Políticas

17/2/2005|887

Por qué se tiene que ir Ibarra


Algunos quieren “que renuncie Ibarra” por la responsabilidad “última” que le cabe en las fallas de su administración. Para otros, es por ese mismo argumento que Ibarra se debería quedar.


 


Pero en verdad, Ibarra es el “jefe de la banda”. Las denuncias abiertas antes y después del caso Cromañón lo delatan como la cabeza de un método de gobierno, de un sistema político y un régimen social que ha conducido a la masacre de Once. Ha salido a la luz un sistema de coimas institucionales, organizado desde la cúpula del Estado. Denuncias posteriores revelan de qué modo se disputaban la recolección de coimas las diferentes camarillas que sirven de sostén al gobierno de Ibarra. Este sistema de sobornos es apenas el “vuelto chico” que la “corporación política” percibe del saqueo de la Ciudad y de sus trabajadores, cuyas tajadas mayores son los superbeneficios de los proyectos inmobiliarios, de las “industrias culturales” o de las privatizaciones y concesiones.


 


Ibarra ni siquiera puede apelar a la “división de poderes” para deslindar culpas. La Legislatura porteña es sólo una caja de registro de las decisiones del Ejecutivo. Hace años que el debate presupuestario en la Legislatura es una ficción, ya que se han incorporado con carácter permanente los “superpoderes” para Ibarra.


 


La crisis de Cromañón también reveló hasta qué punto se manipularon en la Ciudad los nombramientos de jueces.


 


Este unicato “progresista” ha sido armado con el concurso de Macri: en la Ciudad tenemos a un vicejefe de gobierno “con licencia”, lo que permite que un macrista –Santiago de Estrada– presida la Legislatura. Los organismos de “control” –como la Auditoría y la Defensoría– son manejados por ibarristas y macristas.


 


Ibarra es la cabeza de este cogobierno. Sin esta comprensión, la renuncia de Ibarra quedaría reducida al nivel de una remoción ministerial. Pero a la luz de ella surge, también, la insuficiencia del planteo de que se vaya Ibarra y la necesidad de una completa reorganización de la Ciudad. Con Ibarra, deben irse los Telerman, los Alvarez y disolverse también la impotente Legislatura de Macri. Una nueva asamblea de representantes electos debe reestructurar integralmente a la Ciudad, con el voto de los trabajadores de la Ciudad, no solamente de los vecinos.