Otro éxito del Club de los Malos

La pretensión del gobierno de presentar la reducción de la imputabilidad a los menores de 14 años como un avance para la protección de los menores, constituye una perfecta trama para la columna de humor político de Clarín: “El Club de los Malos”, de Alejandro Borenztein. En realidad, está dando un instrumento invalorable a las fuerzas represivas y bandas criminales que utilizan a los jóvenes como mano de obra “descartable” para sus negocios.

En una entrevista con Página/12, el director regional de Unicef para América Latina y el Caribe, Nils Kasterg, opinó que  es “una medida demagógica bajar la edad de imputabilidad a los 14 años, como promueven la mayoría de los proyectos que empezaron a discutirse en el Congreso, dado que apenas 15 homicidios dolosos tienen como partícipes a niños menores de 15 años en el país”. Advirtió que este tipo de medida, en los países de Centroamérica, “profesionalizó la utilización de menores en el crimen” (Página/12, 26/4).

En todas las barriadas pobres es constante la denuncia de la presión por parte de punteros y policías para obligar a los menores a trabajar para ellos.

La desaparición de Luciano Arruga está encuadrada en la modalidad policial de reclutar a pibes de diferentes asentamientos, armarlos, y después les “liberan” zonas para que puedan robar para ellos y huir sin inconvenientes. Su familia denuncia que la brutal paliza que recibió Luciano en el destacamento del barrio de Matanza, y su posterior desaparición, obedeció a su negativa a entrar en este círculo.

A esto, se refiere el especialista de la Unicef.

Kasterg dice también que “todos los especialistas consultados por este diario están de acuerdo en que la trama de robos de autos y los desarmaderos no podrían existir sin un acuerdo cómplice de los que visten uniforme (…)ningún chico de 14 años puede robar un auto, como en el caso de Valentín Alsina, sin una estructura detrás (…) los pibes son la parte más barata de la cadena, por lo general adictos al paco (…) pero nadie determinará para quién iba el Palio de Capristo y con qué protección cuenta quien lo pidió.”

Al mejor estilo de Alejandro Borenztein, deberíamos escribir: “El Club de los Malos ha tenido un éxito inigualable, ha logrado manipular a la opinión pública para que crea que la inseguridad es producida por los delitos que cometen los niños de 14 años, y que en nombre de garantizar su derecho a la defensa en juicio se los pueda condenar. Así acallamos a los ‘progres’, mientras los malos de siempre hemos conseguido que se nos dé una nueva herramienta, inigualable, para nuestras fuerzas de seguridad asentadas en las barriadas que ahora pueden manipular a los pibes desde sus 14 años mediante amenazas de meterlos presos por pescarlos ‘in fraganti’”.

Dejando las ironías de lado, el nuevo Código Penal Juvenil aumenta la indefensión de los jóvenes y su utilización por parte del crimen organizado, que sólo puede existir por la activa participación estatal a través de sus fuerzas de seguridad.

El gobierno lo sabe y la oposición también: por eso la imputabilidad de los menores es una cuestión de Estado.

Claudia Ferrero