Políticas

17/9/2009|1100

Megaoperativo, megaencubrimiento

¿200 inspectores de la Afip en Clarín y no encontraron nada?


El desembarco de 200 inspectores de la Afip en el edificio del grupo Clarín fue originalmente justificado en la necesidad de revisar las obligaciones “impositivas, previsionales y de seguridad social” de la empresa. Como la gente de la Afip estuvo varias horas en el lugar y se fue con las manos vacías, el megaoperativo fue a la postre un megaencubrimiento: el pulpo empresario tiene un ejército de trabajadores en negro, mal disimulados bajo la forma de factureros o pasantes.


El trabajo en negro reina además en todo el negocio mediático. Son miles los colaboradores a los que no se les paga con recibo de sueldo, pese a que la del colaborador es una categoría convencional que debe ser estrictamente renumerada; es decir, con sus correspondientes aportes, aunque escriba un solo artículo periodístico por año. La evasión previsional que no vieron los agentes de la Afip es flagrante y viene, además, con los pasantes que realizan tareas similares, con salarios infinitamente menores e incluso, a veces, de mayor responsabilidad que sus compañeros de planta. Es por todos conocido que los pasantes son clave en la confección del diario deportivo de Clarín (Olé), con jornadas extenuantes y despido garantizado a plazo, para que entre una nueva tanda.


Cada violación del convenio de prensa y del Estatuto del periodista profesional, que en Clarín –donde está prohibida la organización sindical de los trabajadores– es moneda corriente, supone una evasión previsional. El no pago de horas extras por encima de las seis horas que marca el convenio, la rebaja salarial que en los hechos supone la no categorización adecuada de los compañeros, la multiplicidad de tareas y la polivalencia (redactores que escriben para el diario de papel y la web y hacen reportes en webtv) y el replique de la misma nota del periodista en distintos soportes constituyen, entre otros, además del desconocimiento a los derechos laborales de los trabajadores de prensa, otras formas de evasión previsional e impositiva.


Pero la Afip, en su espectacular operativo, no vio nada de eso. Aún peor: le dejó servida en bandeja una chicana política ideal a las patronales de prensa, que buscarán asociar cualquier denuncia por trabajo en negro con un ataque a la “libertad de expresión”.