Políticas

29/8/2002|769

Nuestra crítica es ciertamente nociva

Para Claudio Katz, nuestra crítica a los “economistas de izquierda” (PO N° 763) no es incorrecta ni falsa sino “nociva e inoportuna”. Es decir que la descalifica por “importunar” lo que es una virtual componenda sin principios entre ex trotskistas y representantes del Banco Credicoop; entre quienes, de un lado, confunden a las nacionalizaciones con el socialismo, y quienes, del otro, se oponen a esas nacionalizaciones en nombre de la “redistribución de los ingresos”.


Deben ser muy pocos los casos en la historia de las polémicas políticas en que uno de los bandos reivindica para sí el oportunismo y la falta de principios. Pero es lógico que así ocurra porque los llamados “economistas de izquierda” han hecho un frente en el plano ideológico, no en el plano de la política o la acción, lo cual constituye la esencia del oportunismo.


 


Estatismo burgués y socialismo


De todos modos, al igual que el tero, Katz pone el grito en un lugar diferente a los huevos. Es así que nos “corre” con la siguiente afirmación: “para Rieznik (y para el PO) … no corresponde formular un programa socialista”, citando nuestro planteo de que “el desarrollo real de la revolución condiciona el método, el alcance y el ritmo de las transformaciones sociales”. En consecuencia, nos estaríamos negando a formular un “plan de medidas económicas” que Katz disfraza de programa socialista. Es decir, que deriva su condición socialista de las medidas económicas; y no de la revolución que las condiciona. Esto le permite a Katz contrabandear propuestas de nacionalizaciones y estatizaciones como socialismo. El PO, que plantea la expropiación del capital, la destrucción de su Estado y la dictadura del proletariado, no sería sin embargo socialista porque no tiene un detallado cronograma de estatizaciones.


Mal pueden las nacionalizaciones y estatizaciones, sin embargo, ser en sí mismas un sinónimo de socialismo cuando han sido históricamente un recurso de la burguesía; sea para hacer frente a las dificultades, crisis o colapso del mercado capitalista, sea como un instrumento para enfrentar a los competidores y fundar un “capitalismo nacional”. No hay ningún país capitalista que no haya recurrido a ellas en mayor o menor medida en el último siglo. Lo que distingue a un socialista de un economista no es la cantidad de nacionalizaciones que propone sino que el primero se plantea la transformación revolucionaria de la sociedad bajo la dirección de la clase obrera mientras el segundo la niega y la asimila al estatismo económico, o sea a una transformación bajo la dirección de la burguesía.


 


El original y la copia


Por más ridículo que suene que para el PO “no corresponde plantear un programa socialista”, sirve para clarificar. Es que el programa de los Edi plantea las “medidas económicas” sin revolución socialista, o sea para evitarla, toda vez que se estaría ejecutando su programa sin que antes una revolución hubiera destruido el Estado burgués. Los Edi consideran incluso un error hablar del agotamiento histórico del capitalismo.


Por lo tanto, la definición de los Edi como “estratégicamente socialistas” es un contrabando, aunque no sea original. Desde hace décadas la intervención estatal en el mercado capitalista y las nacionalizaciones han sido presentadas como socialistas. En Argentina abarcó el socialismo nacional y la patria socialista.


La crítica a las nacionalizaciones y estatizaciones no debe limitarse a señalar su carácter burgués, ya que no modifican la explotación del trabajo asalariado. También hay que denunciar su función de rescate del capital en épocas de colapso económico y social, es decir como una salida capitalista. Un recurso obligado como se revela en el hecho de que el propio Duhalde ya ha debido estatizar alguna privatizada que abandonó el terreno, y lo mismo ha sucedido con algunos bancos. Los Edi creen que se delimitan de tales experiencias porque plantean el control de los trabajadores “y usuarios”. Pero esto no alcanza para que tengan un carácter socialista, porque para ello debe haber primero un poder obrero. El control de los usuarios, por otra parte, es un control sobre los trabajadores, un método de explotación.


 


El Frenapo y la URSS


Los Edi, sin embargo, adoptan los planteos de la Cta y del Plan Fénix, que naturalmente no tienen nada de socialistas, pero que ni siquiera son estatizantes. Katz se muestra enojado con tal comparación, pero él mismo tiene que salir a denunciar el documento de los Edi, con un lenguaje absolutamente vergonzoso: nos “desagradan –dice–, ciertas referencias que hace el Edi a la cultura del trabajo, que se identifica con la cultura de la explotación capitalista”. Es decir que el programa socialista es el barniz fraudulento de un planteo rabiosamente capitalista. Porque exigen “una cultura” de la explotación, los Edi no plantean un seguro al desocupado sino un plan de trabajo subsidiado con salarios iguales a los del límite de la pobreza, y para colmo dicen que esto sirve para eliminar la alienación capitalista. Se trata de pura barbarie. Pero, los motivos de la inclusión en las “Propuestas” de un salario inferior al piso histórico del país, responde a que el documento lo firman militantes del Frenapo, con el banquero Carlos Heller y Attac a la cabeza. IU se ha sumado entusiastamente a esta manipulación.


Lo que de todos modos es novedoso en la respuesta de Katz a nuestra crítica, es que justifica la necesidad de “explicar” un “programa económico” (que confunde con el socialismo) en el hecho de que ahora las masas “no vislumbran una alternativa ya que se ha extinguido la época de las sencillas ilusiones en repetir el camino de la URSS…”. Es decir que Katz es el más conciente de todos los “economistas” de que su labor teórica es disuadir al pueblo de protagonizar una revolución; Áy esto después del 19 y 20 de diciembre!


Para Katz, después de la caída de la URSS, la preocupación central es que ahora “muchos quieren saber ¿qué sistema bancario nacionalizado permitiría la reconstrucción popular de la economía?…”. Es decir, que la ex Unión Soviética no había resuelto un interrogante… financiero.


 


Socialismo económico


Katz va muy lejos en su esfuerzo de separar el programa de la revolución; no lo condiciona ni a una Constituyente: “no podemos esperar –dice– a que asuma una Constituyente con poder para entonces sí desayunarnos con los problemas industriales, cambiarios y financieros…”, dice Katz. Claro que los Edi tampoco están de acuerdo con la Constituyente con poder.


El error de los Edi consiste precisamente en abordar el socialismo como “economistas”. Su vaga convicción socialista se transforma en burguesa precisamente porque sustituyen la revolución y la transformación social por un programa “económico” que emerge, no de la lucha de clases, sino de un saber particular.


Katz simplemente no entiende (pero alguna vez sí entendió) que economía y socialismo son términos antagónicos. Le incomodó que dijéramos que la economía es una “especialidad burguesa”. Pero, como se sabe, nos limitamos a citar un planteo que tiene un siglo y medio, formulado por alguien que también Katz cita en su respuesta: “los economistas son los representantes de la clase burguesa y los socialistas los teóricos de la clase proletaria”. El que lo dijo fue Carlos Marx. Considerar “nociva e inoportuna” una crítica es mal síntoma; delata el objetivo de sostener un negocio político oportunista.