Políticas

30/7/2009|1093

Massuh: los desafíos planteados

Los trabajadores de Massuh están recorriendo una nueva experiencia: el funcionamiento de la planta a través de un fideicomiso dirigido por el gobierno nacional, piloteado por una de sus figuras “estrella”: Guillermo Moreno.

El fideicomiso ha puesto en marcha una parte de la producción y hasta ahora garantiza la presencia de todos los trabajadores en la planta. Hay una mejora en los sueldos: en los últimos meses se limitaban al Repro más una plata que pagaba Massuh. Los compañeros están cobrando ahora entre 1.700 y 2.000 pesos de un sueldo real. Una parte de ellos aún cobra en tickets y no se abonan más los Repro.

El fideicomiso, o sea Moreno, está apurando acuerdos para incentivar la producción. Cada trabajador ha debido firmar con el fideicomiso un Contrato Determinado, con plazo a noviembre de 2011.

Ese contrato no reconoce la antigüedad del trabajador, salvo a los efectos de los días que corresponden por vacaciones, pero no a los efectos de las indemnizaciones. El fideicomiso no se hace responsable de un eventual fracaso del empobrecimiento que implique el pago de las indemnizaciones al personal.

El contrato nada dice tampoco de las condiciones de trabajo, los ritmos de producción y la relación que establecerá el fideicomiso con los acuerdos generales del gremio papelero. Esta omisión no es inocente. La finalidad del fideicomiso es garantizar la producción, para lo que ata los sueldos de los trabajadores a la propia producción. Esto deja abierto el interrogante de si reconocerá lo que se acuerde en las paritarias en cuanto a los salarios y las condiciones de trabajo generales de los papeleros.

La fábrica tiene el problema adicional de que la mitad de sus trabajadores son mensuales y está fuera del convenio.

El directorio ha integrado a mensualizados y a jornalizados a la dirección del proceso productivo. La nueva situación coloca a la parte obrera de esa dirección en el medio de un juego muy fuerte de presiones entre la propia base de los trabajadores y el directorio, que apura “con todo” la producción.

Los trabajadores reclaman las deudas anteriores a enero, que aún no fueron reconocidas por el fideicomiso. Esto incluye los aguinaldos de diciembre. Reclaman las indemnizaciones correspondientes a los años trabajados, pues nadie se hace ahora responsable de ellas. Reclaman por las condiciones de seguridad, ya precarias bajo la administración de Massuh; por el trabajo en condiciones de insalubridad y por el cobro completo de sus salarios.

Moreno reclama más producción, menos deliberación, menos asambleas, y un régimen laboral que suba considerablemente el ritmo de producción. Hay que pagar el canon establecido a Massuh y a los proveedores de la materia prima, y dejar un fondo que dé viabilidad al proceso productivo (mejoras técnicas y superar la maquinaria obsoleta).

En esta delicada transición es muy importante una clara independencia del Estado de la parte obrera en la conducción de la dirección de la fábrica. Contra la presión productiva, defender la deliberación entre los trabajadores, el método regular de asambleas, con un programa en cuanto a las mejoras de las condiciones de seguridad, que se reconozca la totalidad por todo concepto de la antigüedad del trabajador. Se deben priorizar los pagos de las deudas de los trabajadores frente al canon que actualmente se reconoce a la patronal vaciadora. Que el Estado adelante la totalidad de la deuda contraída con los trabajadores y después se la descuente a Massuh. Es necesaria una rotación del directorio por compañeros elegidos en asamblea y la elección de delegados en los términos del convenio, y un convenio único para todos los compañeros sin distinciones. Por último, pero no menos importante, debemos instalar un reclamo de expropiación sin pago de Massuh, para que pase a manos del Estado bajo control de los trabajadores.

Juan Ferro