Políticas

18/11/2004|877

Olga Gonzalez, piquetera asesinada

El asesinato de la piquetera del Movimiento de Organizaciones Sociales (MOS), Olga Beatriz Gonzáles, es un hecho confuso. Aun­que rápidamente se planteó que detrás del crimen no existirían mó­viles políticos, posición oficial de su organización, la situación presenta una serie de interrogantes.


Los familiares, amigos y compa­ñeros de Olga realizaron la misma noche en que apareció el cuerpo, un piquete en la ruta 205, muy cer­ca del lugar del hallazgo. La res­puesta del Estado fue el rápido en­carcelamiento de tres jóvenes, que para los propios familiares y veci­nos de la víctima, serian inocentes. Por otra parte, elementos pertene­cientes al aparato municipal, se en­cargaron de minimizar los hechos. Se estarían escondiendo dos co­sas: algún tipo de responsabilidad directa, o la propia situación lamen­table en que viven los trabajadores de Spegazzini.


El origen del asesinato y viola­ción de una joven de 17 años de­bemos rastrearlo en la propia des­composición de este régimen so­cial y en la barbarie a que día a día se empuja a los trabajadores y a la juventud. El barrio de Olga, Spe­gazzini, lo refleja claramente: un vecindario sin ningún tipo de servi­cio público, sin luz, sin cloacas, sin gas; situación sumada a la desocu­pación, a la droga entre los jóvenes y la inseguridad, flagelos que se su­fren en el resto de las barriadas obreras de todo el país.


La destrucción de todo lazo hu­mano fraternal, es producto de la descomposición del capital, y es el caldo de cultivo para la actividad de elementos que actúan en forma ex­traviada y que luego son utilizados y protegidos por las propias fuerzas de seguridad en delitos de toda ín­dole -incluso políticos- cuando no son transformados en simples “chi­vos expiatorios”. Este es el tipo de inseguridad que sufren los trabaja­dores y que golpea con mayor cru­deza a mujeres y jóvenes.


Pero la muerte de Olga, como la de tantos otros jóvenes y mujeres trabajadoras, tiene una doble res­ponsabilidad. No solamente las condiciones actuales del régimen social en que vivimos, si no tam­bién la de los partidos que gobier­nan para este régimen podrido. Por lo tanto, el caso de Olga, como el caso de cualquier otra muerte obre­ra, esconde siempre una responsa­bilidad política. Por eso hay que ir a fondo en el esclarecimiento de la muerte de la compañera.


La joven, de 17 años, huérfana era una piquetera. Una luchadora que intentaba superar la situación social que le impuso este régimen y que comprendió la necesidad de unirse y organizarse junto a tantos otros que sufrían los mismos pade­cimientos. Es precisamente de los miles y miles de jóvenes trabajado­res como Olga de donde saldrá la solución al problema de la insegu­ridad y de la barbarie que enfrenta­mos.


Juicio y castigo a los responsables del asesinato de Olga González.


Desmantelamiento de las fuerzas de seguridad y del aparato judicial.