Políticas

25/4/2002|751

“Me votaron para defender a la salud y no a los usureros y saqueadores”

Altamira, ante la deuda externa de la Ciudad

“Escuchando las intervenciones del día de hoy en la Legislatura, he visto cómo los distintos bloques que se turnaron en el gobierno y en el desgobierno de este país en los últimos 20 años, se pasaban las facturas, cuando lo que tienen en común supera largamente las diferencias. Pero este “pase de facturas” cumple una función: no hablar de la renegociación de la deuda externa de ciudad. Miren ustedes la bancarrota ideológica: para disimular la renegociación de una deuda externa lesiva a la economía de la ciudad y del país y de su independencia, por lo menos dos diputados nos colocaron ante el dilema de “capitalismo o comunismo”. ¡Cuando lo que hay que saber es si le vamos a pagar a los usureros o no! Ellos apostaron lejos: capitalismo o comunismo. ¡Bienvenidos! Si el comunismo implica que no le paguemos a los usureros, si el comunismo implica que defendamos a la patria, quédense ustedes con el capitalismo, la antipatria y los usureros. Pero el tema central sigue siendo soslayado. porque en los últimos 90 días han ocurrido una cantidad fenomenal de cosas en materia financiera como para que, alegremente, vengan a decir: “Hay que pagar, porque es el crédito del país”.


¡Qué tontería! “Si pagamos, si cumplimos, si refinanciamos, salvamos el crédito de la Ciudad “. ¡ Con una caída de la recaudación fiscal del 40 por ciento, esta ciudad no tiene crédito así entreguen a sus familias! Pero el crédito de la ciudad y del país no se puede salvar: lo liquidaron entre Alfonsín, Menem y De la Rúa. Eso ya no se puede salvar; y. ustedes lo saben. Detrás de esta ley, hay otra cuestión. Ustedes saben muy bien que algunas leyes llevan nombre propio. ¿Esta ley tiene nombre propio? Sí, tiene dos. Y voy a explicar cada uno de ellos.


Al servicio de J.P.Morgan


En primer lugar, es “la ley J. P. Morgan”. Ustedes saben perfectamente bien que el Gobierno de la Ciudad, ante las dificultades para lograr este vencimiento, propuso una renegociación. En todos los diarios salió que, consumada esa renegociación, el acuerdo sería llevado a la Legislatura. Pero J. P. Morgan dijo que no: que primero debía votar la Legislatura, y después se sentarían a negociar.


Lo que hoy estamos discutiendo aquí es una exigencia de J. P. Morgan, violando las disposiciones de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, que sólo faculta a esta Legislatura a aprobar los arreglos de la deuda, cuya competencia está en manos del Poder Ejecutivo. Por lo tanto, todo lo que estamos haciendo está al servicio de los intereses de un sector determinado. Es inconstitucional. Estamos ante una violación de la división de poderes. Una facultad que está atribuida al Poder Ejecutivo está siendo arrogada por la Legislatura a pedido del Poder Ejecutivo, que, a su vez, lo hace a pedido de J. P. Morgan, el banquero de Enron. No estamos discutiendo con la Madre Teresa. Todo el mundo dice “tenemos que honrar”. ¿Y a quién “honra” Morgan? ¡Morgan va a los tribunales con el tema de Enron, por ser el cómplice de uno de los “afanos” más grande de la historia financiera mundial!


La deuda externa, los grandes y pequeños ahorristas


Se dice que tenemos que discutir con Morgan porque “La deuda de la ciudad se encuentra dispersa en su tenencia y que, como no vamos a poder discutir con la totalidad de los tenedores, concentramos la negociación con Morgan”. Pero ¿quién dijo que tiene que ser así? Podríamos haber introducido una innovación muy fuerte, discriminando la deuda externa. Así como en el Partido Obrero planteamos defender a los pequeños ahorristas argentinos, estamos dispuestos a defender a los pequeños ahorristas de cualquier país. ¿Por qué la Cancillería argentina, que no hace absolutamente nada en defensa de la Nación y que por el contrario está dispuesta a votar contra Cuba, no convoca a los ahorristas italianos para discutir con el Gobierno de la Ciudad el problema de su deuda? Que la embajada italiana argentina en Italia publique un aviso convocando a los ahorristas italianos a una discusión, y llevamos el tema a un campo internacional. A los trabajadores y a los pequeños ahorristas les damos un trato y a los grandes grupos que han lucrado y que han apoyado dictaduras militares en nuestro país, les damos otro trato. No le pagamos nada y nos lanzamos a la conquista de la opinión pública europea, en este caso, la opinión pública italiana.


