Políticas

29/5/2020

Pandemia: Alberto, Horacio y Axel, entre la flexibilización y el abismo

El azote de la pandemia de Covid–19 se concentra en Argentina, como problema, en el Área Metropolitana Buenos Aires (AMBA – Capital y Gran Buenos Aires) que concentra más del 80% de los casos. El gobierno nacional y ambos gobernadores se encuentran tironeados por dos grandes presiones: la de los empresarios para levantar la cuarentena en beneficio del funcionamiento de sus negocios y la del “espanto” de un descontrol de la pandemia que desborde el sistema de atención médica. Gobiernos que oscilan entre esos extremos, en el cuadro crítico de un quebranto económico sin parangón en las últimas décadas, no son los más indicados para tomar las decisiones radicales que se necesitan.


Cuál es el cuadro


En los últimos 20 días el tiempo de duplicación de los casos detectados nacionales se redujo 19 a 10 días y a 6 días en el AMBA. Es evidente que la “flexibilización” de la cuarentena decidida el 8 de mayo para Capital y Provincia, bajo fuerte presión empresarial, tuvo consecuencias negativas en materia de contagios, cada infectado contagia a más de una persona (1,3). A eso se sumó la estampida de casos en geriátricos y villas de emergencia. En Villa 31 y Villa 1-11-14 de CABA los casos positivos son el 60% de los testeados, contra un promedio nacional de 9.8%. La detección en villas de provincia, como la Villa Azul también está arrojando un 50% de positivos y en aumento a medida que avanza la detección. Completando el cuadro aumentan diariamente los contagios del personal de salud en los hospitales. Suman un 15% de todos los casos. Un tema más que crítico dado que cada infectado implicará el aislamiento de sus compañeros cercanos y, frecuentemente, del sector donde trabajan, como sucedió con la Terapia del hospital Zubizarreta o Neonatología del Ramos Mejía. Significa una reducción de la capacidad del sistema cuando más se lo necesita por el ascenso de la curva en nuevos casos y mayor cantidad de fallecidos.


Los límites


Un estudio de previsión estadística de técnicos del Conicet, estima que a la velocidad de expansión actual de la enfermedad, el sistema de salud se saturaría poco después de mediados de junio. La existencia real de camas críticas sigue siendo un secreto guardado bajo siete llaves. Datos indirectos refieren que en CABA hay 1250 camas de terapia (300 del sistema público) y en la Provincia de Bs As 4600 (2000 del sistema público). Si la disponibilidad estimada se calcula en un 55%, se contará con unas 3200 camas de terapia. El ministro Fernán Quirós adelantó que en la trepada de la curva, que probablemente haya comenzado, son de esperar 1000 nuevos casos diarios solo en CABA. De ellos, un 20% requerirá atención médica, un 5% terapia intensiva y un 2,5% respiración mecánica. Se estima que son cifras críticas para una internación promedio de 7 días por paciente si se tiene en cuenta que el 70% de esas camas pertenecen al sector privado y no están integradas a un comando único de toma de decisiones y distribución de recursos, algo a lo que el gobierno renunció ni bien el lobby de la medicina privada le mostró los dientes. Otra limitación es la escasa cantidad relativa de personal especializado – terapistas, enfermeras y kinesiólogas- entrenado para manejar esos servicios. Un tema que se debe encarar con jerarquización y aumento de salario, para evitar el pluriempleo, el stress y la sobreexposición de jornadas interminables. Hasta ahora las autoridades no solo no han contemplado estos requerimientos sino que súper explotan todo el recurso humano – residentes, concurrentes, enfermería – con precarización y amenazas.



Programa


Las limitaciones políticas evidentes para evitar una estampida de contagios que desborde la capacidad sanitaria, que de eso se trata, deben ser superadas mediante una vasta movilización social. En las villas, geriátricos, cárceles, hospitales y actividades imprescindibles, es urgente una campaña masiva y sistemática de detección y testeo de casos sospechosos y aislamiento de contactos estrechos. La detección debe ser masiva, meticulosa y eficaz. Vecinos de la Villa Azul han denunciado falencias del operativo Detectar, que de por sí arrancó muy tarde: por su sector no pasaron a encuestarlos. En los hospitales es imprescindible una reorganización general de la actividad y de los protocolos, según criterios estrictos de bio seguridad y aislamiento de áreas que hoy no existe o es precaria. Lo mismo que la provisión de los insumos y materiales correspondientes. Una inversión extraordinaria debe ser dedicada a estas medidas que solo serán garantizadas por los trabajadores organizados en cada establecimiento y con la centralización de los sistemas – público, de obras sociales y privado – bajo un comando único con control de los trabajadores de salud.



En las villas, los operativos de detección y aislamiento tienen requisitos básicos, como alojamientos para cuarentena confortables y sanitariamente seguros, con apoyo económico para los aislados y sus familias. Sostén estatal y obras urgentes para agua potable, energía e insumos de higiene y desinfección. Subsidio económico de 30.000 pesos para los que no tengan ingresos. La organización del barrio, incluso en los casos en que corresponda restringirse la circulación, no puede estar a cargo de los Berni y la policía, que es inepta, intimidante y represiva. Es prioritario retirar las fuerzas de seguridad y el ejército de las villas. La auto organización de los vecinos, con sus referentes, sus organizaciones sociales y el personal técnico necesario con protección de pandemia, debe hacerse cargo de la alimentación, la provisión de insumos, la colaboración con los operativos sanitarios y la circulación segura. Y decidir colectivamente cuando corresponde el aislamiento en alojamientos de campaña o en el mismo barrio según los casos. Todo eso volcado en protocolos de lucha contra la pandemia aprobado por las asambleas de vecinos.


En las fábricas, supermercados y medios de transporte, la detección y aislamiento también debe regirse por protocolos aprobados por los trabajadores: controles de temperatura, detección de casos, testeos y aislamientos, deben estar bajo control de los obreros y sus organizaciones, que contrarresten las presiones patronales para mantener la producción a como venga.



Conducción


La implementación del conjunto de las medidas requiere afectar intereses capitalistas de todo orden con firmeza política en esa orientación. Prohibición estricta de despidos y suspensiones o rebajas de sueldo (derogación de la resolución oficial que autoriza el pacto CGT-UIA de suspensiones con quita salarial). Subsidio a desocupados y cuentapropistas. Y, muy básico, para el financiamiento de esta gran campaña en la emergencia, frenar la fuga de capitales, aplicar un impuesto gravoso a la riqueza y suspender el pago de la deuda externa.


No es la política de estos gobiernos capitalistas, en sus versiones liberales o populistas, subordinados a los intereses de su clase patronal y al mismo tiempo temerosos de que un descontrol “a la italiana” de la pandemia acabe con sus carreras políticas. Que subvencionan a los grandes capitalistas con el dinero de los jubilados y habilitan a manos llenas la sangría de recursos nacionales. Se requiere la intervención organizada de los trabajadores, comenzando con la organización por empresa, por barrio, por villa y por hospital, de comisiones electas en asamblea de lucha contra la pandemia. Mineros, frigoríficos, repartidores, docentes, gráficos, choferes, vienen trazando un camino promisorio. Un frente de la clase obrera y sectores populares, que supere a las direcciones burocráticas cómplices, pueden dar una salida propia a la crisis sanitaria y económica.