Políticas

30/4/2009|1081

Políticos al borde de un ataque de nervios

La advertencia de Kirchner de que un triunfo de los opositores entrañaría una “vuelta al 2001” y “al caos”, más que un pronóstico es la confesión de un fracaso. Después de casi una década de tentativas de “reconstruir el Estado y la política”, la bancarrota capitalista ha echado el intento por la borda. Es claro que Kirchner utiliza un lenguaje de polarización política, pero hay más que eso en el desplante. Porque éste es también el lenguaje que utiliza toda la burguesía mundial para justificar los rescates de capitalistas y las suspensiones y despidos de trabajadores -hacer lo contrario, respetar los derechos de los trabajadores y defenderlos, sería ‘el caos’. Como consecuencia de la crisis de su sistema de dominación, los banqueros y sus políticos recurren al lenguaje de la histeria. Sin embargo, en oposición al ‘pánico’ que difunden los explotadores, los trabajadores debemos defender nuestros derechos, apoyar las luchas que libran sectores crecientes de compañeros y reclamar que los sindicatos, la CGT y la CTA, en lugar de colaborar con los patrones y con el gobierno, llamen a una huelga general. El objetivo es parar las suspensiones y despidos, repartir las horas de trabajo disponibles sin tocar el salario, obtener un seguro al desocupado igual al 80 por ciento del salario de bolsillo y un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar, y establecer la nacionalización sin pago de toda fábrica que cierre. El progresivo avance de esta lucha nos dará los medios materiales y políticos para que podamos, oportunamente, encarar una reorganización del país sobre otras bases sociales y la conquista del poder político para los trabajadores.

Es claro, por otra parte, que ‘el caos’ reina en las filas patronales. ¿Qué otra cosa significa la instalación de candidatos truchos en las listas K de la provincia de Buenos Aires? ¿O que después de junio gobierne un parlamento por el resto del año, que no representará la votación del electorado? ¿O que el principal candidato de la oposición bonaerense se encuentre vinculado con el contrabando de efedrina? ¿O que la oposición patronal vaya dividida, a lo largo del país, en innumerables fracciones? ¿O que el propio oficialismo apenas pueda registrar como propias las candidaturas de seis provincias sobre 24?
Sin embargo, cuando Kirchner reclama para “la Presidenta una mayoría legislativa”, para evitar lo que llama “el caos”, está planteando todo lo contrario de lo que el común de los mortales entiende. Está anticipando que negociará con los ‘opositores’ la formación de una mayoría pactada o, en último caso, un acuerdo para pasar el Bicentenario. Estamos asistiendo a una interna del peronismo, que se parece como dos gotas de agua a las reuniones de la mafia cuando debe decidir los nuevos repartos de territorio. Después de junio, ‘Skanska’ y los ‘fondos de Santa Cruz’, por un lado, se van a juntar con la ‘efedrina’, por el otro, por lo menos en un pacto de emergencia, con toda probabilidad bajo el paraguas del FMI.

Kirchner pronostica tempestades y ciclones si no se vota a sus candidatos truchos, pero mientras ‘polariza’ por este lado, se ha tomado el cuidado también de dispersar sus fichas y apuestas dentro de los límites del juego. Es así que el siempre kirchnerista Alberto Fernández aparece promoviendo al ‘vecino más saludado’, Aníbal Ibarra, quien también gozará del apoyo de Miguel ‘glaciares’ Bonasso, mientras el hombre que se convirtió en banquero gracias a Martínez de Hoz, Carlos Heller (ver periódico Hoy, del PCR), recibe el apoyo de los movimientos transversales K, sin que nada de esto impida la presentación de una lista ‘de la victoria’ promovida por la dinastía ‘inmobiliaria’ de los Santa María. En la provincia de Buenos Aires, el kirchnerista ‘crítico’ Sabatella logró reunir bajo su alero a los ‘principistas’ del SI y al sector sojero de la CTA – Víctor De Gennaro. Como se ve, entre bueyes no hay cornadas. Todos quieren morder un poquito en el próximo pacto del Bicentenario que el operador de los operadores está armando mientras grita que se ‘viene el león’.

En Entre Ríos, el kirchnerista Uribarri irá en una lista común con el duhaldista Busti. En Santa Fe, el kirchnerismo sigue empeñado en acordar una lista con Reutemann. En la elección del 28, kirchneristas y “pejotistas” se disputarán una base social común: la de la patria sojera, contratista e industrial del “modelo productivo”.

