Políticas

22/1/2009|1070

Movilización contra despidos y la destrucción del Teatro Colón

El trascendido de que el gobierno porteño ha decidido cesantear a 500 trabajadores del Teatro Colón, en principio contratados y jubilables, tuvo importantes consecuencias. Por un lado, una nueva crisis para la gestión de Macri; el director del teatro, Horacio Sanguinetti, renunció sin aviso previo, según varias versiones para no cargar con el costo de los despidos masivos. Los medios reflejan que la renuncia renovó los choques interiores del gabinete macrista.

Por otro lado, los trabajadores se autoconvocaron y, en número de 300 a 400, realizaron un acto con corte de la calle frente al Teatro y, al día siguiente, una concentración frente a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad.

Las cesantías masivas, si bien no están confirmadas, coinciden con la política de desguace del Colón y su conversión en una sala de alquiler.

El teatro se encuentra en estado terminal. Cerrado, las obras de reforma paralizadas, con grandes deterioros producto de las mismas y sin ningún plan serio de desarrollo y terminación. Tanto los trabajadores técnicos como los artísticos, fueron atomizados en decenas de dependencias y una parte de ellos licenciada sin término. Se ha llegado al extremo de que a los técnicos que quedaban en el teatro se les ha prohibido la entrada y las puertas tapiadas. No existe programación para el año en curso.

Los trabajadores y sectores activistas de la Cultura en todo momento denunciaron que el “Master Plan” de reforma del teatro y sus sucesivos replanteos, no eran más que un desguace para privatizarlo.

Esa política quedó plasmada en la Ley de Autarquía votada a fines de año pasado, que contó con el voto de todos los bloques de la Legislatura. Lo cual hace llamativo que ahora se alcen voces críticas de los que fueron cómplices desde el oficialismo (Daniel Filmus) o desde la oposición (Elisa Carrió)

La ley establece la descentralización de los talleres, deja a los cuerpos estables (orquestas, ballet, coros) en un terreno nebuloso; elimina la estabilidad de los trabajadores y habilita, por medio de una conducción verticalista, dependiente del gobierno de turno, todo tipo de tercerizaciones.

La reacción correcta ha sido la de los trabajadores, que han salido de cara a la opinión pública a movilizarse activamente, tanto contra los despidos masivos anunciados como contra la destrucción en curso de Teatro Colón. Una movilización “preventiva” importante en este tiempo en que la desocupación amenaza por igual a las áreas estatales y al ámbito privado.

El movimiento debe tener continuidad, reclamar por ningún despido, apertura inmediata del teatro, investigación de las obras y el destino de los fondos utilizados, elaboración de la programación para este año, derogación de la ley de autarquía.

Corresponsal