En un momento en que la tasa de interés en Italia cayó abruptamente, los pequeños tenedores de bonos italianos fueron inducidos por la banca italiana y norteamericana a tomar dinero de Argentina, porque la tasa de interés era elevada. ¿Y esto qué significa? Una tasa de riesgo país elevada; significa, también, una perspectiva cierta de default. Es decir que la banca internacional metió a los pequeños ahorristas italianos en un negocio de default para cobrarse las comisiones y descargar la crisis sobre los pequeños ahorristas italianos.


Pero el gobierno argentino va, y paga. Y nosotros, ingresamos en el juego de las comisiones a Morgan, por la “reprogramación”: 12 millones en comisiones son una fortuna que la ciudad no debe pagar, por un negocio que, en el fondo no consiste más que en la atención por el banco J.P. Morgan de sus propios clientes.


Pero es sorprendente lo que nadie ha dicho: J.P. Morgan embolsa esas comisiones, pero no se responsabiliza por los tenedores de deuda que, disconformes con el arreglo de la ciudad, ejecuten al Gobierno en los Tribunales Internacionales. Es decir que, ¡después de que agachamos la cabeza, todavía nos la pueden romper en un juicio internacional!


Una ley para las AFJP


Pero no es sólo la “Ley Morgan” la que discutimos. Hay un litigio con relación al canje de la deuda local entre el Gobierno Nacional y las AFJP. Estas, controladas por bancos europeos en su mayoría, sostienen que no corresponde que los títulos de la deuda local, que están en su poder, sean sometidos a la pesificación. Dicen que eso perjudica al trabajador que ha aportado a las AFJP. Entonces, le han propuesto al gobierno argentino una negociación diferente. ¿Qué negociación? La que nos proponen que votemos aquí, la que Duhalde todavía no aceptó, la que la Justicia argentina todavía no aceptó, la que la Corte Suprema no aceptó, la que el pueblo argentino todavía no aceptó, la Legislatura la mete aquí: en definitiva, nosotros estamos dolarizando una deuda con las AFJP ¿Porqué tenemos que aceptar este planteamiento cuando el gobierno argentino ha declarado el default de toda la deuda en su tramo exterior? Hay una propuesta para la discusión del tramo exterior de la deuda: declarar el default sobre el 60 por ciento de la deuda. Hay otra propuesta de canjear la deuda externa del tramo exterior por una nueva deuda al 40 por ciento del valor de la deuda original. Hay un financista internacional, Walter Molano, que dice que se puede obtener una quita del 60 por ciento. La deuda vale mucho menos que eso. ¿Por qué hay un apuro en aceptar estas condiciones? La quita que propone la Legislatura no afecta el capital. Y se propone una reducción de la tasa de interés que todavía se encuentra a varios puntos de la cotización internacional de la deuda externa argentina.


Quiere decir que nosotros, con esta negociación, estamos elevando la cotización de esta deuda externa; y con ello, estamos transformando una deuda que se encuentra ilíquida en el mercado internacional, en una deuda que va a seguir moviendo ese mercado internacional para poder realizar las plusvalías de esta renegociación”.


Esta deuda se contrajo en 1997, en uno de los momentos de mayor alza y tensión en el mercado financiero internacional. Originalmente, se pactaron al 11 por ciento de interés, luego de un largo período de “dinero fácil” en que la tasa de interés que contrataba la Argentina, apoyada por el exterior, estaba en el 6 por ciento. Por lo tanto, se trata de una deuda que cuando se contrajo fue usurera. Y se aplicó para sanear la situación del Banco Ciudad y del presupuesto local. Es decir, no se aplicó para cumplir con los ciudadanos de la ciudad de Buenos Aires, sino con los que lucran con su tesoro público. No significó ningún ingreso ni ninguna financiación para el presupuesto de la ciudad de Buenos Aires. ¿Y qué hizo el Banco Ciudad con esa financiación y con todo ese saneamiento? ¡Colocó la mitad de su cartera en la deuda externa pública argentina! ¡1200 millones de dólares! ¡Y en un debate aquí, hace más de un año, se dijo que la Ciudad iba a vivir toda la vida de los intereses de los 1200 millones de dólares! Pero ahora no son 1200 millones de dólares, sino que son 1200 millones de pesos; es decir, 400 millones de dólares!


