muchísimo menos y los diputados ganan $170 mil! Acá los lunes y los viernes casi no hay nadie, y si a un diputado se le pagara $35 mil no queda ni uno”. Solano actuó de vocero de un movimiento huelguístico, que triunfó unos días después contra Larreta, que debió derogar la medida. La agitación contra los privilegios de los diputados fue un medio efectivo para promover la lucha de clases. La enorme repercusión que tuvo en los hospitales esa intervención fue un factor de agitación que se combinó con la actividad extraparlamentaria que el Partido Obrero y su banca en la Ciudad realizaron en la lucha de los residentes. Quienes la miraron desde afuera ahora sangran por la herida.


Perfil destaca un tuit más reciente, que explotó en las redes: “La jubilación no te alcanza para vivir, pero el Gobierno te trata de privilegiado y te saca el 40% del aumento. Y sí, te querés morir”. Desenmascarar la política de “solidaridad” que encubre el ajuste del gobierno contra los jubilados ¿sería liberal? En el gobierno y en la oposición los liberales son los que han saqueado los fondos jubilatorios. 


Sobre todo esto Ramal prefiere callar. Ramal se ensaña contra la definición de Solano de que el socialismo es antiestatista. El “crítico” se mete rápido en el fango de la dialéctica trucha diciendo que es “falso” que el socialismo es antiestatista, pero “tampoco es cierto lo contrario”(o sea que sí sería antiestatista) y que los únicos antiestatistas serían los anarquistas. Sin embargo, hace 5 años, cuando Ramal dirigía Prensa Obrera, esta publicó extractos de una intervención de Jorge Altamira en Harvard donde decía “nosotros somos antiestatistas, y esto es interesante porque todo el mundo piensa ‘si son de izquierda, son estatistas’. No. La izquierda o el marxismo tienen por finalidad la abolición del Estado”. Hasta acá en 2015 a Ramal no se le movió un pelo.


El Partido Obrero siempre reivindicó que el socialismo tiene como enemigo al Estado, que es por definición una herramienta de dominación de clases. El Estado obrero por el que luchamos los socialistas es una herramienta necesariamente transitoria para extinguir la opresión de clases. Pero como lo define Lenin en El Estado y la Revolución, el Estado obrero ya no es un tipo clásico de Estado, porque representa la dictadura de la mayoría contra la minoría. Por eso afirma que desde el comienzo mismo de la revolución triunfante el Estado comienza a disolverse. Fueron el estalinismo primero y el pablismo después desde la propia IV Internacional los que prostituyeron esta posición de Lenin, para justificar la deformación burocrática en la Unión Soviética y su zona de influencia como una necesidad histórica y, en general, encubrir una adaptación a la colaboración de clases bajo los Estados burgueses. Más tarde, esa posición será asumida por Moreno y Lambert, en su frustrada unificación de los comienzos de los 80´. Como vemos, Altamira y Ramal si fueran una tendencia, lo serían del morenismo.


Tampoco Ramal protestó cuando Altamira prosiguió, tal como registra Prensa Obrera, “Somos más liberales que los liberales norteamericanos, que critican al Estado pero cuando hay que rescatar a un banco en quiebra recurren al Estado.” Ningún otro militante antes, ni después de esto ha reivindicado al PO como una fuerza liberal. Aunque uno se lo pueda adjudicar al recurso de la ironía o el grotesco para desarrollar sus planteos, es evidente que emparentar nuestra crítica al estado al de las corrientes liberales es una concesión política enorme. 


“La lucha del socialismo por las libertades democráticas y por los derechos civiles y políticos más amplios supone la existencia de un Estado” expone el profesor Ramal, traduciendo una concepción democratizante típica de la socialdemocracia. Nuestras conquistas democráticas bajo este régimen son CONTRA el Estado opresor. Lenin, otra vez, las define como islas del Estado obrero en el Estado burgués. Agitamos las consignas democráticas para que las masas tomen conciencia de su contradicción terminal con el régimen de opresión de clases. Pregunten sino a Alberto Fernández, el enésimo presidente que repite la necesidad de reconciliar a la sociedad argentina con el ejército, luego de que, con todos los límites que denuncia el Partido Obrero y el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, hemos arrancado la cárcel a parte de los milicos genocidas.


