Políticas

23/8/2016

Peras y manzanas

Lecciones de economía en Plaza de Mayo


La Plaza de Mayo ha sido, desde siempre, el escenario de grandes crisis políticas y pronunciamientos populares. La mañana de hoy no fue una excepción: muy cerca de la Pirámide, no sólo quedó retratado el impasse completo del programa económico del macrismo, sino también el de un régimen social. 


 


Por una punta de la plaza, vimos llegar a los productores de peras y manzanas, con su mercadería invendible en las condiciones presentes. Esos productores celebraron, en diciembre pasado, la devaluación de un 50% de la moneda nacional, esperando que ello les significara una reducción de sus costos en dólares y la reapertura de los mercados internacionales. Del lado de los mercados, el derrumbe de la economía brasileña y el agravamiento general de la crisis mundial continuaron abatiendo la demanda. Al mismo tiempo, la depreciación del peso elevó a precios astronómicos el valor de la fruta en el mercado local, volviéndolos prohibitivos para el consumidor que vive de un salario. 


 


Del lado de los costos, la devaluación sirvió para licuar el salario de los trabajadores de la cosecha y el empaque. Pero la parte del león se la llevaron los monopolios acopiadores y el capital financiero, al calor de los altos intereses que impone la refinanciación de la deuda pública. 


 


Al mismo tiempo, llegaban a la Plaza jefas de hogar desde todos los rincones de la Capital y el conurbano. Seguramente, son parte de las 150.000 familias que perdieron su trabajo en estos meses. O, sin llegar a este extremo, de quienes vieron caer su salario al calor de una inflación del 45%. Al 28% de pobres que dejó la “década ganada”, el macrismo le viene agregando unos tres puntos porcentuales. 


 


Así las cosas, la Plaza de Mayo se convirtió en una enorme lección de economía y de política. Quedó de manifiesto una crisis capitalista en su forma más contundente: esto es, cuando esta organización social es incapaz de unir a través de su metabolismo característico –el mercado– a los productores y a quienes demandan los productos del trabajo humano. Los primeros tienen aptitud para producir bienes que satisfacen necesidades humanas (valores de uso) y los segundos necesitan esos alimentos. Sin embargo, y como productos que deben ser sometidos al intercambio (valores de cambio), hay peras y manzanas en exceso, por relación a la demanda solvente. En otro ámbito del mercado, los que no pueden comprar las frutas, a su turno, tampoco consiguen vender su fuerza laboral, e ingresan al ejército de desocupados. 


 


La unión entre unos y otros, en estas condiciones, sólo puede producirse a través de una ruptura de la condición mercantil –en este caso, de una manifestación política. Ello es lo que han protagonizado hoy, en la Plaza de Mayo, los que llevaron peras y manzanas y quienes fueron a buscarlas. 


 


La clase obrera y la izquierda deben imprimirle una conciencia y un programa a este impasse enorme que se expresó hoy: la salida al derrumbe económico y social que han dejado quienes gobiernan y han gobernado el país para los intereses capitalistas exige una transformación social y una lucha.