¿Eso es defender, realmente, a la comunidad porteña: dejar que de un plumazo le roben las dos terceras partes de sus ahorros públicos! ¿Eso es defenderla? ¡Ahí tienen al Banco de la Ciudad en la quiebra!


La deuda o la vida


Si el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires acepta una negociación tan ruinosa como el reconocimiento del cien por ciento del capital y apenas una reducción del 30 por ciento de la tasa de interés que, de todos modos, nos va a colocar a 400 ó 500 puntos por encima de las tasas de interés internacionales, estamos quebrando la posibilidad de una negociación favorable del conjunto de la deuda externa en el plano exterior.


¿Cómo se puede permitir que una jurisdicción nacional actúe de esa manera? Es manifiestamente inconstitucional. Y es sorprendente que la apoye el partido que defiende al gobierno nacional. Nos están revelando que el gobierno nacional también va a “tirar la chancleta”, y va a ir discutir el tramo externo de la deuda en los términos de los acreedores y no en función de quitas fuertes. Porque ha habido un default, ha habido incapacidad de pago; que es la consecuencia de las presiones internacionales por un elevado endeudamiento de la República Argentina.


Vamos al 25 por ciento de desocupación, pero no se ha votado aquí un seguro de desempleo. El salario se ha desvalorizado en un 66 por ciento, pero el aumento salarial no se discute. La prioridad es pagar a los usureros internacionales, y estamos reunidos exclusivamente para eso. Lógicamente, después las mayorías políticas tienen dificultades para andar por la calle. Mientras falta de todo en los hospitales de la ciudad, mientras las obras del Hospital Santojanni están paralizadas por culpa de una contratista usurera, y mientras hay necesidades impostergables, se le pague diez millones de dólares a la Banca Morgan para que negocie una deuda externa con los tenedores sin garantizar que algunos de ellos no nos va a hacer juicio, y reconociéndoles el cien por ciento del capital.


Esto me recuerda a las actas parlamentarias de la época del gobierno de Rivadavia en la crisis del ’90. Es lo mismo: es el cipayaje total. ¿Cómo favorecer al expoliador extranjero? ¿Cómo salvar a la Baring, aunque se hunda la Argentina? ¿No hay una frase que dice que “pagaremos hasta con la última gota de nuestra sangre”? Este no es el punto de vista del Partido Obrero: no pagaremos hasta con la última gota de sangre a los banqueros. Tenemos el mandato de defender la sangre de nuestro propio pueblo, no a los banqueros. Si éstos tienen profesionalismo y capacidad sabían que le estaban prestando a un país que no estaba en condiciones de pagar; y estaban reclamando tasas usurarias, y en toda tasa usuraria hay implícito un seguro de riesgo. ¡No; ésta no es la política que hay que seguir! Hay que dejar caer totalmente el default y establecer cuáles son las prioridades que tenemos en la ciudad. ¡Las prioridades son los hambrientos de la ciudad, los que viven en las villas, los hospitales, la educación! Esas son nuestras prioridades. Lo demás ¡Que espere!


La salida es que no paguemos esta deuda, porque tenemos otras prioridades.


Estamos en emergencia. La salud pública es la ley primera; es un concepto de los romanos y nosotros no llegamos a su nivel. Sacrificamos el interés público por el interés privado de la banca saqueadora extranjera.


Hoy, nuestro Jefe de Gobierno Ibarra, está en el Teatro San Martín, y mañana va a salir en todos los diarios diciendo –y esto sí que es una estafa política– que el pueblo de la ciudad va a participar en la elaboración del presupuesto. De entrada, antes de que participe, le achacan la deuda del Morgan. Allá, hay prensa; aquí, no.Para concluir, creo que acá vale aquella divisa de los romanos que señalaba: “La salud pública es la ley primera”. A mí me votaron en esta Ciudad para defender la salud pública, y no los intereses de los usureros y de los saqueadores. (Aplausos).