Políticas

25/9/2003|818

Por qué a Bush le gusta Kirchner

El mensaje que se ha empeñado en difundir el gobierno con relación a la propuesta de renegociación de la deuda externa impaga, que Lavagna acaba de hacer en Dubai, es que Argentina impondrá un descuento del 75% sobre su valor total de 87.000 millones de dólares, convirtiéndola en otra deuda que totalizará solamente 23.250 millones de dólares. La cortina de humo que supone esta presentación de las negociaciones va más allá, sin embargo, de la veracidad de esos números. Como ocurriera cuando Kirchner aseguró que no le pagaría al FMI con las reservas, pero terminó haciéndolo de ese modo al día siguiente, asistimos también aquí a un operativo distraccionista. Nicolás Stock, el presidente de la Asociación de los Inversores en Títulos Argentinos de Italia, la describió de la siguiente manera: “Lavagna es un hombre muy inteligente. Su mensaje está más dirigido al mercado interno argentino que a los acreedores internacionales. Mucha gente pensará que está proponiendo quitar el 75% del valor de las deudas aquí y ahora, y no es así… Muchos inversores, si el FMI vigila la situación, estarán dispuestos a mantener intacto su capital y esperar. El problema, al final, se reduce a una sola cosa: ¿pagará o no Argentina?” (El País, Madrid, 23.9).


“El mercado interno argentino”


La mención del financista a la opinión pública nacional no se refiere, sin embargo, a una mera operación de engaño a la ciudadanía argentina. Ocurre que la propuesta efectuada en Dubai termina de consagrar el gigantesco rescate de los bancos instalados en Argentina que fueron a la bancarrota como consecuencia de la deuda pública que tenían en su poder y de la pesificación. Este recate implica una suma de 50.000 millones de dólares en títulos públicos que fueron entregados a los bancos, en especial por la pesificación asimétrica y seguro de cambio, y a los depositantes agarrados en el “corralito”. “Ayer – informa El País -Roberto Lavagna y Guillermo Nielsen lo aclararon sin ambages: esa deuda no forma parte de la negociación”. El corresponsal español en Dubai comenta: “Tanto el SCH (Santander Central Hispano), como el BBVA (Banco Bilbao Vizcaya) y los grandes bancos que operan en Buenos Aires tienen importantes posiciones en dichos instrumentos financieros – Boden y préstamos garantizados – , por lo que la entidad puede respirar”. Algo más que respirar también, porque una gran parte de los Boden que poseen los compraron a los propios depositantes, que se deshicieron de ellos con un descuento de más del 40%. “Además – sigue El País – , el Gobierno de Buenos Aires prometió que antes de fin de año compensará las pérdidas que los bancos sufrieron por el cambio obligatorio de dólares a pesos en los balances”. Esto, más el resarcimiento por los amparos, podría llevar la suma final del rescate del sistema bancario a más de 60.000 millones de dólares, un 70% del producto bruto interno. La conclusión del diario sorprenderá, entonces, a más de un incauto: “Ahora los bancos comienzan a vivir una luna de miel con Lavagna y su equipo. Y, por elevación, con el Presidente”.


Todo esto justifica la sonrisa de Luzón, el consejero directivo del SCH que se encontraba en Dubai. Los que “temían” que la nueva deuda en concepto de rescate de los bancos también fuera pasada a “default” salieron aliviados. La publicidad que atribuye a la Argentina la intención de aplicar una enorme quita a la deuda impaga ha pretendido encubrir el fenomenal operativo de rescate de la banca internacional en Argentina, que pagará el pueblo argentino, por una suma superior a los 60.000 millones de dólares. La supuesta “quita” esconde su contrario: el salvataje patrimonial de los banqueros financiado con una mayor deuda pública en dólares.


No solamente el rescate beneficia a los bancos en forma directa. Igualmente importante es el reconocimiento integral de la deuda con el FMI, el Banco Mundial y el BID, por 32.000 millones de dólares, sin quita de ninguna clase. En la renegociación con el FMI el gobierno argentino acabará haciendo un pago neto de 800 millones de dólares. El tema es que, según el boletín de inteligencia Stratfor (23/9), los bancos internacionales son los principales acreedores de estas instituciones multilaterales. El “default” con éstas hubiera provocado de inmediato una desvalorización de sus deudas con los principales bancos del mundo.


