Políticas

12/6/2003|804

No vale sólo por los que fueron

La movilización política de Liniers a Plaza de Mayo no puede medirse sólo por los casi 30.000 manifestantes que marcharon doce kilómetros para reclamar ante la Casa Rosada por el trabajo, el salario, la jubilación y la expropiación de las fábricas vaciadas.


A quince días de la asunción del nuevo gobierno, esta manifestación multitudinaria introdujo en el país un baño de realismo. Mientras las cúpulas de las centrales sindicales disputaban entre sí los mensajes de aprobación a la gestión del “nuevo” presidente y la nueva burocracia piquetera de D’Elía y Alderete reeditaba un pacto social con el gobierno capitalista, y mientras los políticos patronales compiten en desenvolver una “expectativa esperanzada” en quien se ha comprometido en un acuerdo de “largo plazo” con el FMI, los trabajadores ocupados y desocupados convocantes de la Asamblea Nacional piquetera pusieron en la calle las necesidades y la agenda de las masas explotadas.


La movilización duplicó en número a la del 16 de abril pasado, con una consideración popular favorable a lo largo de toda la marcha, expresada en el saludo de los trabajadores de las obras en construcción, en la mirada de respeto de todos los vecinos y transeúntes, incluso de los comercios que permanecier on abiertos. Las columnas fueron recibidas con algarabía en Brukman y acompañadas por una nutrida delegación de la fábrica durante varias cuadras.


A esta altura la marcha había vibrado con la incorporación de compañeros de Sasetru y la presencia masiva de trabajadores de Transportes del Oeste, que venían de arrancar una nueva victoria en su larga lucha por la expropiación de la empresa. Se hicieron presentes compañeros del Soeme, protagonistas de la huelga de los auxiliares docentes y estatales por el salario en la provincia de Buenos Aires, de la Coordinadora de Jubilados y Pensionados, de las listas de oposición en numerosos gremios. En definitiva, una marcha piquetera que reunió al grueso del movimiento de lucha ocupado y desocupado.


Una movilización similar tuvo lugar en todas las capitales de la provincia, en particular en Chaco y en Córdoba, donde se erigieron en el centro político de la jornada.


La Marcha por el Salario y el Trabajo culminó en la Plaza de Mayo, sin vallas y sin la presencia de los destacamentos “especializados” en la represión. Allí hablaron todos los dirigentes de las organizaciones convocantes y se leyó el petitorio de nueve puntos presentado el día anterior ante el Presidente de la Nación. Volvió a resonar fuerte el reclamo por el salario mínimo, por puestos genuinos de trabajo mediante el reparto de las horas de trabajo, por el aumento de los planes a 300 pesos y el control obrero de su distribución, por la expropiación de los centenares de empresas que hoy son dirigidas por sus obreros luego del vaciamiento de sus patronales, todo un retrato de la Argentina vaciada por los explotadores y enfrentada por los trabajadores en lucha.