Políticas

27/8/2009|1097

Moyano conducción

Moyano pretende refundar un movimiento político-sindical de trabajadores; es la enésima vez que se menea el asunto desde que el Partido Laborista quiso quedarse, en 1946, con la herencia del 17 de Octubre, y desde que el metalúrgico Vandor buscó un “partido obrero” bajo el gobierno de Illia (y terminó apoyando el golpe militar de Onganía). Para estos supuestos afanes, Moyano reunió 87 gremios y planea un acto a mediados de setiembre en Mar del Plata.

También juguetea con su propia candidatura dentro del peronismo, primero a presidente, después a gobernador, aunque ahora aclara que “no le da el físico para jugar en la selección”. En los últimos días se ha especulado, incluso, con una suerte de volver al “peronismo sin Perón”, que vendría a ser un moyanismo sin PJ. El último experimento de este tipo fue el de Ubaldini (tal vez el último líder con cierta popularidad que tuvo la burocracia sindical peronista), experiencia que terminó con un 1,4% de votos en la provincia de Buenos Aires.

Este sube y baja del movimiento político social, o un PT a lo Lula, ha sido también el deporte preferido de Víctor De Gennaro, quien encontró, sin embargo, más útil fundar la Alianza de triste memoria de De la Rúa-Chacho Alvarez, luego apoyar al sojero Buzzi y, recientemente, a Pino Solanas.

Bajo el menenismo, el moyanismo creó el MTA, luego se unificó con las “62” y, más recientemente se subió a la conducción nacional kirchnerista, con Moyano como vicepresidente sindical del PJ. La “nueva” corriente de la que se habla es una huida hacia adelante ante la descomposición del kirchnerismo.

La experiencia sindical del moyanismo no penetró en gremios fundamentales. Los ‘gordos’ siguen dirigiendo sus gremios; la UOM es una entente de fracciones divididas que no adscriben al moyanismo; Uatre rompió con Moyano para responder a sus patrones sojeros, la Uocra y UPCN siguen con sus propios negocios con el Estado y la patria contratista. La UTA, cofundadora del moyanismo, está alejada después del desbarranque de Juan Manuel Palacios (que enfrenta juicios por abultamiento de patrimonio). Smata, luego de una inestable incorporación al moyanismo, sufrió la división del rodriguismo (otro con asuntos pendientes en los tribunales). Otras patotas como la del Somu, sólo andan preocupadas por participar en el negocio del juego. En el puerto, el Supa libra una huelga general contra la federación moyanista por el encuadramiento de sus trabajadores. La burocracia sindical no marca ninguna tendencia a emanciparse del Estado y de los patrones.

En realidad, las hipótesis de un Moyano laborista sucumbieron frente al Argentinazo, al que no quiso apoyar con una huelga general y prefirió ligarse al gobierno efímero de Rodríguez Saá. El moyanismo no ha hecho más que capturar cajas y explotar la debilidad de sus adversarios entre las mafias sindicales. Hoy, ese poder está cuestionado como consecuencia de la crisis del kirchnerismo. Ante el cambio de frente de la burguesía (que exige a los K algún acuerdo con el FMI), el moyanismo buscará, si se hunde el matrimonio, anclar con quien aparezca como alternativa.

El moyanismo alimenta algunas expectativas entre quienes lo presentan como el que restableció el régimen de paritarias y logró algunas modificaciones de la legislación laboral, por la vía del abogado Recalde. Pero esto no tiene entidad ni consistencia: la flexibilidad laboral ha crecido gracias, precisamente, a la ley Banelco II, de Moyano-Kirchner; las paritarias se han usado para bajar el costo laboral para las patronales y el 40% de los trabajadores está en negro, ganando por debajo del salario mínimo.

Las verdaderas experiencias de lucha han venido y siguen viniendo de abajo, contra el conjunto de la burocracia sindical, más precisamente del Cuerpo de Delegados del Subte, las huelgas telefónicas, de las internas papeleras, de las huelgas petroleras de Santa Cruz, las huelgas docentes y los Suteba combativos, del Casino, de las ocupaciones de fábricas como Mahle o Indugraf, de las huelgas azucareras como las del Tabacal, como hoy de la huelga de Terrabusi.

La CGT Moyano, que llega a su término sin realizarle ni a Duhalde ni a Kirchner un paro general, se ha caracterizado por la regimentación y la entrega de las luchas. El desarrollo de un gran partido obrero estará ligado a la politización clasista y revolucionaria de los activistas que han conducido las luchas de los últimos años, y que han re-establecido un control obrero sobre los lugares y condiciones de trabajo.

Néstor Pitrola