Ahora se entiende por qué “la Bolsa de Buenos Aires y la cotización del dólar no experimentaron ningún sobresalto” (El País), y también explica las efusivas declaraciones de apoyo de Techint y de Peugeot, los dos grandes pilares del gobierno de Kirchner.


La “quita”, ¿a quién?


“Kirchner puede estar seguro que el FMI y la administración Bush apoyarán su plan de reestructuración de la deuda”, dice Stratfor (ídem). ¿Por qué? Porque “los funcionarios del gobierno argentino estiman que la mayoría de los tenedores de títulos son ahorristas individuales, no bancos grandes – a diferencia de anteriores “defaults” en México, Rusia y Asia – . Esta es una diferencia significativa. Los grandes bancos le extienden créditos al FMI y a otras entidades multilaterales, como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. También cuentan con centenares de ‘lobbystas’ y fiscales en Washington para defender sus intereses corporativos. Si los bancos grandes y los fondos de inversiones poseyeran el grueso de los bonos impagos, tanto el FMI como la administración Bush en Washington se encontrarían bajo presión política para forzar a Buenos Aires a un pago en su totalidad. En ausencia de esto, los bancos reclamarían y probablemente obtendrían alguna clase de mecanismo de rescate del gobierno de Estados Unidos, como ocurrió luego de la crisis de la deuda mexicana en 1995″.


El representante de los bonistas italianos confirma todo esto, al denunciar “a la banca internacional de ‘una gran especulación’ al colocar títulos públicos argentinos entre inversionistas de diversos países” (El País, 23/9). Sin relación con la deuda argentina, un editorial del mes pasado de The Economist atribuye la estabilidad bancaria en el marco de la crisis económica internacional a “la distribución de riesgos”. Dice que “en los últimos cinco años aproximadamente, los bancos más grandes del mundo se deshicieron de sus carteras de créditos vendiendo el riesgo a otros, como las compañías de seguros y los fondos de inversión” – los cuales distribuyeron esos riesgos, a su vez, entre el público (16/8). Stratfor añade que los acreedores individuales tampoco tienen dinero suficiente para financiar un litigio contra Argentina, aunque sí podrían hacerlo algunos fondos especulativos específicos.


Como se puede ver, la propuesta “argentina” está relacionada con una gigantesca confiscación económica, de un lado contra el pueblo argentino y del otro contra los tenedores individuales, que deja completamente ilesos a los bancos y fondos de inversión internacionales.


La gran estafa


Durante mucho tiempo se anticipó que Argentina reclamaría una “quita” del 70% en el llamado “valor presente” de la deuda. El “valor presente” es una estimación de lo que esa deuda podría llegar a valer en el mercado inmediatamente luego de una renegociación que redujera su tasa de interés, alargara su plazo de pago y/o rebajara su valor original o nominal. Como en la actualidad la deuda impaga argentina se cotiza a 35 centavos de dólar, la suposición era que la oferta del Gobierno se adecuaría a un “valor presente” similar, o sea a una “quita” del 60-70%.


La operación “quita” de la deuda externa impaga constituye una garantía de pago de la deuda pública contraída para salvar al sistema financiero en Argentina, de modo que está lejos de responder a un interés nacional.


Pero el comunicado de Lavagna en Dubai habla de algo diferente, de una “quita” del 75% en el valor nominal de la deuda, lo cual llevaría a que los bonos que se emitirían en su reemplazo tendrían un “valor presente” de menos de 10 centavos de dólar, dado que su cobro no sería tampoco inmediato. Todo indica que se envolvió al comunicado con este lenguaje confusionista para conformar “al mercado interno” y también para dilatar el proceso de la negociación, ante la dificultad de hacer una propuesta efectiva. Cualquier juicio por incumplimiento de pago de la deuda sería mejor que aceptar una “quita” de más del 90% en el “valor presente”.


