Políticas

15/7/1993|396

Menem y Cavallo se devalúan …

La imposición de “cupos” a la importación de determinadas clases de papel y ropa y la inminente fijación de nuevos “cupos”  para las importaciones textiles, petroquímicas y siderúrgicas constituyen una devaluación del peso.


Los “cupos” establecen límites físicos al volúmen de las importaciones que pueden ingresar al país. Como las devaluaciones “clásicas”, sirven para restringir el mercado interno a los productos importados en beneficio de los pulpos locales … pero con un enorme agravante. Mientras que las devaluaciones encarecen el precio de los productos importados, afectando a las mercancías de mayor precio, los “cupos” alcanzan a un conjunto de mercancías, sin importar su precio. La natural consecuencia de semejante medida será una mayor carestía, ya que los pulpos locales podrán aumentar libremente sus precios en las ramas “protegidas” por los “cupos” , que se trasladarán al resto de los precios.


Que la medida dictada por Cavallo equivale a una devaluación en regla del peso lo ha confirmado el propio ministro. En una reunión con los banqueros extranjeros señaló que la imposición de los “cupos”  era una medida defensiva frente a la “devaluación en los países escandinavos”. Los “socios” comerciales de la Argentina (Brasil, Uruguay, Paraguay) ya han hecho saber que los “cupos” cavallianos, por sus efectos devaluatorios, los obligarán, a su vez, a meter cupos o a devaluar directamente sus monedas para proteger sus propios mercados … lo que, a su vez, ocasionará medidas devaluatorias en terceros países. En resumen, las medidas de Cavallo forman parte de la “onda devaluatoria” que alcanza a la mayor parte de las monedas del mundo. Pero es precisamente esa “onda devaluatoria”  la que reduce a la nada las medidas cavallianas. Pocas horas después de las medidas, “Ambito Financiero” (13/7) anunciaba que “es más difícil exportar a Europa como consecuencia del encarecimiento del dólar (devaluación de las monedas europeas)”.


Los “cupos” serían necesarios, según Cavallo, para “salvar de la ruina a determinados sectores productivos nacionales”. Pero lo que es válido para media industria (papel, textiles, petroquímica, siderúrgia), lo es también para el resto. Por eso, en un editorial, “El Cronista” (13/7) dice que “proteger a unos pocos es devaluar sectorialmente y generar un círculo vicioso”. Lo mismo dijo Cavallo hace apenas ocho meses después de aumentar los reembolsos a la exportación —lo que allegó 400 millones de dólares anuales a los exportadores—, elevar los aranceles aduaneros y haber más que triplicado la “tasa de estadística” que pagan las mercaderías importadas … sin lograr con ello evitar que el déficit de la balanza comercial siguiera en aumento. La imposición de los “cupos” constituye la segunda devaluación del peso en apenas ocho meses, una señal indiscutible del completo agotamiento de la “convertibilidad”.


Ni qué decir que la imposición de“cupos” , por sobre las ya elevadas tarifas aduaneras de noviembre, tira a la basura todo el “edificio” del Mercosur. Las burguesías del Brasil, Paraguay y Uruguay ya han puesto el grito en el cielo por las medidas de Cavallo.


Que los “cupos” señalan el agotamiento del “plan”  lo reconoce hasta la prensa oficialista. “El Cronista” (13/7) tituló que “era una evidencia del desgaste del plan de convertibilidad” y “Ambito Financiero” que “afectan la credibilidad del plan”. El angelocista Jorge Bogo reconoció que los cupos son “parches para no devaluar”, para eludir “los costos de un ajuste de la moneda”. Lo fundamental entonces es que existe una generalizada conciencia en la burguesía del agotamiento del “plan” , que lleva, ineludiblemente, a una devaluación en regla.


Esto explica que tanto la UIA como los productores agropecuarios reclamen la devaluación en regla o,“diplomáticamente”, una “protección contra las importaciones”. Que la devaluación es la tendencia objetiva marcada por el agotamiento del “plan” que lleva su nombre lo sabe muy bien el propio Cavallo. Por eso en cada micrófono que tiene cerca repite, una y otra vez, que “no devaluaremos jamás” … algo que sería completamente innecesario si se pensara que el valor del peso se mantendrá “de aquí a la eternidad”.


Cavallo no puede “garantizar” nada por el simple hecho de que la masa de deuda pública, circulante, depósitos bancarios y capitales “golondrinas” ingresados al país bajo el paraguas de la “convertibilidad” supera, con holgura, las reservas del Banco Central. Cavallo, el gobierno, y todo el sistema monetario argentino son rehenes de los movimientos del capital  especulativo internacional, el mismo que ya ha derrumbado a la peseta, a la libra, a las monedas escandinavas y ahora amenaza al franco francés. Sus declaraciones de que “no devaluaremos jamás” son, simplemente, una muestra de “machismo cambiario”, una expresión acuñada por la prensa internacional  en referencia al ministro de Economía español, Emilio Solchaga, quien, como su colega “mediterráneo”, juró y perjuró que “no devaluaría jamás” … antes de llevar a la peseta a tres devaluaciones sucesivas. En esos ocho meses, la banca internacional vació las reservas del Banco Central de España en 40.000 millones de dólares (“sus reservas en divisas en estos ochos meses han pasado de 60.000 a 20.000 millones de dólares”, La Nación, 12/7).