Políticas

24/10/1996|516

No a la privatización

Después de haber reducido su dotación en; casi un 70% del personal, y de ser transformardo en banco mayorista, el BHN era mostrado por el gobierno como un “modelo de ajuste exitoso’’. Según las declaraciones de su pro­pio presidente. Pablo Rojo, en el último ejer­cicio había dado ganancias por 300 millones de dólares. No obstante. Menem ahora ha dado la orden de privatizarlo.


La primera especulación sobre esa deci­sión gubernamental apunta a las urgentes ne­cesidades de caja del menemismo, que, acu­ciado por una muy probable derrota electoral es el ’97, querría utilizar lo recaudado (se habla de un precio de venta de 3.000 millones de dólares) para “planes de asistencia social” prefectorales, es decir, financiar la compra de votos. Yendo un poco más hondo, el negocio que está en juego es el de la “securitización hipotecaria”, el pasaje a la banca privada de todas las hipotecas e intereses a cobrar por el BHN, que a la vez pueden ser utilizados como Respaldo o aval de otras operaciones financieras. De concretarse, y teniendo en cuenta el potencial devaluatorio de la economía argen­tan, estamos ante la puerta de una nueva 1050, la expropiación masiva de propiedades es favor de la gran banca y de un manejo Polutamente discrecional de las tasas de interés para préstamo por parte de los privatistas. Y dada la envergadura del negocio, éstos solo pueden ser los mayores pulpos del capital financiero o inmobiliario.


La Comisión Gremial Interna y la propia Asociación Bancaria han respondido que es­tán dispuestos a defender el actual carácter del banco, si es necesario, hasta con la ocupación del mismo. Pero mientras tanto, su principal actividad es desarrollar una intensa tarea de lobby sobre diputados y senadores para que bloqueen la iniciativa gubernamental. Una estrategia similar dio lugar, en su momento, a la derrota de los compañeros y la privatización de la Caja de Ahorro. En ese momento, más allá de cualquier declaración altisonante, el objetivo de la burocracia fue asociarse a los privatizadores mediante el Programa de Pro­piedad Participada. Ahora integran el directo­rio junto al Mercantil y Leucadia (EE.UU.). Nadie garantiza que aquí no estemos frente a la misma película.


Y los compañeros del Hipotecario tienen el espejo de la Caja para ver cuál podría ser su futuro: despidos masivos, cierre de sucursa­les, régimen de trabajo carcelario, extensión horaria, etc.


Es necesario obrar en consecuencia: pre­parar la movilización y la toma, organizar el Cuerpo de Delegados de Base, mantener la Asamblea General sabiendo que el resultado de la lucha no depende de los diputados y senadores, siempre bien dispuestos a “disci­plinarse” al Ejecutivo, sino de la firmeza de los trabajadores. La situación política es bien distinta del momento en que se privatizó la Caja; si la resistencia se afirma, el resultado de este nuevo ataque también puede ser bien diferente.