Políticas

17/11/2021

Milei avanza en sus planteos fascistizantes

Justifica el confrontamiento físico y las agresiones contra la izquierda.

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Si Milei fue noticia el domingo por la noche, una vez finalizados los comicios, fue por la polémica suscitada en el búnker de La Libertad Avanza, donde un guardia amenazó con desenfundar un arma frente a un hombre del público mientras la defensora de genocidas Villarruel esperaba para hablar. A partir de eso, el ahora diputado hizo una defensa abierta, al mejor estilo Bolsonaro, de la libre tenencia de armas como herramienta para combatir la delincuencia. A su vez, su asesor Carlos Maslatón justificó el suceso criminalizando en clave fascista a la izquierda, acusando intentos de “matarlos”. En los hechos esto no se conjuga de otra manera que como el puntapié de una convocatoria fascistizante a la confrontación física y la formación de bandas armadas, cuyo principal enemigo comenzaron a delinear en la izquierda y los luchadores.

Entrevistado en la radio Urbana Play FM, el diputado nacional electo por La Libertad Avanza, Javier Milei, hizo una defensa acérrima de la libre portación de armas. Fue luego de ser consultado por el episodio del guardia de seguridad aprovechó el tópico planteado para colocar una disyuntiva en la que “a los delincuentes no les importa si hay permiso o no para llevar armas”, y que entonces “si la gente honesta las llevara, habría menos delincuencia”.

 

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El diputado de La Libertad Avanza se coloca en la misma sintonía que uno de sus grandes ejemplos, Donald Trump. Lo que Milei en realidad propone es blanquear las cacerías al mejor estilo “La Purga”, como lleva a cabo en los hechos otro de sus reivindicados, Jair Bolsonaro. Las bandas parapoliciales brasileñas comúnmente denominadas “escuadrones de la muerte”, que vienen de larga data pero recobraron fuerza con el mandatario derechista, son el ejemplo claro. Orquestadas directamente desde el Estado, estos grupos actúan presuntamente como civiles y son responsables de miles de fusilamientos en las favelas cariocas.

El exasesor del genocida Bussi se monta en la delincuencia, al igual que hizo Espert en el último tramo de la campaña proponiendo hacer “queso gruyere” a los delincuentes, para hacer un planteo directamente fascista. En el caso del electo diputado por la provincia de Buenos Aires plantea formalizar lo que ya ocurre de hecho, con epicentro en el propio territorio bonaerense donde la fuerza provincial comandada por Berni asesinó a más de 150 pibes de las barriadas populares durante la cuarentena estricta. Estas palabras deben ser denunciadas por la gravedad que tienen detrás de cada letra. Hay que prestar especial atención, sino, a las declaraciones del asesor de Milei, Carlos Maslatón. También consultado por el agente que amagó a desenfundar el arma, justificó que el mismo la portara bajo el argumento de que “desde las Paso surgió la idea de que alguien podría querer matar a Milei”; que “la izquierda siempre quiere matarlos”. Es un claro planteo de criminalización de la izquierda revolucionaria, que apunta a justificar que se desarrolle contra esta una confrontación física (y armada, claro).

Los “liberales” no hacen una defensa de la portación de armas para que las mayorías populares se defiendan ante el derrumbe de sus condiciones de vida, para que defiendan los derechos de los que fueron enajenados por el capital o las ofensivas que este embate, como la licuación salarial y las reformas antiobreras en curso. No defienden que la población pueda armarse para defenderse del Estado y su carácter represivo. Ante todo, decimos que se trata de un planteo fascista porque convoca a armarse “contra la delincuencia”, proponiendo así una razia de explotados contra explotados. Al turno en que oculta, claro, al aparato estatal como regente del delito y a sectores capitalistas (como el sistema financiero) como grandes beneficiarios de él. La criminalización de la izquierda en la novela viene a proponer un enemigo para justificar su propia tenencia de armas, señalando por lo bajo también a los sectores reaccionarios que aglutinan, los que colmaron de simbología fascista el Luna Park al cierre de la contienda electoral, que las mismas podrían ser empleadas contra este “enemigo”. Es parte de la campaña que ya emprendieron con Milei gritando “zurdos de m…” en cada ocasión en que tuvo lugar para hacerlo.

Maslatón hizo un planteo “defensivo” para emprender una ofensiva. Señala en la izquierda a un enemigo temible, que “quiere matarlos”; avalando de esta forma los ataques y las agresiones macartistas. Esto, cuando las mismas se replicaron en los últimos meses a troche y moche, incluso también desde los grandes bloques del régimen como el propio peronismo. Ni que hablar tampoco de las vandalizaciones fascistas a locales del Frente de Izquierda – Unidad, incluidas también agresiones en actividades de campaña como sucedió en Villa Ortúzar por parte de un grupo de seguidores de Biondini.

No es casualidad que estos fascistoides encubiertos vengan a proponer esto mismo cuando, como bien señalamos, los demás bloques políticos de la burguesía también han multiplicado sus hostilidades hacia la izquierda revolucionaria. Es una historia que ya se vivió en el país con los grupos de tareas parapoliciales como la Triple A, que tuvieron como propósito ahogar en sangre al activismo y a la vanguardia obrera. Esto solo constata el grado catastrófico de la crisis capitalista, que conforme se acentúa fogonea sus tendencias hacia la rebelión de los pueblos como a la reacción de los capitalistas; cuya expresión más acabada es, justamente, el fascismo. El Frente de Izquierda – Unidad tiene la autoridad de haber nombrado a estos presuntos “liberales antisistema” como la expresión más reaccionaria del sistema desde el primer momento, y cuando ninguna de todas las otras variantes lo hizo. Por esto mismo, decimos con nombre y apellido que estas palabras de Milei, Maslatón y compañía son una provocación fascista, que tiene como finalidad última lo antes descripto.

A su vez, nos comprometemos desde ya, con el mandato que nos dan 1.300.000 votos que son un pronunciamiento de lucha, a organizar la movilización popular para repeler y aplastar al fascismo que la crisis del capital erosiona.