Políticas

19/12/1996|524

Menem quiere más desocupación todavía

El aumento de la desocupación y la sub-ocupación a un fantástico 32% de la población activa, vuelve a demostrar que bajo este régimen no existe salida para las masas. El número de los sin trabajo ha llegado a los cuatro millones, lo que afecta el hogar de diez millones de personas. A la calamidad de la explotación, el capitalismo añade la calamidad de la falta de explotación; a la miseria social, la descomposición social.


La situación no se agota en esta calamidad, porque de acuerdo a una medición oficial, “Continúa la sustitución progresiva de trabajadores con contratos de duración indeterminada por personal con contratos flexibles o en período de prueba” (Página 12, 15/12). Desde fines de 1995, los ‘trabajadores a prueba’ aumentaron en un 400%. Como para esta categoría de obreros, las patronales están eximidas de cargas sociales, la sustitución de permanentes por temporales ha significado un subsidio por montos que superan a los de la fallecida promoción industrial.


La acelerada precarización del empleo agrega un nuevo sector a la categoría de desocupados-subocupados —la del semi-ocupado o con despido asegurado. Todas las categorías juntas involucran a la mitad del país, y esto si las estadísticas están bien hechas, lo cual no ocurre porque sólo contempla a quienes buscan trabajo y dejan de lado a los que perdieron cualquier esperanza de encontrarlo.


Ahora bien, la ‘reforma laboral’ que la CGT está pactando con Menem, con la bendición eclesiástica, deberá agravar la situación, porque impulsa la sustitución de los obreros con antigüedad por los ‘nuevos’, con el objetivo de acogerse a la eliminación de la indemnización por despido. Lo mismo ocurrirá con la suplantación de los convenios por industria por los convenios por empresa, que harán hincapié en las cláusulas de flexibilidad laboral.


Todo esto exige, más que nunca, impulsar el movimiento de los desocupados y la movilización para que los sin empleo sean eximidos de impuestos y tarifas de servicios públicos, así como cualquier tipo de deudas, en especial hipotecarias. Además, destaca como nunca, también la reivindicación de los 500 pesos de seguro a cualquier desocupado mayor de 16 años. Para esto hay que exigir que el Estado empadrone a los compañeros sin trabajo. Las coordinadoras de desocupados deben convertirse en verdaderos sindicatos de los sin trabajo, especialmente porque la burocracia de los sindicatos no les presta ninguna atención. Por último, es necesario reivindicar el cese del pago de la deuda externa, para volcar los recursos que se destinan a los especuladores, a un plan económico que controlen los propios trabajadores.


La Gran Navidad de Miseria plantea más que nunca: Fuera Menem, que se entregue el gobierno a un congreso de bases de los trabajadores.