Políticas

2/3/1995|439

¿Por qué se entregó el ‘‘Chacho” Alvarez?

La elección interna del Frepaso ha culminado en un penoso y fraudulen­to proceso que dio lugar a los más variadas enjuagues políticos. La elec­ción —posiblemente ganada por el Chacho Alvarez— terminó con la pro­clamación de Bordón como candidato a presidente cuando restaban aún escrutar más de 15.000 sufragios y, efectivamente, había un “empate técnico”.


Claro está que una cosa es el re­cuento de votos de la junta electoral y otra el fabuloso desbarranque político que tuvo el Chacho en la elección, en la que metieron mano varios de los apa­ratos del PJ y la UCR y muchos de los aparates de los caudillos provinciales. No habría que ignorar el papel del clero en la votación bordonista. Poco queda, entonces, de la mentada “par­ticipación popular” masiva de la interna, sino una calculada operación política.


La espectacular votación de Bor­dón en Neuquén, un lugar donde el 10 de abril había arrasado el Frente Grande, tiene una lógica explicación. “En el resultado inesperado por la militancia “chachista” influyó el trabajo aportado por los ‘apa­ratos partidarios’, fundamental­mente por el sector del MPN lide­rado por Felipe Sapag, que puso al servicio del sector bordonista medios de movilidad y votantes de distintos barrios” (Río Negro, 27/2/95).


Similar conducta fue adoptada por los storanistas, para cuyo dirigente Bordón no tiene “techo electoral” por Bussi en Tucumán y por muchísi­mos punteros peronistas de Capital y el Gran Buenos Aires.


El desbarranque del Chacho se produjo en sólo 9 meses. Emergió con una inmensa popularidad de las elec­ciones del 10 de abril, para terminar apoyando la constituyente reacciona­ria y el pacto de Olivos, apoyó la intervención de la gendarmería en Santiago del Estero, se autocriticó de no haber apoyado la “convertibili­dad” cuando ésta entraba en picada libre y, para colmo, se asoció con un hombre de la iglesia y el departamento de Estado, que lo colocó desde el primer día de las negociaciones como su propio rehén político, sometiéndo­lo a todo tipo de chantajes, que termi­naron imponiéndole la candidatura presidencial.


Todos estos actos de Alvarez pro­vocaron una brutal desmoralización en sus seguidores. En los barrios po­bres de la Capital la gente del Chacho no fue a votar, y en los barrios ricos ganó ampliamente Bordón. La juven­tud repudió el acuerdo con Bordón votando “con los pies”. “La osten­sible apatía de la juventud por los asuntos políticos se hizo sentir el domingo y perjudicó ostensible­mente a Alvarez, la asistencia de jóvenes a la consulta fue casi nula y en ese segmento social radicaba la fuerza del líder frentista” (La Nación, 1/3/95).


La búsqueda de un recambio político


La desmesurada insistencia en la “vocación de poder” de Bordón des­cribe de manera formidable la actual crisis política y expresa la búsqueda de sectores burgueses de un recambio político ante el derrumbe del menemismo y la crisis de las candidaturas alternativas.


El propio Chacho planteó: “la gen­te no se equivocó porque para esta coyuntura de una Argentina de emergencia y con una gran crisis económica y social, la expe­riencia de gobierno hacía de Bordón un mejor candidato” (Ámbito Financiero, 1/3/95).


En el cuadro de desbarranque eco­nómico y de fuga de capitales, está en crisis la reelección de Menem e inclu­so su permanencia hasta mayo. Si­tuación similar atraviesan los radica­les, su candidato está jaqueado por una tremenda crisis en su propia pro­vincia y sectores radicales incluso dis­cuten la posibilidad de sacarlo de la fórmula presidencial.


El llamado centro-izquierda entró en desbandada. Se ha puesto de ma­nifiesto una formidable crisis de po­der. Bordón se presenta como el futu­ro socio de los caudillos provinciales que se asociaron a Menem para saquear sus propias provincias, pero que lo abandonarán ante la explosión del plan económico. Los partidos bur­gueses están devorados por la formi­dable crisis capitalista y sin mayor norte frente a una situación que en poco tiempo se tomará explosiva. Hay un enorme vacío político que la iz­quierda debe llenar. Sacar conclusio­nes sobre esta bancarrota de los can­didatos patronales es también plan­tearse la lucha por el poder político de los explotados.