Políticas

6/10/1994|429

Por qué el Pts apoyó a Duhalde

Los dirigentes del Pts dedican su tiempo a jugar a las escondidas con sus ex colegas del morenismo, sean del Mas o del Mst, para probar quién de ellos es más revolucionario con relación a lo que ocurre en México o Brasil, lo cual, gracias a la ignorancia que profesan tanto los protagonistas como sus seguidores, les permite librarse a toda suerte de macaneos. El objetivo de esos macaneos es pretender ocultar la impotencia teórica y práctica propias y captar a algún incauto que se deje atrapar por los fuegos de artificio.


Los campeones de la jubilación “obrera” privada y de la designación de Saddam Hussein como líder de la revolución proletaria en Irak, decidieron llamar a votar en blanco en el plebiscito bonaerense, sin importarles que esto beneficiara única y exclusivamente a Duhalde. Es probable que lo mismo hayan hecho Rico y Alfonsín, que se declararon igualmente adversarios del Sí y del No. La razón esgrimida por el Pts es que todos son iguales, un lenguaje más adecuado para una doncella que para un político.


El punto es que no tiene la menor importancia que el “Cavallo” Alvarez y el “petiso” Duhalde sean lo mismo o no, ya que no corresponde juzgar subjetivamente a uno u otro, sino objetivamente desde el punto de vista de la lucha de clases. La cuestión es que el poder, el Estado y el gobierno se encuentran personificados hoy en Menem y en Duhalde  y que el problema crucial que enfrenta cualquier política obrera es primero, y antes que nada, cómo orienta y enseña a luchar contra el poder, el Estado y el gobierno. Si falla en este punto, es el político revolucionario el que se transforma en “igual” o “lo mismo” que el impotente político opositor, se llame Alvarez o como se llame. No nos vamos a cansar de repetir que lo que el Mas, el Mst y el Pts tienen en común (entre otras cosas, claro) es su férrea oposición a la consigna del PO —Fuera Menem-Cavallo. Aquí se ven las consecuencias.


No solamente Menem y Duhalde representan al poder; también la política de reelección representa la política del imperialismo, de los privatizadores y del reforzamiento de la capacidad despótica del Estado. Nadie puede renunciar a luchar contra esto porque Alvarez sea “lo mismo” que Duhalde. En todo caso, en lugar de luchar contra ninguno es mejor luchar contra los dos, llamando a votar contra Duhalde y desenmascarando a Alvarez. Si la presencia de éste dicta la necesidad del voto en blanco al Pts, esto sólo demuestra que el Pts es un rehén ideológico de Alvarez y un agente político de Duhalde.


La posición del Pts en el plebiscito tiene la enorme utilidad de demostrar que es anti o contrarrevolucionario: se vale de los límites políticos de la oposición como pretexto para evitar la lucha contra el gobierno de turno y el poder existente. Ahora resulta claro por qué el Pts ponía tanto empeño en transformar los planteos de lucha del PO contra el gobierno menemista en supuestas posiciones de complacencia o encubrimiento de los opositores:  para atacar las posiciones de lucha del PO contra el gobierno.


Existe una larga tradición de lucha en el marxismo contra esta clase de impostores, arrancando con la que libró Marx contra Lasalle —un gran político socialdemócrata alemán de mediados del siglo pasado, quien sostuvo la tesis de que todas las clases sociales distintas a la obrera eran “igualmente” reaccionarias, para esconder con sus críticas a la burguesía y pequeño-burguesía opositoras de aquella época, su verdadero pacto con el poder semifeudal de turno, encarnado en el canciller Bismarck.


El Pts ha expuesto un programa que es incompatible con la revolución, el marxismo y el socialismo. Ya hemos demostrado este punto en otras oportunidades; cada nuevo hecho más o menos relevante lo vuelve a confirmar.