Olga Gonzalez, piquetera asesinada
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El asesinato de la piquetera del Movimiento de Organizaciones Sociales (MOS), Olga Beatriz Gonzáles, es un hecho confuso. Aunque rápidamente se planteó que detrás del crimen no existirían móviles políticos, posición oficial de su organización, la situación presenta una serie de interrogantes.
Los familiares, amigos y compañeros de Olga realizaron la misma noche en que apareció el cuerpo, un piquete en la ruta 205, muy cerca del lugar del hallazgo. La respuesta del Estado fue el rápido encarcelamiento de tres jóvenes, que para los propios familiares y vecinos de la víctima, serian inocentes. Por otra parte, elementos pertenecientes al aparato municipal, se encargaron de minimizar los hechos. Se estarían escondiendo dos cosas: algún tipo de responsabilidad directa, o la propia situación lamentable en que viven los trabajadores de Spegazzini.
El origen del asesinato y violación de una joven de 17 años debemos rastrearlo en la propia descomposición de este régimen social y en la barbarie a que día a día se empuja a los trabajadores y a la juventud. El barrio de Olga, Spegazzini, lo refleja claramente: un vecindario sin ningún tipo de servicio público, sin luz, sin cloacas, sin gas; situación sumada a la desocupación, a la droga entre los jóvenes y la inseguridad, flagelos que se sufren en el resto de las barriadas obreras de todo el país.
La destrucción de todo lazo humano fraternal, es producto de la descomposición del capital, y es el caldo de cultivo para la actividad de elementos que actúan en forma extraviada y que luego son utilizados y protegidos por las propias fuerzas de seguridad en delitos de toda índole -incluso políticos- cuando no son transformados en simples “chivos expiatorios”. Este es el tipo de inseguridad que sufren los trabajadores y que golpea con mayor crudeza a mujeres y jóvenes.
Pero la muerte de Olga, como la de tantos otros jóvenes y mujeres trabajadoras, tiene una doble responsabilidad. No solamente las condiciones actuales del régimen social en que vivimos, si no también la de los partidos que gobiernan para este régimen podrido. Por lo tanto, el caso de Olga, como el caso de cualquier otra muerte obrera, esconde siempre una responsabilidad política. Por eso hay que ir a fondo en el esclarecimiento de la muerte de la compañera.
La joven, de 17 años, huérfana era una piquetera. Una luchadora que intentaba superar la situación social que le impuso este régimen y que comprendió la necesidad de unirse y organizarse junto a tantos otros que sufrían los mismos padecimientos. Es precisamente de los miles y miles de jóvenes trabajadores como Olga de donde saldrá la solución al problema de la inseguridad y de la barbarie que enfrentamos.
Juicio y castigo a los responsables del asesinato de Olga González.
Desmantelamiento de las fuerzas de seguridad y del aparato judicial.