Políticas

29/9/2022|1654

EDITORIAL

No son cinco días de huelga general, son cinco meses de lucha

Abajo la extorsión patronal de Massa contra el Sutna

La lucha del Sutna. en el centro político nacional

“El ministro Massa extorsiona a los trabajadores amenazando abrir la importación, poniendo así al gobierno ‘nacional y popular’ del lado de las multinacionales. No podemos permitir que nos rebajen los salarios mientras aumentan exponencialmente el precio de los neumáticos”. Con estas palabras definió Alejandro Crespo la última jugada del gobierno para quebrar la histórica huelga de los trabajadores del Neumático y torcer la paritaria.

Hace décadas que una lucha obrera no ocupaba el centro político nacional como esta. Los motivos son varios. El primero y principal es la tenacidad y consistencia del colectivo de obrero de las tres grandes plantas -Fate, Bridgestone y Pirelli- y la consecuencia de la dirección clasista del Sutna: no son cinco días de huelga general, son cinco meses de lucha. De paros, movilizaciones, cortes de ruta, asambleas y respuestas contundentes a nivel fabril a cada provocación patronal. Es la democracia sindical que votó el reclamo salarial en asamblea general del gremio. Es la confianza de la base del gremio en una dirección que viene peleando desde los puestos de trabajo hasta las mínimas reivindicaciones en cada sección, por eso ganó con el 75% de los votos todas las seccionales en la previa de esta larga revisión paritaria.

Resulta indudable que la huelga escaló al primer plano político. El Presidente recibió a Madanes Quintanilla, el dueño de Fate, en lugar de escuchar a los trabajadores. El superministro reunió una “mesa” de empresas del neumático, de automotrices y de sindicalistas como la UOM y el Smata, con la sola excepción del sindicato interesado, en lucha, del Sutna. Massa promete gastar los dólares del Central que no hay para enfrentar el “capricho” obrero. No ve el “capricho” patronal.

La única explicación de esto es que la formidable lucha obrera apunta al corazón de la política oficial, el ajuste por inflación contra los salarios. Temen un efecto cascada a partir de un gremio que, luchando, arranque un aumento por encima de la inflación, que es el núcleo de los reclamos del Sutna votados por los obreros, sea en cuanto a las cuotas paritarias o en el adicional reclamado por las horas de fin de semana.

Alberto Fernández ha dicho en muchas oportunidades, como un zombi ajeno a la realidad, que los salarios aumentan por encima de la inflación. El Sutna y los trabajadores del neumático lo llevan a la práctica frente a poderosas empresas que ganan fortunas, según sus propios balances, que venden al precio internacional en dólares y que pagan salarios básicos que no distan mucho de la línea de pobreza con unos 475 pesos la hora en Pirelli y unos 600 en las otras dos plantas. Sobre eso hay un 25/30% más en adicionales, bastante por debajo de una verdadera canasta familiar.

Cualquiera sea el resultado final, es una prueba de fuerza de un sector de la clase obrera para quebrar un orden de cosas basado en el desquicio inflacionario. Es un sector de la clase que se vale de su sindicato para llevarlo adelante.

La huelga se mete en la crisis política

Las cuatro tapas seguidas de Clarín reclamando mano dura contra la huelga con un eje macartista son parte de un libreto de la burguesía que da cuenta de la profundidad de la lucha de un pequeño pero concentrado gremio industrial, y de la debilidad política del gobierno para imponer los propios dictados de la burguesía. Las más de 30 audiencias sin salida, incluida la conciliación obligatoria, dan cuenta de un Moroni en la cuerda floja. Uno de los “funcionarios que no funcionan”, según el kirchnerismo, claro que para imponer a fondo el ordenamiento patronal.

La intervención reaccionaria de Massa ha desatado un debate al interior de las filas oficiales, esta vez a partir de una gran huelga obrera, lo que es un dato nuevo de la situación política.

La derecha actuó rápida de reflejos, pero desflecada. Largó Espert pidiendo “cárcel y bala” contra los obreros, para continuarla con la intervención del sindicato cuando hasta Fate se delimitó de la variante fascista propuesta. Pero Bullrich no anduvo lejos, agitando la ilegalización del sindicato y la inverosímil especie de que Bridgestone se iría del país, cuando solo anunció el cese de operaciones de una planta que no operaba por la huelga.

Larreta no se metió con el Sutna, pero mandó la policía a la casa de los pibes que ocupan 15 escuelas contra el trabajo gratuito de la juventud en el último año del secundario. Gerardo Morales, a su vez, metió una reforma constitucional que prohíbe las manifestaciones.

Los “demócratas” que defienden las Paso para no partirse compiten con qué método reprimir al movimiento popular. El peronismo, con su superministro al frente, amenaza con importaciones noventistas de dudosa viabilidad, solo para quebrar una huelga.

Nuestra defensa incondicional de esta gran lucha -como lo hicimos con el elefante neuquino, con el movimiento piquetero o con los autoconvocados riojanos por mencionar algunas de gran magnitud- se enmarca en una estrategia política central: la intervención de la clase obrera en la crisis, como base política de un salto hacia la izquierda.

