Todos somos mineros

Mientras el precio internacional del cobre y otros metales volaban por las nubes (2005-2008), Minera La Alumbrera incrementaba su producción, incorporaba nuevos molinos y una planta para extraer molibdeno del material estéril que hasta entonces no se recuperaba. Pero no incrementó en casi nada su personal efectivo. Todo fue obra de decenas de contratistas tercerizados que “subían” con centenares de trabajadores a los que se les pagaba el convenio de la construcción, naturalmente mucho menor que el de los mineros, con jornadas agotadoras y turnos de 14 por 7.

Cuando a fines de 2008 el precio del cobre tocó su mínimo (aunque siempre más alto que los valores desde 1997, comienzo de la mina, hasta 2003) la patronal empezó a efectuar despidos hormiga entre los efectivos y a “bajar” contratistas. En las últimas semanas, a pesar de la recuperación parcial de los precios, la tendencia se agudizó. Bajaron a centenares de trabajadores (despidos encubiertos) y se rumorea que están amenazados más de 100 efectivos. Se habla de desactivar la planta de molibdeno (que nunca funcionó bien por problemas técnicos y despide un olor nauseabundo y tóxico) y el trabajo de los efectivos se ha recargado. La flexibilización está a la orden del día así como los “incidentes” (accidentes en realidad).

El sindicato minero (Aoma) ni siquiera protesta para la tribuna. Para los burócratas patronales los trabajadores contratistas son descartables, aunque cuando salen a defender a la minería lo justifican por los puestos que genera (como dicen, directos e indirectos).

Por la unidad de contratistas y efectivos. No a los despidos abiertos o encubiertos. Que la crisis la paguen los capitalistas.

 

Corresponsal