Políticas

13/12/2001|733

Para el pueblo hay una salida: que la paguen los banqueros

No hay ninguna razón para que millones de argentinos pierdan sus pequeños ahorros.


Tampoco hay razón para que la crisis económica acabe con los magros salarios por la vía de una devaluación.


Menos motivo existe para que millones de trabajadores se incorporen al ejército de los cuatro millones de desocupados como una consecuencia de los despidos y de los cierres de empresas.


No hay motivos ni razones, porque hay medios para evitarlo.


Simplemente, haciendo que el derrumbe financiero lo paguen los banqueros.


Porque la única cuestión real es quién paga la crisis, si el laburante o el capitalista que busca beneficiarse con una nueva confiscación.


Los banqueros ya se llevaron, desde enero, 20.000 millones de dólares. Los banqueros, industriales y latifundistas argentinos tienen 150.000 millones de dólares depositados o invertidos financieramente en el exterior.


Tienen que pagar ellos, porque además son los que han gobernado la Argentina desde siempre. Son los responsables.


Esto significa dejarles de pagar la deuda externa y nacionalizar, claro que sin indemnización, los bancos y las AFJP. La estatización no debe ser para salvar a los banqueros, como hacen De la Rúa-Cavallo, sino para proteger a los pequeños ahorristas y a los trabajadores. Para proteger las jubilaciones futuras.


Significa también decretar la libre disponibilidad inmediata de todos los depósitos inferiores a 100.000 pesos y el congelamiento de los superiores a esa suma.


Los depósitos millonarios deben ser investigados.


Significa estatizar toda fábrica que despida o cierre, y ponerla en marcha bajo la dirección de los trabajadores.


Significa establecer un salario mínimo de 600 pesos, por una jornada de ocho horas, y un seguro al desocupado de 500 pesos.


Como se ve, hay una salida. No es cierto que no la haya.


Claro que esta salida plantea una cuestión de poder.


Con ellos, no hay salida.


Por eso hay que echar a De la Rúa-Cavallo y elegir una Asamblea Constituyente que gobierne en la Nación y en las provincias.


Porque está claro que los gobernadores y el Congreso y las legislaturas han fracasado de cara al derrumbe de su propio régimen.


Demos una dirección cierta al espíritu de rebelión que está creciendo día a día en el pueblo argentino.