Crece el apoyo a la huelga, cruje la CGT, se divide el kirchnerismo

La huelga del Sutna es un emergente de un cuadro en el movimiento obrero. La furiosa campaña para aislar a los trabajadores no ha podido evitar que entre los trabajadores se esparza la simpatía con un gremio que por fin lucha en serio contra el hundimiento del salario. Eso ha tenido expresión parcial en el afiche publicado con el apoyo de todo el movimiento obrero combativo y sectores como Camioneros, Aceiteros, CTA Autónoma, Judiciales de Piumato, Conadu H, el cuerpo de delegados de todo Foetra y no menos de 50 sindicatos y decenas de cuerpos de delegados, por adentro y por afuera del Plenario del Sindicalismo Combativo, además de la Unidad Piquetera. En la clase obrera hoy es masivo el apoyo, así lo han sentido los burócratas de la CGT que corrieron a Olivos en la noche del lunes 26 a conspirar contra la huelga.

En esas agitadas horas, Pablo Moyano amenazó romper la CGT y anunció que se irían con él el Smata y la UOM, además del núcleo más cercano como Canillitas, pero Furlán no estuvo dispuesto. La cuestión quedó en la nada después de fuertes presiones del peronismo más tradicional. Pero el mar de fondo sigue. La novedad es que, como nunca, formó parte de la crisis una gran huelga obrera, la del Sutna.

El apoyo de la CTA Autónoma es más previsible cuando Conadu Histórica está en pleno plan de lucha y ATE ha tenido que llamar al paro nacional aunque Godoy y Lozano sigan sin romper con el gobierno. Pero un hecho que no puede pasar desapercibido son las divisiones que se extienden en el kirchnerismo sindical. Trece sindicatos de la Conadu K pararon con los 27 de la Conadu Histórica ante la demolición salarial en las universidades. Segovia enfrenta a Pianelli en el Subte, la Verde y Blanca de Catalano en ATE se rompe, la UTE está dividida. Por otro lado, Palazzo de Bancarios y la Corriente Federal han sido los ausentes totales frente a la huelga del Sutna, mientras sectores de Atilra se mostraron solidarios. La Cámpora pidió pista para movilizar al ministerio con el Sutna el miércoles 28.

Estos movimientos y crisis llevaron a la burocracia de los “gordos” de la CGT a pedir al gobierno “firmeza” …contra la huelga del Sutna.

Una huelga que empalma con otros aires en el movimiento obrero

Cuando empezaron los paros por la revisión en el Sutna, era marcada la soledad como lucha salarial. Hoy, la realidad ha dado un giro. La inflación se llevó puesta las revisiones al 60/65% anual con una inflación que marcha al ritmo del 100%, cuando aún no llegaron los tarifazos y eventuales saltos cambiarios. La caída del consumo refleja el cuadro.

Eso empezó a recalentar el panorama. La huelga del Somu y otros gremios que operan en los remolcadores paró el movimiento en los puertos y frenó a la Fragata Libertad hasta la conciliación obligatoria. Se trata de gremios de salarios importantes deteriorados en la última etapa. En Santa Fe, la docencia está parando masivamente tres días por semana, en la Ciudad de Buenos Aires fue enorme el paro docente, los Suteba Combativos llevan dos paros importantes contra la conducción de Baradel, otro socio de Wasiejko ausente en la solidaridad con el Sutna. El paro nacional de ATE, de poca incidencia habitualmente, paró 25 vuelos a partir de ATE-ANAC; Conadu Histórica vuelve a los paros con los trece sindicatos de la otra Conadu, el 15 y 16 de octubre en 39 universidades. Los profesionales de la salud, residentes y concurrentes de la Ciudad se movilizaron masivamente en el marco de un paro general de Médicos Municipales. El gremio de la leche, Atilra, libra varias batallas parciales y en la Carne, una de las dos federaciones no firmó la paritaria a la baja, lo que mueve el avispero en los frigoríficos de Buenos Aires. El Satsaid de televisión convoca paro por turno el 29 por salarios y Georgalos paró la planta ante distintos atropellos patronales.

El 27 de setiembre, el gran protagonista de las luchas del último período volvió a la calle con el acampe masivo de la Unidad Piquetera en la 9 de Julio y por lo menos en 20 ciudades de todo el país.

Como se aprecia, la tenacidad en la lucha del Sutna ha permitido que empalme con otro cuadro incipiente en el movimiento obrero, que puede dar saltos al compás del desbarranque inflacionario. Hay una confluencia de luchas que plantean objetivamente la cuestión del paro nacional. La burocracia opera con el poder político para evitarlo. La presión contra la división de la CGT ha sido para evitar que una grieta amplíe el campo de acción de los gremios que rompen el corsé. Definitivamente, vamos por la victoria del Sutna que marcará un camino, reforzando a toda la clase obrera frente al ajuste de Massa y el FMI.