Cabe acá rescatar un concepto de Lenin, de su El Estado y la Revolución, donde rescata la concepción revolucionaria del Estado de Marx y Engels, para preparar a su partido para la revolución rusa. Sobre marxistas que han virado a posiciones como las que plantea Ramal, dice: “ ’El proletariado necesita el Estado’, repiten todos los oportunistas, socialchovinistas y kautskianos asegurando que esa es la doctrina de Marx y ‘olvidándose’ de añadir que, en primer lugar, según Marx, el proletariado sólo necesita un Estado que se extinga, es decir, organizado de tal modo, que comience a extinguirse inmediatamente y que no pueda por menos de extinguirse; y, en segundo, que los trabajadores necesitan un ‘Estado’, ‘es decir, el proletariado organizado como clase dominante’”.


Nac-and-pop


El brote “estatista” de Ramal en 2020 leyendo un artículo de Perfil sobre los tuits de Solano tiene la marca de toda la deriva del grupo de Altamira. Todas sus posiciones traducen la presión política del nacionalismo burgués sobre la izquierda. 


Ramal dice que defender la oposición al Estado del socialismo equivaldría a desconocer la diferencia entre países oprimidos y países opresores. “No es lo mismo el estatismo de un estado imperialista que el de una semicolonia. El primero refuerza la capacidad de opresión de otras naciones, el segundo es un recurso defensivo contra esa opresión.” Esta frase es una falsedad evidente. El rol fundamental de los Estados semicoloniales es asegurar la dominación social de burguesía nacional y el imperialismo. Esto vale incluso para los Estados nacionales surgidos de las rebeliones anticoloniales, en la medida que representan los intereses de la burguesía nacional. Ni que hablar del Estado nacional argentino, que surgió financiado por el capital inglés y su ejército templó sus armas derrotando al Paraguay nacionalista de Solano López. Acá Ramal ya no toma de Moreno, sino del trosco-nacionalista Abelardo Ramos.


Lo que Ramal eleva a la categoría de tesis el hecho de que los Estados nacionales de los países semicoloniales “son un recurso contra la opresión imperialista”, es en términos históricos, la excepción a la regla. E incluso en estos casos, la burguesía nacional se vale de los choques con el imperialismo para reforzar su regimentación de las masas. Por eso, las consignas antiimperialistas de los socialistas apuntan a quebrar el poder de clase del capital, no a reforzar el arbitraje estatal: por ejemplo, las nacionalizaciones sin pago.


“El ‘antiestatismo’ en abstracto, en una semicolonia, es gorilismo al mango y proimperialista” dice Ramal. Pero, la larga historia de luchas de masas contra el imperialismo, las burguesías nacionales y sus Estados en América Latina muestra lo contrario. No sólo que la burguesía nacional capitula sistemáticamente ante el imperialismo, sino que una lucha a fondo contra el imperialismo es incompatible con los Estados nacionales burgueses. La revolución cubana debió destruir el estado de Batista para enfrentar al imperialismo. La revolución boliviana del 52 instaló un principio de doble poder que cuestionó el aparato estatal. Fue solamente con la reconstrucción del Estado bajo el MNR que pudieron imponerse los golpes militares posteriores, que por algo son “de Estado”.


La reivindicación de las nacionalizaciones como sustento del estatismo que promueve Ramal es un lugar común del seguidismo de la izquierda latinoamericana al nacionalismo patronal. El programa que desarrolló Trotsky plantea la nacionalización BAJO CONTROL OBRERO, no cualquier nacionalización. El control obrero abre una disputa por los medios de producción, o sea por un Estado obrero. Las estatizaciones burguesas, aunque en algunos casos puedan significar choques con el imperialismo, han sido en muchos casos rescates a sectores en quiebra, como fueron los Ferrocarriles en el primer gobierno de Perón o Repsol en el de Cristina Kirchner. 


Ramal contra el salario


Ramal denosta al pasar a Solano por “criticar el cepo cambiario de los Fernández por los obstáculos económicos que pone a los trabajadores que quisieran vacacionar en el exterior”. Hay tuits de Solano donde repudia que un trabajador pueda acceder a un dólar a $ 81 mientras que las empresas los consiguen a $63. ¡El impuesto “solidario” golpea los salarios! ¿Ramal avala este golpe, que busca recaudar para el pago de la deuda? Es muy apropiado que los socialistas denunciemos mecanismos de saqueo a las finanzas de los trabajadores y la pequeñoburguesía en beneficio del gran capital. Nosotros criticamos que los impuestos se intensifiquen sobre quien quiere tomarse vacaciones o ver una película en Netflix y somos partidarios de impuestos progresivos al gran capital. No es de liberal, es de socialista.


