Políticas

4/7/1996|501

Por qué disparan de nuevo sobre Cavallo

El derrumbe electoral del menemismo en la Capital transformó a Cavallo en el chivo expiatorio fácil del desastre. Por los micrófonos radiales desfilaron, a partir del lunes, los políticos del gobierno que pedían la cabeza del ministro. Pero no fueron los resultados electorales los que tienen a maltraer a Cavallo; incluso hay quienes dicen que el hundimiento electoral de Domínguez colocó a Menem en una posición más difícil y más débil para sacarse de encima al mediterráneo.


Página 12 se hizo eco el fin de semana pasado de la versión  de que “Cavallo se fue (por su viaje a México) y no sabe si vuelve (como ministro)”. Antes había ventilado que Cavallo había inducido a Menem a anticipar un falso índice de desempleo para ponerlo en ridículo. Ambito Financiero dice, por su lado, que es  Cavallo quien está promoviendo “un escándalo” con la posibilidad de su renuncia, para mejor suscitar el apoyo internacional y encubrir la serie de delitos en los que se encuentra involucrado.


¿Qué es lo que se puede sacar en limpio de este empiojamiento político?


La posición de Cavallo se ha ido haciendo cada vez más difícil como consecuencia del giro desfavorable de la situación económica. Las cifras publicadas por el estudio Broda con relación a la caída del producto bruto interno de 1995, la establecen en el 10% —el doble de lo anunciado por el gobierno. Este dato equivale a una caída de la producción industrial nunca inferior al 20%, debido a que el retroceso de los ‘servicios’ ha sido considerablemente menor. Pero semejante caída de la producción industrial significa que segmentos enteros de la industria llegaron a una situación de hipotecamiento insuperable. Esto es lo que confirman las elevadas carteras de deudores morosos de los bancos. La herencia de la crisis del ‘95 resulta así una traba descomunal para que tenga lugar una reactivación de la economía. Es lo que el propio Broda da a entender en El Cronista, cuando dice que existe “una reactivación pero no crecimiento”, debido a que la evolución de la inversión es nula.


Es lo que también dice el columnista de La Prensa, Juan Carlos Casas, al afirmar que “la recesión parece no haber concluido todavía”, luego de haber bombardeado durante tres meses con anuncios de recuperación económica impetuosa. El radical Frenkel, en El Economista, asegura que “Economía miente” con las cifras que dio a conocer de reactivación económica. En la parte del informe del gobierno que Frenkel no cuestiona, se revela que el fuerte de esa reactivación es el crecimiento de los depósitos de los bancos, algo que no crea ninguna clase de riqueza sino que redistribuye los capitales entre las distintas ramas de la economía. Pero a pesar de este crecimiento, los capitales privados no entran sino que salen, porque saldan los préstamos que obtuvieron para hacer frente a la corrida bancaria del año pasado. La fuga de capitales se encuentra compensada por el abundante ingreso de divisas que provoca el endeudamiento del Estado, el cual evoluciona a una tasa superior a las necesidades de repago de la deuda externa. Esto significa que el endeudamiento publico está financiando aquella fuga de capital.


Estos datos explican por qué la Argentina se encuentra calificada “entre los cuatro países de mayor riesgo” (The Economist). La recaudación impositiva sigue en descenso y el déficit fiscal hacia arriba; el fracaso del impuesto a la riqueza es un insulto a la mayoría del país y una sonora manifestación del debilitamiento del Estado frente a los intereses capitalistas particulares.


Este fracaso plantea desde hace mucho la necesidad de alterar la política económica, algo que viene haciendo el propio Cavallo en abierta violación del llamado ‘plan de convertibilidad’. Es este fracaso el que conduce a la caída de Cavallo. Pero en el panorama nacional se está agregando otro factor más para esa caída, lo que los consultores llaman el ‘riesgo político’ que encierra la alta tasa de desocupación, o sea la rebelión de los desocupados. Estos factores fueron, precisamente, los que provocaron en su momento la caída de Krieger Vasena (1969), el hundimiento del plan de Martínez de Hoz (1981) y el final de Sourrouille y el ‘plan austral’.


Cavallo se va a ir por el fracaso total del menemismo y del imperialismo —las intrigas palaciegas son el lado menor y grotesco de la historia.