Políticas

3/5/2007|990

Nuestra lucha valía mucho más

Tras 54 días de huelga, se levantó la heroica lucha docente que tuvo en vilo a la provincia de Neuquén y al país.


El acuerdo suscripto entre ATEN y el gobierno establece “un piso salarial” de 1.240 pesos para los iniciales; una redistribución de “sumas fijas” decrecientes que licuan la pirámide salarial; la transferencia de una parte de éstas al básico, que pasa de 519 pesos a 599 pesos en julio; la devolución de los días caídos por planilla complementaria sin fecha cierta. El acta también establece el inicio de “conversaciones” en el mes de octubre para discutir nuevamente el básico y “otros temas de interés común y pedagógico” (reforma educativa), y abunda en “promesas” y “compromisos”, como la devolución del 6% retroactivo para los jubilados y el pase a planta de 1.400 auxiliares precarizados.


La directiva de ATEN logró hacer aprobar ajustadamente el acta-acuerdo en trece seccionales; otras seis la rechazaron.


En la determinante asamblea de ATEN-Capital, el acuerdo se impuso por escaso margen. La moción de aceptarlo, presentada por la Directiva, obtuvo 895 votos, mientras que la moción por el rechazo, presentada por Patricia Jure de Tribuna Docente/Partido Obrero, obtuvo el apoyo de 678 docentes, básicamente del activismo que sostuvo la medida y el acampe frente a la Casa de Gobierno.


La moción de aceptación del acuerdo fue maquillada con una serie de “condiciones” y modificaciones que la tornaron confusa. Esta confusión se manifestó en el plenario de secretarios generales, donde se produjo una severa crisis. Cuando la Directiva se trasladó al acampe para organizar el levantamiento de la medida, fue fríamente recibida por los 300 docentes que se mantuvieron allí hasta que finalizó la firma del acta.


Mientras la Directiva se reunía con el gobierno, una marcha de antorchas convocada por los padres de los alumnos, boicoteada por la Directiva de ATEN, reunía a 2.000 personas en las calles de la capital.


Es necesario sacar todas las conclusiones de esta huelga, en la que el activismo tuvo un protagonismo inusitado, para preparar las próximas luchas.


El inicio


La huelga docente fue resuelta en un Encuentro de Trabajadores de la Educación realizado el 28 de febrero, que votó un pliego integral de reclamos (salario igual a la canasta familiar, 80% móvil para los jubilados y pago de la deuda del 6%, pase a planta de 1.800 auxiliares precarizados).


Una vez declarada, la huelga rápidamente adquirió un carácter masivo. La “caravana provincial” de Zapala a Neuquén, se convirtió en una maciza movilización de 15.000 personas que fortaleció la huelga y recogió la simpatía de la población. Esto en medio del terrorismo mediático desplegado por el gobierno.


Desde el comienzo, la CTA no hizo nada para unificar la lucha con los estatales (empantanados en una “paritrucha”) y los trabajadores de la salud. Para la Directiva de ATEN, el punto de referencia no era el pliego original sino el piso pactado por Filmus-Yasky de 1.040 pesos pero “a la neuquina” (1.480 pesos por la diferencia del costo de vida).


La base del gremio sintió el amplio respaldo popular y obligó a la Directiva de ATEN a aceptar el reclamo de redoblar las medidas con cortes y piquetes. Ésta, en una primera tanda dispuso la realización de tres cortes en territorio de seccionales de su color, pero con escaso apoyo organizativo a la medida. La Directiva levantó los piquetes anunciando nuevos cortes para Semana Santa, como fue el caso de Arroyito. El activismo intentó tomar en sus manos la organización de los piquetes ante el rol francamente desorganizador de la Directiva.


El asesinato de Fuentealba


Ante la nueva tanda de piquetes, el gobierno de Sobisch trató de hacer valer la fórmula de gobernar “con el código penal en la mano” y dispuso la movilización del grupo especial Despo. Ese día hubo una brutal cacería contra los docentes, que sin embargo resistieron varias oleadas represivas. Cuando los trabajadores se estaban replegando, el policía Poblete fusiló a Carlos con una granada de gas lacrimógeno. Fuentealba falleció 24 horas más tarde.


A partir de allí se desata la rebelión popular. Superando las vacilaciones de la dirección de ATEN, miles se movilizan a ocupar los puentes de Centenario y Neuquén. Unas 30 organizaciones populares (entre ellas Zanón, estatales, partidos de izquierda, etc.) aprueban una declaración reclamando la inmediata renuncia de Sobisch. Varias asambleas de base exigen la renuncia de Yasky, responsable del aislamiento de la huelga. El 9 de abril se produce la movilización popular más importante de la historia provincial, con 35.000 personas en las calles y el paro general de (apenas) 24 horas convocado por CTERA, que no tiene más remedio que acusar el impacto que adquiere el levantamiento de los neuquinos.


El apoyo del pueblo a los docentes es total. El gobierno de Sobisch entra en una crisis irreversible. Su proyecto presidencial ha sido fulminado por la rebelión popular. Los trabajadores de los hospitales votan el paro por tiempo indeterminado. La Casa de Gobierno es literalmente sitiada y el gobierno debe trasladarse a una residencia en las afueras de la ciudad.


La dirección de ATEN, a pesar de la resistencia de los docentes, resuelve levantar el corte de los puentes y concentrar fuerzas frente a la Casa de Gobierno.