Hacia el final de su artículo Ramal parece darse cuenta que sus críticas están flojas de papeles y tira dos chicanas sacadas de la galera. La primera dice que no fijamos posición sobre las prisiones preventivas. Pero, presentar en bloque a todas las prisiones preventivas es un error, aparte de una concesión a la campaña kirchnerista sobre el “lawfare”. Estamos obligados a considerar cada caso individualmente. Hay que diferenciar cuando el Estado quiere usarla para una persecución política y cuando se quiere usar la existencia de diversas instancias legales de apelación como una forma de garantizar la impunidad y operar desde el poder para lograrlo.


El Partido Obrero se movilizó intensamente por la cárcel PREVENTIVA al asesino Pedraza, que arrancamos mucho antes del juicio de primera instancia. Denunciamos de cara al país las escuchas en la causa que mostraban como Pedraza operaba junto a funcionarios del Estado para lograr la impunidad. Pedraza murió en cárcel domiciliaria sin que se haya logrado la condena firme. ¿Para dónde patea Ramal? ¿Sabrá que una parte importante de los genocidas de la dictadura que están en prisión no tienen aún condena firme? ¿Los largamos y que anden por la calle, Ramal?


De Vido, Schiavi y Jaime, cuya libertad es reclamada por una parte del kirchnerismo, que los define como “presos políticos”, están presos por su responsabilidad en el vaciamiento ferroviario que dio lugar a la Masacre de Once. Rechazamos la operación de pintar a estos enemigos de los trabajadores como “perseguidos populares”. La cooptación macrista de los familiares de este movimiento no nos puede llevar a esconder nuestro protagonismo en el reclamo de justicia por los 51 fallecidos y cárcel a los responsables. El Partido Obrero reivindica esta trayectoria de lucha. No sabemos si Altamira y Ramal quieren ahora borrar sus firmas de tantos pronunciamientos para lograr estas condenas. Reivindicamos también reclamar la libertad de Luis D´elía, preso por ocupar la comisaría de La Boca frente a un intento de encubrimiento policial al asesinato de un compañero de su organización. No mezclamos los tantos.


Quienes hoy se muestran muy preocupados por el exceso de preventivas cuando estas recaen sobre políticos del campo del kirchnerismo, no emiten ni un tuit cuando las víctimas de esa preventivas son, por ejemplo, mujeres pobres acusadas de abortar sacadas de los hospitales y llevadas directamente desde allí a un penal o cuando la preventiva recae sobre una detenida por transportar drogas llevada a esa realidad por la necesidad de sobrevivir. Son las preventivas que se usan en la disputa interburguesa las que preocupan a Ramal, las que son un recurso político para justificar campañas reaccionarias, justificar presupuestos o disciplinar a las pobres no fueron nunca de la preocupación del profesor.


Finalmente, Ramal tira que nuestra crítica al peronismo es “de derecha” y que prueba de eso sería una vacilación a denunciar el golpe en Bolivia. Nuestra crítica al peronismo, al MAS de Evo Morales y a todos los movimientos nacionalistas es desde el campo de la clase obrera. Eso no nos ató las manos, nunca, para enfrentar al golpismo derechista que pueda actuar contra los gobiernos nacionalistas. El domingo 10 de noviembre, cuando se consumaba el golpe en Bolivia, el comité ejecutivo del Partido Obrero anunciaba la realización de una movilización contra el golpe de Estado para el día siguiente. Hemos sido la corriente que más sistemáticamente nos hemos movilizado en toda la Argentina contra el golpe en Bolivia, siendo un canal de organización de la comunidad boliviana para intervenir en solidaridad con la lucha de su pueblo en muchas ciudades. Estamos impulsando una conferencia latinoamericana de la izquierda y el movimiento obrero que tiene por eje la derrota del golpe en Bolivia y el triunfo de la lucha contra el gobierno de Piñera en Chile. 


La versión de que quienes no nos subordinamos al nacionalismo burgués somos “funcionales a la derecha” es falsa en boca de Ramal, como lo es cada vez que lo repiten los kirchneristas nerviosos por las denuncias de la izquierda a la orientación ajustadora y subordinada al capital imperialista de su gobierno. Ramal se machetea de una mala fuente.