Políticas

6/2/2002|740

Mentís a los agoreros: Las asambleas van

Con más asistentes que nunca, entre 3.000 y 4.000 personas, deliberó el domingo 3 la Interbarrial de Asambleas Populares. Crecida no sólo en asistentes, sino también en organización y vitalidad, escuchó a decenas de representantes de Asambleas barriales, votó más de 40 resoluciones, adhesiones, convocatorias y denuncias, aclamó o abucheó distintas intervenciones como un verdadero organismo vivo y parlamento democrático de representantes populares de los reclamos, de lucha y de acción directa de todas las barriadas de la ciudad. Circulaban innumerables volantes barriales, boletines y publicaciones de organizaciones políticas y sociales de todo tipo. Esto durante casi 5 horas, durante las cuales los asistentes fueron creciendo permanentemente en número, para no moverse, hasta la votación final de las mociones.


La calidad oratoria de algunas intervenciones y la profundización de las propuestas programáticas, revelan una politización creciente y una elaboración colectiva que va formulando un verdadero programa de gobierno.


Baste con mencionar la votación por unanimidad de algunas propuestas: Convocatoria a una Asamblea Constituyente libre y soberana; que el pueblo gobierne a través de las Asambleas Populares; fuera Duhalde; no a la Concertación con el gobierno; devolución de los depósitos en la misma moneda en que fueron confiscados; nacionalización de la banca, las AFJP, empresas privatizadas y el comercio exterior, bajo control de los trabajadores; por un seguro de desempleo de 500 pesos y un salario mínimo de 600 pesos, indexados; devolución del 13% del recorte a jubilados y empleados públicos; defensa de la salud pública y control del presupuesto de los hospitales a través de las Asambleas Populares; derogación de la Ley Federal de educación; no al arancelamiento de la Educación superior; no a la municipalización de la educación en la Provincia de Buenos Aires; derogación de la Ley de Reforma Laboral; control de las obras sociales por sus afiliados y del Pami por los jubilados; fuera la burocracia sindical.


¿Es o no un programa de gobierno y de salida a la crisis y una contundente delimitación política de todos los partidos “concertadores” del régimen, incluyendo a los frenapistas y centroizquierdistas del ARI, del Polo Social y de la CTA?


Y como verdadero parlamento popular, no sólo delibera, ejecuta. Las propuestas de acción: cacerolazo nacional el viernes 8, escrache simultáneo a los bancos el miércoles 6, adhesión a la marcha piquetera el martes 5, escrache a la Corte el jueves 7, adhesión a la Asamblea Nacional de Trabajadores.


Este desarrollo es, entonces, un rotundo mentís a las voces que decían que esta asamblea iba a ser menor porque la movilización del cacerolazo del viernes 1° fue débil. No sólo fue mayor y pujante sino que reveló la extensión y multiplicación de las Asambleas Populares en más barrios de la Capital y del Gran Buenos Aires *varias presentes en el Parque Centenario* y en el interior del país.


El cacerolazo del viernes 1° se dio en circunstancias complejas que se combinaron: la Corte suprema declaró inconstitucional el corralito financiero; Duhalde había dado vía libre a una ocupación de la Plaza con fuerzas mercenarias reclutadas por intendentes del PJ, que se levantó a último momento; había una expectativa en los eventuales anuncios del discurso de Duhalde, que finalizó cerca de las 22 hs. En muchos barrios, la gente empezó a sumarse a esa hora a las concentraciones barriales, que se pusieron en marcha llegando muy tarde a Plaza de Mayo. En la Plaza las columnas se renovaban y cuando una gran parte de la concurrencia emprendía el regreso a la 1 de la mañana, una columna de más de 3.000 vecinos de la zona oeste de la Capital irrumpió por Avenida de Mayo, provocando el regreso de la masa que se iba. Cerca de 20.000 personas circularon por la Plaza, mientras otra masa quedó caceroleando en los barrios.


A este cuadro se sumó una intensa campaña del Frenapo y la CTA, para sacar a la gente de la calle y en particular de la Plaza, planteando, en algunos casos directamente, que no había que movilizarse porque las marchas “desgastan”, o en otros, que la zona norte de la Capital debía concurrir a Olivos y no a la Plaza, o que lo fundamental era el cacerolazo en el barrio y juntar firmas por el juicio a la Corte, contra las listas sábana o por cualquier otra cosa. Esta campaña de los elementos de la Concertación con el duhaldismo, viene también planteando en las Asambleas Barriales que hay que centralizar las Asambleas por sectores de la Capital, para concurrir a los CGP zonales a discutir el Presupuesto Participativo o la Ley de Comunas, como una maniobra dirigida a fraccionar el movimiento, distraerlo de la lucha y regimentarlo. En varias de ellas se le ha respondido que si el CGP quieren participar, que vengan a las Asambleas y que el presupuesto, que Ibarra acaba de ajustar, debe ser investigado y controlado directamente por las Asambleas Populares.


También el PTP-CCC se empeña en la liquidación de las Asambleas, promoviendo “multisectoriales” con la Iglesia, las Pymes y otros sellos, o impulsando “estatutos” para regimentar las Asambleas y privarlas de su carácter democrático.


La votación de la Interbarrial, en contra de una “centralización” (¿sustitución?) del movimiento asambleístico por una mesa central, por un cacerolazo nacional el viernes 8 y contra toda Concertación con el gobierno, fue un golpe contra todas estas tendencias burocráticas, regimentadoras y desmovilizantes.


La Interbarrial rechazó la movilización ese mismo día contra las medidas económicas que Remes Lenicov estaba anunciando en ese momento, reflejando, probablemente, cierta confusión sobre la naturaleza de las mismas. El Partido Obrero redoblará su campaña sobre “el golpe final contra nuestros ahorros y salarios” que significan estas medidas, por la multiplicación de las Asambleas Populares y su unidad con los piqueteros en lucha y por la Asamblea Constituyente, convencido de que, corrido el velo de las nuevas medidas, en términos de carestía, reducción salarial y confiscación general de los trabajadores y la clase media, las Asambleas Populares tendrán la última palabra.