Políticas

8/6/2006|949

MST-AS | Una “historia oficial”; del Seminario de Izquierda


El MST-Alternativa Socialista ha presentado una versión sobre el desenlace del “Seminario por el reagrupamiento de los luchadores, las fuerzas populares y la izquierda” que es lo más parecido a una mentira. Bajo el título “Otro paso en el reagrupamiento de los luchadores y la izquierda”, relata un final idílico del Seminario, en el que “se volcaron las conclusiones de los distintos temas en debate y se resolvió seguir dando pasos para poner en pie una alternativa”. Enseguida, reproduce, como declaración final del Seminario, el texto presentado por el bloque del MST-AS en oposición a todo el resto del Seminario. Ese texto faccional fue rechazado en la sesión plenaria por un conjunto de organizaciones —entre ellas, el PO. El grupo del MST-AS se retiró desairado, demostrando con ello que había presentando un ultimátum.


 


El texto que el MST presenta como conclusión del Seminario, pero que no es, repetimos, otra cosa que su propia posición política, daba por clausurada la experiencia del Seminario, que de este modo habría cumplido en menos de 48 horas el enorme cometido que le habían asignado de superar la disgregación de la izquierda. Sin embargo, el MST-AS llama ahora a “la construcción de una nueva izquierda en la Argentina”, ignorando las deliberaciones del Seminario y encubriendo de este modo una nueva maniobra escisionista. Desde los ’90, viene protagonizando una división tras otra, siempre en nombre de “la izquierda que se une”. Cada nueva escisión va acompañada con un nuevo paso de renuncia a la tradición histórica del marxismo en lo que hace al Estado y al partido, sustituyendo el régimen proletario por la “democracia con justicia social”, y la necesidad de un partido de la clase obrera con planteos movimientistas o federaciones de camarillas. Pone en primer plano el palabrerío en lugar de la acción organizada, y el electoralismo en lugar de la lucha de clases. Sin embargo, a la hora de profundizar el primer paso de un debate, como lo fue el Seminario, editando un boletín de discusión abierto a todos los militantes y luchadores, y preparar un segundo Seminario a breve plazo, los ‘pluralistas’ eligen la ruptura y la auto-proclamación de su propio círculo, al que esta vez bautizan con el trillado término de “nueva izquierda”. Tanto afán de ‘renovación’ solamente delata la inconsistencia.


 


La mentira no se sostiene…


 


La “historia oficial” del MST-AS es, a esta altura, un motivo de bochorno. El MST-El Socialista ofrece en su prensa la misma versión de los hechos que hemos dado desde estas páginas, y denuncia al MST-AS y a su bloque por “un planteo apresurado y aparatista que aborta el rico proceso de acercamiento y debates entre los partidos”, y le imputa el propósito de “dar pasos apresurados en el camino a una nueva estructura política” (ES, 31/5, N o 32). Lo mismo dice el MAS (www.mas.org.ar). En la autoproclamada ‘nueva izquierda’ no se encuentra la firma del Partido Comunista de Trabajadores (PCT) (anunció la próxima salida de un comunicado), ni tampoco de Patricia Walsh, que asistió al Seminario.


 


El MST-AS se esfuerza por ocultar su divisionismo adjudicando al PO un ultimatismo que no es tal, como lo prueba el hecho de que en ningún momento insinuamos siquiera que nos retiraríamos del Seminario; al revés, ofrecimos una detallada propuesta para continuarlo y para forjar acuerdos de acción de cara a la lucha social y política que se desarrolla en el país. El MST-AS caracteriza como ‘ultimátum’ la firmeza con que los delegados del PO defendieron sus ideas, de lo que habría que concluir que el MST-AS concibe las alianzas políticas solamente con los genuflexos. Pero no se trata solamente de esto. Varias organizaciones, no solamente el MST-AS, entienden que la dictadura del proletariado o la construcción de un partido de acción y de clase son asuntos que ya han sido sepultados por las polillas. Sin embargo, marxismo aparte, el desprecio por estas cuestiones esconde algo de una actualidad espectacular; nos referimos a la tendencia, que está claramente expuesta en los documentos que fueron presentados al Seminario, a presentar al chavismo o al bolivarianismo como el puente hacia la revolución socialista, que de este modo no tendría necesidad ni de partido socialista ni de gobierno obrero y campesino. O de propugnar que el PSOL, la nueva organización formada por quienes rompieron o fueron excluidos del PT de Brasil, se empeñe en reivindicar a ese mismo PT “de los orígenes”, sin importarles que ya se haya demostrado la incapacidad incurable del ‘pluralismo’ y del ‘democratismo’ de llevar a buen término los intereses históricos de la clase obrera. Los que se esfuerzan por sacarse de encima la gran herencia histórica del marxismo y la clase obrera, pretenden sustituirla por la colaboración democrática entre las clases o la formación de círculos de conversación electoralistas. El MST-AS debería dar francamente la cara y declarar la finalidad política que persigue con su repudio indisimulado a los puntos fundamentales del marxismo.


 


A diferencia de la ‘escisión permanente’ que viene protagonizando el MST-AS (en cierto modo, un récord internacional en los últimos diez años), nuestro método político, el mismo que propusimos antes del Seminario, en la declaración por la reunificación de la IV Internacional, en 1997, y que volvimos a hacerlo en el Seminario, sí abre una perspectiva de reagrupamiento a la izquierda que realmente lucha. Nosotros proponemos construir un partido de lucha de la clase obrera a todas las tendencias e individuos que desarrollan prácticamente la lucha de clase de los trabajadores, y que esta construcción tenga por base la claridad y la delimitación políticas: como lo decía ese ruso pasado de moda, Lenin, “para unirnos debemos dejar en claro nuestras respectivas posiciones”. Declaramos formalmente lo siguiente: estamos dispuestos a ser una minoría en un partido común que, de un lado, sea de combate y de lucha, y, del otro, se base en la exposición abierta de las diferentes posiciones, o sea, la delimitación política. En eso consiste el centralismo democrático: en agrupar para la acción a todos los que impulsan la lucha de clase de la clase obrera en un marco de democracia, o sea de congresos regulares, disciplina con las decisiones de la mayoría conseguida mediante la discusión y los métodos democráticos, acceso a la prensa partidaria, boletines internos. La homogeneidad es fundamental para un partido obrero que quiere alcanzar la victoria y conquistar el poder; sin homogeneidad la clase obrera sólo es capaz de escaramuzas y no puede esperar más que la derrota. Pero la homogeneidad se conquista por medio de la evaluación de la experiencia de lucha común, en el marco de un partido y a la luz de un programa y de elaboraciones colectivas. Los ‘pluralistas’ renuncian al objetivo de esta homogeneidad, nos quieren congelar como una “charca discutidora”; quieren convertir en norma su propio proceso de desintegración. Los que pretenden ‘aggiornarnos’ nos llevan con sus planteos a la edad de piedra del movimiento proletario. Lo que cimenta la unidad es la organización basada en un programa; el movimiento y el pluralismo son el método de la intriga permanente.


 


Llamamos a todos los luchadores que entienden necesaria la organización política de lucha de los trabajadores a unir nuestros esfuerzos para proseguir la discusión política y para arribar al objetivo.