Políticas

1/12/2011|1205

Así no: Para que el Frente de Izquierda progrese ¿cómo debatimos?

La crítica al libro de Christian Castillo (La izquierda frente a la Argentina kirchnerista) dio lugar a un debate que debe darse por concluido. Matías Maiello respondió al comentario inicial sobre el libro en el periódico del PTS y a una consideración ulterior de mi parte en Prensa Obrera. Maiello vuelve a intervenir ahora con una extensísima nota que se aleja del origen de la discusión y agrega nuevos temas, sin haber agotado -o incluso considerado- los términos de la crítica original, y los lanza al ruedo de un modo metodológica y políticamente caprichoso. En términos futboleros se diría que corre el arco una y otra vez para generar una discusión interminable, o como diría su padre intelectual “una charca discutidora”. Menos mal que en nuestra última nota ya planteamos que nuestro propósito no es “discutir por discutir” -advertidos de la intención del autor.

Maiello comienza su última, larga y confusa “contribución” con una queja: Rieznik -dice- “no responde al planteo sobre el debate necesario y urgente sobre el método para la construcción de la IV Internacional”. En el ámbito de Maiello todas las discusiones son ‘necesarias’ y, encima, ‘urgentes’. Pero, ¿a qué viene ahora esto ahora como “planteo principal”?

Maiello saca de la galera un “planteo principal” -como varios otros- amparándose en la perspectiva de las tareas que debe afrontar el Frente de Izquierda. Pero resulta que Castillo descalificaba totalmente las posibilidades frentistas y las limitaba a una acuerdo “técnico” frente a la legislación electoral proscriptiva, o sea ajeno a cualquier interés por las “perspectivas del Frente de Izquierda y sus tareas”. Maiello, sin solución de continuidad, pasa de un terreno de “divergencias” a uno de “convergencias” sin explicar el motivo del viraje, y se le ocurre que, ahora, el punto de partida “principal” sea… la “reconstrucción de la IV Internacional”. Todo esto es una impostura.

En el periódico del PTS, fuera de las notas polémicas de Maiello, en los artículos sobre la situación corriente y del movimiento obrero, no hay mención alguna al lugar que debiera ocupar el Frente, sus desafíos y perspectivas, luego de las elecciones. Parece que todo queda reservado a la polémica “con Rieznik” en las cuales los puntos en discusión se multiplican con más velocidad que los panes de Cristo. En nuestra prensa, en cambio, la naturaleza del Frente de Izquierda, sus conquistas y desafíos, merecieron siempre un primerísimo lugar, incluida la publicación de un extenso y cuidadoso documento del comité central del Partido Obrero sobre la cuestión, que no mereció ninguna consideración específica ni de Maiello ni del PTS. Está claro que una discusión sobre el Frente de Izquierda y sus perspectivas no debe ni puede circunscribirse a la consideración unilateral de lo que dice o no dice Rieznik en una nota referida a un libro en el cual, además, el punto era olímpicamente destratado. El “método”, palabra que remite, en su griego original, a camino o curso que se debe seguir, en este caso, en una discusión, para Maiello es chino. La falta de método en este debate, sin embargo, tiene un contenido político, porque la extensión sin criterio de problemas, la no distinción entre lo accesorio y lo fundamental, la falta de cuidado en los argumentos, revela un desvelo autoreferencial y una incapacidad para procesar una discusión ordenada y clarificadora sobre Frente de Izquierda, simplemente por temor a que ella tenga un resultado positivo en poner fin a la querella sectaria y a que sirva para delimitar posiciones que permitan desarrollar al partido revolucionario.

Eso lo pusimos de relieve de entrada cuando Maiello respondió a nuestra crítica al libro de Castillo privilegiando la defensa de una frase del libro de Castillo, incomprensible, sobre los completos acuerdos programáticos del PTS con el PO y al mismo tiempo las graves divergencias “estratégicas”. Semejante planteo convierte en un tarea vana todo debate sobre el programa, en la medida en que lo que importa (la estrategia) quedaría fuera del mismo. En lugar de una reserva de mercado, como hacen los capitalistas, Maiello hace una “reserva de crítica”, para continuar sin fin una polémica que de tal modo se transforma en inconducente, o sea que no conduce a ningún lado salvo alimentar un espíritu faccional. Por eso acumula, en una suerte de lógica binaria, puntos de oposición sin ton ni son: el PTS sería “insurreccionalista” (pero no participaba de los choques de los piqueteros con la policía), el PO no; el PTS prepara a la clase obrera para un desarrollo violento de la lucha de clases (¿ferroviarios?), el PO no; el PTS se autoproclama como el máximo exponente de la lucha por un “sindicalismo de base”, el PO lo desprecia; el PTS quiere que la clase obrera vote en asambleas, el PO no; el PTS se niega a “administrar planes sociales” (sic) (aunque no los Repro para Zanón), el PO no; el PTS valora los soviets, el PO los descalifica… y así de seguido. Y ambos somos denunciados por ‘reformistas’, ‘lastimeros’ y ‘electoreros’ por parte del francotirador Sartelli.

En definitiva, ha quedado desplazado y desnaturalizado el debate de las cuestiones que planteamos en torno al libro de Castillo. Sobre el embellecimiento del “modelo” kirchnerista”, sobre la enorme limitación conceptual y política de presentarlo como un “relato alternativo”, a la desproporción entre su escrúpulo en analizar los datos económicos y sociológicos de la situación y la falta de rigor en examinar el proceso de delimitación y lucha política en la Argentina pre y post Argentinazo, sobre la ausencia de toda referencia a las conquistas de la izquierda en el movimiento juvenil en la última década; cuestiones que han quedado sin respuesta. En esa medida el debate debe darse por concluido. Un debate que rechaza de antemano arribar a conclusiones, delimitar posiciones y clarificar los planteos para poder desarrollar un partido de la clase obrera es tarea de ociosos.