Mirador de la izquierda

El cacerolazo del 18 de abril implicó distintos análisis por parte de la izquierda. Para El Socialista (IS) “otra vez la clase media y sectores populares ganaron las calles, plazas y avenidas para repudiar a este gobierno (…) No compartimos la visión de algunos sectores de izquierda que la consideraron una acción reaccionaria dirigida por el PRO o los radicales. Estos partidos patronales estuvieron, pero la movilización surgió por reivindicaciones genuinas”. La caracterización de IS es ambigua o centrista, porque le esquiva el bulto a la caracterización del contenido político de la movilización. IS propone “salir a convencer desde ahora que hace falta una salida distinta, revolucionaria, al servicio de los trabajadores y demás sectores populares. Para eso promovemos la unidad de la izquierda con el FIT”.


Esta última frase merece una aclaración que IS no proporciona: ¿en quiénes está pensando como aliados del Frente de Izquierda? Dado que los plazos apremian sería importante que clarifique este punto.


Para el PCR, por su lado, “este cacerolazo fue muy heterogéneo: muchos jubilados y jóvenes (asalariados, estudiantes, profesionales, etc.) que han asumido esa forma de protesta; en la Capital Federal con gran peso de capas medias de la zona norte, con sectores de derecha como el PRO, Patricia Bulrich, algunos de los servicios K como Cecilia Pando, entre otros”. Otro que esquiva el bulto. La movida del 18 responde, al menos de conjunto, a la línea de que “la oposición se una”, una suerte de ‘caprilismo’ en clave rioplatense. Libres del Sur participó del cacerolazo del 18A “en defensa de la justicia y en repudio de la corrupción gubernamental” e incluso cita, aprobatoriamente, al radical Gil Lavedra, quien enmarcó la movilización en la “defensa de la honestidad y de la justicia independiente”. O sea: ‘la corrupción mata, el capitalismo es salud’.


Marea Popular prefirió condenar a los manifestantes: “No te vi cacerolear por mí”. Esto es ultrakirchnerismo obsceno. Los “10 millones de pobres, 40 por ciento de trabajadores sin plenos derechos, los niños sometidos a trabajo infantil, los jóvenes que no estudian ni trabajan, los hogares arruinados por el paco, las personas reducidas a la servidumbre en prostíbulos y talleres clandestinos, los campesinos e indígenas desplazados por el agronegocio, los argentinos sin vivienda digna, las villas y asentamientos sin infraestructura social básica y los pibes asesinados por el gatillo fácil”, que Marea Popular invoca para atacar a la clase media que exige la cabeza de Lázaro Báez, no la creó ella sino los K -desde la dictadura en adelante (sin omitir su década menemista). Marea utiliza datos que condenan al gobierno, contra la clase media que ataca al gobierno responsable de esta situación. Por eso repetimos que no es una marea, sino un mareo.


Para la Verdad Obrera “las denuncias de corrupción contra los Kirchner y sus empresarios amigos, y las evidentes maniobras para aprobar esta reforma reaccionaria [de la Justicia] intentaron ser aprovechadas por los partidos patronales opositores que se sacaron la foto en los cacerolazos de las clases medias”. En el análisis, asegura que “esto no implica que mecánicamente la pérdida de hegemonía del gobierno se manifieste en una derrota electoral profunda como en 2009, sobre todo teniendo en cuenta las debilidades de la oposición patronal. Si por algún motivo el gobierno mantiene una relativa fortaleza política, pese a su decadencia, es porque esta oposición es igual o peor que ellos”. Lo que importa, sin embargo, no son esos eventuales resultados electorales que pueda obtener el oficialismo, sino la pérdida de hegemonía de unos y la incapacidad de capitalizarla de los otros. Esto configura una crisis de conjunto, es decir de régimen, que potencia un ascenso electoral y político de la izquierda revolucionaria. La potencialidad política de una crisis por arriba, o sea la capacidad de suscitar la intervención latente desde abajo, es una omisión sistemática de los articulistas de La Verdad Obrera.