Políticas

6/12/2012|1251

Mirador a la izquierda: Partido, crisis de deuda y 7D

Para el periódico Hoy (PCR), el "exitoso parazo y piquetazo nacional" se enmarca en el surgimiento de "una multisectorial", como llama al frente policlasista entre la CGT y la CTA, de un lado, y la Federación Agraria y otros sectores patronales, del otro. En lugar de una perspectiva propia de la clase obrera, el PCR ve al paro como el auxiliar de un frente con objetivos de recambio interiores al actual régimen político. A pesar de pronosticar un "diciembre caliente" o de declarar en tapa que "crece el descontento popular", el PCR no reclama un plan de lucha.


El PTS, por su lado, concluye que "el pase a la oposición de las clases medias y el parazo del 20 abrieron un gran debate político nacional. La clase obrera no puede ser ‘neutral’. Debemos construir nuestro propio partido de trabajadores sin patrones. El Frente de Izquierda debería incluir esta perspectiva que venimos levantando desde el PTS en la batalla que tiene planteada hacia las elecciones de 2013".


A este planteo le falta, sin embargo, un eslabón, porque no se entiende que del éxito del paro se derive que haya que llamar a formar un partido centrista (como sería un partido sin patrones) limitado en lo programático a las demandas inmediatas de la huelga. Casualidad o no, el planteo coincide con la polémica desatada en torno del burócrata sindical de los 60, Augusto Vandor, quien había coqueteado con esa idea. El planteo de un PT en Argentina, sin un movimiento real que lo respalde, confronta con el trabajo de la izquierda revolucionaria, la que debe fusionarse con el activismo que pelea por la independencia de clase, en base a un programa revolucionario. El antagonismo entre el movimiento obrero que lucha por desarrollarse sobre sus propias bases, de un lado, y la tendencia cada vez más profunda de la burocracia a asumir un carácter empresarial, por el otro, hace inviable un PT sin patrones, o sea con burócratas. Lo muestra la pelea del subte y la negociación de Moyano, Barrionuevo, el duhaldismo y Scioli. La urgencia de profundizar la relación política entre la izquierda revolucionaria y la clase determinan la necesidad de un inmediato inicio de la campaña electoral, que será la forma política más general de avanzar por ese camino.


Libres del Sur da cuenta en la web de su activa intervención en un armado electoral que recrearía a la Alianza. Tras la reunión en el bar "La Paz", Tumini visitó Mar del Plata, donde se reunió con dirigentes de la UCR y declaró que "es necesario dar una respuesta al reclamo social sobre la posibilidad de fortalecer una oposición con peso político y electoral". El paso de Libres del Sur del kirchnerismo al FAP se habría convertido, así, en un breve episodio de su pasaje a la Alianza, con toda la vieja política patronal.


La crisis de la deuda externa también mereció atención destacada. La Verdad Obrera colocó el tema en tapa ("Ni un peso para la deuda") y criticó en sus notas el mito del "desendeudamiento" de los K. El PCR, en cambio, afirma que "si el gobierno mantiene su decisión de no pagar, exigirá golpear junto a él contra el apriete financiero imperialista yanqui". ¿De no pagar qué? si el choque con los fondos buitres responde, precisamente, a la voluntad de seguir pagando la deuda usuraria con el dinero del pueblo.


Respecto del 7D, gran parte de la izquierda coincide en denunciar al gobierno. En todos los casos está ausente, sin embargo, el tema de la política concreta de los trabajadores de prensa y medios frente al ingreso masivo de la patronal kirchnerista y al ajuste con el que Clarín hará frente a sus ‘desinversiones'.


Otros sectores de la izquierda intermedia han saltado al apoyo al gobierno. Marea Popular (Mella y otros) y el Frente Popular Darío Santillán firmaron un comunicado con organizaciones filokirchneristas -como la Gleyzer, la Corriente política 17 de agosto y la 2021- que expresa el deseo de que "el 7D, la democracia avance sobre Clarín y todas las corporaciones". No dice ni una palabra contra los monopolios alineados con el gobierno, aunque se cubren de "la posibilidad de que se licite a favor de otros grupos económicos", como si fueran poca cosa petroleros (Cristóbal López), banqueros (Moneta), superpulpos internacionales (Telefónica, Slim) o el propio aparato del Estado, que paga la deuda externa mediante la confiscación de jubilados y trabajadores.