Políticas

27/8/2020

Messi y los multimillonarios dueños del negocio del fútbol

Barcelona pide por el jugador la tercera parte de todos los gastos del año contemplados en el presupuesto de Salud de nuestro país.

Desde que se hiciera público el telegrama de Lionel Messi donde le anuncia al Barcelona su intención de retirarse del club en el que transcurrió prácticamente toda su carrera como futbolista, el tema ha ocupado las primeras planas en infinidad de medios del mundo, compitiendo de igual a igual o incluso desplazando a muchas de las principales noticias de actualidad.

Sin duda se trata de un acontecimiento de interés para los fanáticos del fútbol como para los que no lo son tanto. En el centro está el mejor jugador del mundo de los últimos años y el equipo catalán fue, con él en el plantel, admirado como pocos por la calidad de su juego.

Pero el portazo de Messi también ha puesto de relieve los enormes negocios que se mueven detrás de este deporte, donde multimillonarios de distintos orígenes invierten grandes cantidades de dinero que tienen orígenes non sanctos o que son excedentes sin posibilidad de ser multiplicados por los canales capitalistas normales, dada la profundidad de la crisis económica mundial.

Que un club, el Barcelona, pretenda cobrar por la transferencia de un jugador, Messi, 700 millones de euros, solo puede ser entendido en el marco de una burbuja armada para la realización de grandes movimientos de dinero con valores inflados o ficticios.

Una idea de la desproporción de esta valuación la da, por ejemplo, el hecho de que se trata del equivalente al doble de todo el dinero destinado por el Estado nacional para las actividades de la Universidad de Buenos Aires en el 2020 y de la tercera parte de todos los gastos del año contemplados en el presupuesto de Salud.

La estructura que está en la base de estos negocios multimillonarios parte de la adquisición de los clubes por inversores de cualquier lugar del mundo, es decir, la privatización de lo que fueron fundados como centros de diversión y prácticas deportivas amateur y que eran manejados por sus socios. O que fueron creados directamente para el desarrollo del negocio, en países con escasa tradición futbolística como Estados Unidos, por ejemplo, donde la multiplicación de clubes y la potenciación de su liga principal, la MLS, se ha producido directamente sobre la base de la intervención de inversores privados que apuntan a las ganancias.

Los clubes que aparecieron como posibles destinos de Messi una vez concretada su desvinculación del Barcelona son una muestra acabada de todo este proceso.

El que surge como principal candidato, el más que centenario Manchester City, fundado en 1894, es parte del City Football Group (80% del capital), cuyos dueños son jeques árabes de la familia real de Abu Dabi, que lo adquirieron en el 2008 y que tienen clubes en cuatro de los cinco continentes.

El CFG es propietario del New York City FC, de los Estados Unidos, fundado en el 2013; el Melbourne City, de Australia, en el 2009; el Yokohama Marinos, uno de los clubes más importantes de Japón, en sociedad con Nissan, antiguo propietario, creado en 1992; el Mumbai City, de la India, del 2014, y el Montevideo City Torque, de la primera división del Uruguay, que fue creado en el 2007.

El Inter, de Milán, otro de los candidatos, fundado en 1908 y donde juega Lautaro Martínez, tiene como propietario principal (64% del capital) a Sunning, un distribuidor minorista chino poco conocido por aquí, pero que es uno de los grandes grupos capitalistas de ese país. Otro de los propietarios, con el 31% del capital, es el fondo LionRock Capital Limited, de Hong Kong.

El francés PSG, de Neymar y Mbappé, que parece haberse bajado de la pelea por Messi, es propiedad de Qatar Investiment Autorithy, del jeque Nasser Al Khelaifi, un multimillonario que pertenece a la familia dominante de ese país de Medio Oriente, donde ostenta el cargo de ministro sin cartera y es propietario de un club de fútbol local. Adquirió el club francés en el 2011, invirtió desde entonces más de 1.300 millones de euros en la adquisición de jugadores y, sobre esa base, el PSG ganó 8 de los 9 campeonatos de la primera división francesa que se disputaron desde entonces.

El enorme negocio que se mueve alrededor del fútbol, especialmente en las grandes ligas europeas a las cuales se les están sumando otras -en punta la de los Estados Unidos- por la necesidad de ampliar las inversiones y los ingresos, tiene en la compra venta de jugadores a uno de los puntales, pero no el único. Los derechos de televisación, las ventas de productos y servicios, entre otros, engrosan las arcas de los propietarios.

En el 2019, el Manchester City, por ejemplo, obtuvo ingresos declarados por 626 millones de euros.

Para que el negocio florezca son muy importantes las grandes estrellas. Así es que medios españoles han indicado que la salida de Messi (antes Cristiano Ronaldo y Neymar) no será solo un golpe para el Barcelona sino para la liga española porque perderá ingresos en todos los terrenos.

Y que, por el contrario, la liga italiana podría dar un salto grande en los negocios si el argentino llega al Inter (ya está Ronaldo en la Juventus) y la Premier Ligue, de Inglaterra, florecería aún más si Messi se decide por el City de Pep Guardiola.

Eso explica por qué a Messi le pagan más de 70 millones de euros anuales o a Neymar 35 millones y a Cristiano Ronaldo, 31 millones.

De entrecasa, aún sin clubes en manos de inversores, los negocios, en un nivel -claro está- mucho más reducido, en la Argentina los manejan mafias que también se han apoderado de los clubes de manera directa o indirecta. Las compras y las ventas de jugadores, por ejemplo, en muchos casos ya pasan por afuera de los clubes, por las manos de representantes o intermediarios.

Desde la AFA y las directivas de los clubes se arman los distintos negocios y son utilizados como factores de poder o de carrerismo político. Los capitalistas no dejan de lado ninguna actividad que pueda dar ganancia directa o indirecta.

Lejos quedaron los clubes de ser ámbitos sociales y deportivos manejados por sus fundadores. La vuelta a esa función requiere de la liquidación del sistema de lucro capitalista.