El programa de “los siete”

Las patronales ya se están preparando para este nuevo escenario. Después de algunos años, se volvió a reunir el “grupo de los siete”, el cual convoca a la gran patronal industrial, agraria, del comercio y la banca. Trataron de ponerse de acuerdo en un programa para la “futura gobernabilidad”. Precisamente por esto enseguida saltaron las diferencias. Por un lado, Ratazzi (Fiat), que pretende la libre importación de partes para armar vehículos para exportar y que disfruta por el derrumbe de los precios de un insumo tan importante como el acero. Por otro lado, Techint, que responsabiliza a la sobreproducción de China por la caída del 60 por ciento del precio del acero, y que por eso defiende el ‘modelo productivo’ de la ‘sustitución de importaciones’ (chinas). Es por esto que la UIA criticó la operación de canje de pesos por yuanes. El representante de los banqueros en la reunión de “los siete” fue Jorge Brito, uno de los soldados de la “burguesía kirchnerista”. En los mismos días, otros patrones “K”, como Esquenazi y hasta Lázaro Báez, se ocuparon de “coquetear con la oposición encabezada por Macri, Solá y de Narváez (Crítica, 19/4). De repente, la camarilla que gobierna Santa Cruz le abrió espacio en los negocios de la provincia al empresario Costa, el candidato de la UCR. Kirchner aprendió de Lula: “é dando que se recibe” – según reza el aforismo más popular de Brasil. Los cambios que reclama la burguesía para acceder los préstamos del BID y del Banco Mundial, o del FMI, son los que están poniendo en marcha los K, que vienen ‘peleando’ duro para que el BID les afloje enseguida 1.800 millones de dólares.

¿Acaso los patrones se pueden quejar de cómo los K vienen muñequeando frente a las luchas obreras -esto con el invalorable aporte de los Moyano y de los Yasky? Una de las centrales patronales acaba de saludar “la actitud de Cristina frente a los reclamos de la CGT” (Clarín, 24/4) de negarse a aumentar y extender el subsidio de desempleo o a reabrir las paritarias. No es el único punto donde el gobierno se aproxima al programa de los “siete”. En materia impositiva, los Kirchner acaban de disponer aumentos de hasta el 90 por ciento en el monotributo, que afecta a miles de cuentapropistas o trabajadores precarizados, mientras avanza el tarifazo en el gas. Todos estos aumentos sirven para financiar los gastos de rescate o subsidios a los pulpos capitalistas. Los Kirchner han consensuado todas las designaciones de directores del Estado en las empresas privadas, mucho menos de lo que va a hacer Obama en GM o en el Citibank cuando complete la compra de la mayoría de sus acciones. En el caso más conflictivo, el pulpo Techint, la “injerencia estatal” compromete al gobierno a sacarle a Chávez la indemnización de 1.800 millones de dólares pactada por Sidor (Clarín, 17/4). Kirchner dice que los directores estatales están para “cuidar” que ‘los privados’ utilicen bien “la platita de los argentinos”. Seguramente. El Estado capitalista tiene la obligación de que las empresas capitalistas utilicen de la mejor forma capitalista la plata que el Estado les saca a los trabajadores en beneficio de los capitalistas.

Kirchner se extorsiona a sí mismo
El slogan de Kirchner -“si pierdo explota todo”- apunta a preservarlo de una derrota inevitable; después del 28 dirá: “Si no negocio explota todo”. Cree que podrá tener la suerte de Lula, que nunca tuvo mayoría propia en el Congreso y cuyos partidarios acumularon más denuncias de corrupción que los K y, sin embargo, logró que Obama lo proclame ‘o presidente mais popular do mundo’. Claro que en el medio, el capitalismo hizo su declaración de bancarrota.

Pero a diferencia de Lula en 2006, los Kirchner no contarán con el crédito internacional para financiar ese viraje. La bancarrota capitalista está succionando los recursos de las naciones atrasadas. En Brasil y Argentina imperan la fuga de capitales y la crisis industrial.
En definitiva, el adelanto electoral de junio es un episodio menor de una crisis política que supera la capacidad de manejo de los que la protagonizan, porque su telón de fondo es la bancarrota capitalista. Los activistas obreros y populares deben interpretar la campaña electoral como un terreno para desarrollar el trabajo de preparación política, en primer lugar, y de organización, inmediatamente, de los trabajadores, para enfrentar la crisis por medio de una lucha de clases decidida. Por eso llamamos a estos activistas y a sus agrupaciones, allí donde existan y actúen, a trabajar con nosotros, en el marco de una coalición anticapitalista, para capacitar políticamente a los trabajadores para una etapa histórica de luchas revolucionarias.

Jorge Altamira