Políticas

6/11/2008|1062

MST-AFJP: Un ni-ni favorable al capital financiero

El MST se ha visto en la obligación de aclarar que no participa en la manifestación que han convocado los banqueros, la derecha, Carrió-Prat Gay y la Iglesia contra la nacionalización de las AFJP. Sus razones tiene: como parte de la Mesa de Enlace de la soja, cualquiera podía suponer que estaría entre sus participantes, como ocurrió en el Monumento a los Españoles, o hacerlo ahora como lo hace el “chacarero” De Angeli, también conocido como “pequeño productor”. Después de todo, la composición social y la orientación política de los defensores de la privatización previsional son las mismas de aquéllos que han defendido los intereses del capital sojero. El MST, sin embargo, alega para no participar que es partidario de la jubilación estatal (aunque lo mismo dicen la mayoría de los promotores de la movida contra su nacionalización), pero de todos modos también se pronuncia contra “el proyecto del gobierno”, porque, dice, la nacionalización apunta a pagar la deuda externa (exactamente, de nuevo, las mismas razones que dan los agentes de la banca, como la UCR, Carrió o el PS).

Pero la participación o no del MST en la manifestación sojero-bancaria no es lo fundamental; lo fundamental es que su rechazo a la nacionalización de las AFJP demuestra que su alianza con la derecha sigue incólume. Ocurre que, como todo el mundo sabe, el MST apoya (casi sin reproches e incluso con enorme entusiasmo) todas las nacionalizaciones de Chávez, que paga religiosamente la deuda externa de Venezuela aún más de lo que hace Kirchner con la de Argentina (y que incluso invierte las reservas venezolanas en el fundido Lehman Brothers), y que también paga esas nacionalizaciones a precios de oro. En Argentina, sin embargo, el MST no apoya la liquidación de la principal conquista del capital financiero internacional contra los trabajadores en la década del ’90, que no ha sido otra que la privatización previsional, o sea las AFJP. Cuando, por fin, hay que ocupar el lado correcto de la barricada, o sea el campo que apoya la nacionalización de las AFJP, el MST se pone encima del muro, o sea, en línea con la ofensiva derechista y de los banqueros.

Fuimos los primeros en denunciar que la finalidad de los K, con esta nacionalización, es (y seguirá siendo) evitar la cesación de pagos de la deuda externa, pero no por esto podemos dejar de impulsar la nacionalización de las AFJP, que ha sido nuestra reivindicación histórica, y hacerlo con nuestra propia política, en especial cuando esa nacionalización ha provocado una confrontación con el capital financiero internacional, que se ha lanzado a un ‘golpe de mercado’. Hay que apoyar la nacionalización de las AFJP y hacerlo con nuestro propio programa (que sea sin indemnización, que se las intervenga ya, que sea para pagar el 82%, que la Anses sea controlada por trabajadores y jubilados, por la nacionalización de los bancos y del comercio exterior) y no, como hace el MST, ¡que levanta un programa para no apoyarla! El ni-ni del MST es un neutralismo favorable al capital financiero.

Lo concreto de la situación se resume así: para evitar un crack, o sea el ‘default’, que seguramente lo eyectaría del gobierno antes de tiempo, los K han tenido que recurrir a una nacionalización que nunca quisieron (“el último cartucho”, advertimos), pues fueron ellos mismos quienes se aprovecharon de la privatización jubilatoria del menemismo. En realidad, la nacionalización de las AFJP se ha ‘infiltrado’ en la situación política en razón de la excepcionalidad de la crisis. Es claro que los K nunca emprenderían ni podrían emprender esa nacionalización si no fuera en función de sus intereses de clase: por eso, además de dar seguridades del pago de la deuda, están prometiendo que la Anses se empeñará en cumplir la función de ‘mercado de capitales’ de las AFJP (en beneficio de los especuladores inmobiliarios y comerciales). En semejantes circunstancias, los socialistas debemos destacar, detrás de la medida, la envergadura de la crisis histórica del capital; poner de manifiesto los límites de esa nacionalización desde el punto de vista de los trabajadores, y subrayar las contradicciones que han llevado a ella y que se agudizarán en consecuencia de ella.

Cuando se desarrolló el conflicto sojero, el MST nos apuntó el cariñoso mote de ‘ni-ni’, por nuestra posición independiente de ambos campos capitalistas. ¡Pero en ese conflicto no se jugaba ninguna reivindicación histórica de los explotados; era, todo, una disputa capitalista! En esa ocasión, opusimos a ambos bloques un programa de nacionalizaciones (de la tierra, del comercio exterior y de los bancos). Nuestro ‘ni-ni’ se convirtió, enseguida, en una realidad: están en discusión las nacionalizaciones (incluso en todo el mundo). La escala porcentual de retenciones a la soja del MST (el ‘programa’ del MST en el conflicto agrario) quedó en el triste olvido. Pero cuando ahora se plantea la cuestión de la nacionalización, que tanto el MST como el PCR despreciaban durante el conflicto de la soja, el MST esgrime una neutralidad reaccionaria: ‘gracias, no fumo’, un ‘ni-ni’ frente a las nacionalizaciones que hasta ayer consideraba fuera de lugar.

No hay vueltas, cada uno está atado a su destino.