Los partidos patronales


Frente al levantamiento popular, todo el arco de los partidos patronales salió a sostener a Sobisch. El candidato del MPN, Jorge Sapag, se pronunció explícitamente por su continuidad. El “radical K”, el intendente de Neuquén “Pechi” Quiroga, declaró que la muerte de Fuentealba era un producto compartido por el gobernador… y los docentes. La variante kirchnerista que integra Patria Libre se refugió en un pedido de juicio político impotente. La Legislatura dejaría poco después de sesionar.


Notablemente, el UNE, la expresión local del “movimiento político y social” de la CTA, se abstuvo de fijar posición y de accionar. Días más tarde, declarará que bajo su hipotético gobierno abriría el debate sobre si “corresponde o no reprimir la protesta social”. El UNE sencillamente se declaró de luto y prosiguió su campaña electoral como si nada.


Toda la actividad electoral de los partidos patronales entró en un impasse. Quedó de manifiesto en forma nítida la distancia brutal que existe entre los reclamos y aspiraciones populares y los intereses y programas de los partidos del régimen.


Por si faltara algo, Aníbal Fernández anunció la disposición del gobierno nacional de enviar gendarmes a Neuquén en caso de que el gobernador así lo solicitara.


Un gobierno a la deriva


La desesperación ganó al gobierno de Sobisch. Su gabinete se resquebrajó, sus ministros huyeron. Confinado a un exilio interior, intentó armar un movimiento de “padres autoconvocados” con funcionarios y punteros que se deshilachó rápidamente. Montó una parodia de llamado al diálogo y recurrió al auxilio de la burocracia de UPCN para establecer un aumento salarial por decreto. Invirtió miles de pesos en publicidad oficial. Pero nada resultó…


El 16 de abril, una nueva movilización de 15.000 personas echará por tierra las provocaciones. Ya no hay retorno. Diariamente se suceden cacerolazos que involucran a miles de personas exigiendo la renuncia de Sobisch. Las asambleas docentes son masivas y el acatamiento al paro se mantendrá alto hasta el final.


En los últimos días de la huelga, surge un movimiento de padres que reúne una asamblea de 400 padres. El gobierno declara la “emergencia educativa” y convoca a suplentes a carnerear la huelga; ocupa las escuelas con matones del MPN. Los “piquetes de convencimiento” de los huelguistas logran la mayoría de las veces disolver los grupos de choque del MPN y sus carneros.


En este marco, inicia sus sesiones la mesa de negociación entre el gobierno y ATEN. La propuesta final, descripta al comienzo, no varía demasiado de lo que el gobierno pactó con UPCN, es decir, del aumento por decreto establecido 15 días antes del levantamiento de las medidas.


La izquierda


Una parte de la izquierda (PTS, Convergencia Socialista, POR) convirtió la consigna “Fuera Sobisch” en un ultimátum contra la huelga. Bajo la fórmula “no negociamos con la sangre derramada” postuló que era preferible “irse sin nada” antes que obtener las reivindicaciones. Lo único que recogió esta izquierda fue el rechazo masivo de quienes sostuvieron una lucha de casi dos meses y un completo aislamiento a la hora de convertirse en un factor en el desenlace.


Tanto Tribuna Docente como el Partido Obrero, sistemáticamente asociamos la consigna “Fuera Sobisch” con la victoria de las reivindicaciones de los trabajadores, denunciamos el papel de los partidos del régimen y el impacto que la rebelión tenía sobre la política educativa de Kirchner-Filmus. La gira de Néstor Pitrola por la provincia sirvió para amplificar y propagandizar estas posiciones.


Sólo Tribuna Docente distribuyó por medio de un volante su planteo y su programa en las horas decisivas. Fue la que ganó la simpatía de lo más granado del activismo. La izquierda democratizante improvisó, dispuesta a rendirse ante el hecho consumado y, finalmente, debió encolumnarse detrás de la moción impecablemente sustentada por Patricia Jure.


Daniel Huth, aliado del MST/Nueva Izquierda y representante de la minoría de ATEN provincial, intervino, por el contrario, para defender el acuerdo con el gobierno y la política capituladora de la Azul y Blanca y la Naranja, por lo que recibió la rechifla más notable de la tarde.


Las conclusiones


La huelga fue levantada cuando aún contaba con grandes reservas para pelear, cuando se sumaba el movimiento de los padres y las madres en apoyo, cuando la jornada del 1° de Mayo redoblaría el clamor de que Sobisch se fuera, cuando el paro se mantenía firme y cuando la rebelión en Santa Cruz adquiría las características de una sublevación general.


La huelga arrancó algunas pocas conquistas, absolutamente escasas con relación a una lucha tan formidable.


Sobre la base de esta experiencia, Tribuna Docente llama a construir metódicamente una nueva dirección para ATEN, clasista y consecuente, sustentada en un programa y en un sistemático trabajo de organización y preparación. Planteamos elaborar un balance colectivo con el amplísimo activismo que ocupó el primer lugar en esta lucha y a debatir esta perspectiva.


El Partido Obrero intervendrá en las próximas elecciones del 3 de junio para presentar a los luchadores una alternativa política, llevando como candidatos a Patricia Jure y Marcos Munguía (de Zanón), partícipes y líderes del impetuoso movimiento de lucha que acaba de sacudir a la provincia de Neuquén.