Una propuesta que equivaliera a un “valor presente” de 30 a 40 centavos de dólar sería, sin embargo, también un gran negocio para los bancos, porque supondría nuevos bonos a plazos de 20-30 años que los bonistas individuales no tendrían más remedio que vender mucho antes de su vencimiento, si no de forma inmediata. Los compradores serían los bancos o los fondos de inversión, que obtendrían beneficios extraordinarios aun con una tasa de interés nominal baja. Es lo que ya ocurre con los Boden, que son comprados por lo bancos a los ahorristas argentinos a la mitad de su valor nominal y luego contabilizados al 100 por ciento. Es claro, por lo tanto, por qué Bush saludó con tanto entusiasmo a Kirchner en su visita a la Onu y, por sobre todo, por qué lo animó a seguir negociando la deuda en los términos en que lo viene haciendo.


Sin solución


De acuerdo a la Fundación Capital, fundada por el secretario de Comercio Exterior, Martín Redrado, tampoco una “quita” del 70% “soluciona el problema” de evitar que siga subiendo el endeudamiento externo de Argentina” (Cronista, 23/9). Por el contrario, “obligaría a salir a buscar financiamiento en los mercados por un equivalente al 3.2% del PBI”, o sea por alrededor de tres mil millones de dólares. Esto significa que más allá del superávit fiscal de 12.000 millones de pesos comprometido con el FMI, el gobierno deberá recurrir a nuevas deudas para pagar las contraídas, por eso se habla de “recrear el mercado doméstico de capitales” y volver a meter la mano en las AFJP. Es lo que da a entender el español Luzón cuando dice que “si la recuperación internacional se consolida, en los próximos tres años el gobierno de Kirchner se montará en una ola que ayudará mucho a resolver los problemas”. El SCH alude a una nueva fase especulativa que permita pagar la deuda con nuevas deudas. Pero si esta es la perspectiva, el alargamiento de las negociaciones obligará también a reducir el monto de las “quitas”, porque habrían mejorado las condiciones para pagar con nuevos créditos. Gran parte de la negociación está relacionada, así, con las expectativas en la economía mundial. Por eso, un bonista dice que “muchos inversores estarán dispuestos a mantener intacto su capital y esperar”. Mientras tanto, los jubilados de las AFJP deberán cargar con la “quita” a los bonos en poder de éstas, sin perjuicio para los banqueros que son sus dueños.


Pero el escenario internacional no luce precisamente bien, en especial en materia financiera, debido a los déficits fiscal y comercial norteamericanos, que son monumentales (500.000 millones de dólares) y que tienen como contrapartida un gigantesco endeudamiento del Estado y los capitalistas norteamericanos. El dólar por eso tiene tendencia devaluatoria y las tasas de interés van para arriba. La distribución del riesgo operada por los bancos podría ya no funcionar y podría, al revés, extender las quiebras financieras a toda clase de instituciones y personas.


La renegociación de la deuda argentina plantea un problema insuperable para Brasil, que debe seguir honrando sus obligaciones al ciento por ciento mientras su vecino arregla por menos. De modo que la reestructuración argentina, concebida entre otras cosas para evitar que un segundo “default” derribe a Brasil, podría tener esa consecuencia no deseada. La cuestión de la deuda externa forma parte de una generalizada crisis mundial.


Tampoco resuelve esta renegociación la situación de los bancos en Argentina, a pesar de que apunta por sobre todo a eso. En el acuerdo firmado con el FMI se plantea una reestructuración de los bancos y una nueva ley de quiebras; las dos cosas están ligadas porque muchos bancos tienen un patrimonio negativo (los activos valen menos que los pasivos) y se mantienen en pie por el socorro del Banco Central. La resolución de que contabilicen los títulos en su poder al valor del mercado y no al del valor original, los llevaría a muchos a concurso de acreedores y a la quiebra. Se mencionan los despidos de 10.000 bancarios más.


Conclusión


Lo que se concluye de todo esto es que la tentativa de reconstruir el capitalismo en Argentina sobre principios capitalistas y sobre las viejas bases, implica una sangría sin precedentes y un definitivo retroceso en el nivel de civilización del país. Para poner fin al insaciable mecanismo confiscatorio de la deuda externa es necesario confiscar a los confiscadores: repudiando la deuda externa y nacionalizando el sistema financiero bajo control obrero.