Políticas

3/11/1994|431

Por una Conferencia Nacional de la Izquierda

Un conjunto de organizaciones políticas “autoconvocadas” se acaba de dar el objetivo de “aprobar el programa y decidir la posibilidad de una propuesta y candidaturas electorales”.  El documento de los autoconvocados propone establecer una “verdadera oposición al plan de hambre y entrega de Menem-Cavallo”, lo que significa reconocer que esa oposición no existe hoy, sea de parte de la CGT como de los “opositores” de la burocracia del CTA-MTA. Los autoconvocados, entre los que se encuentra el Partido Obrero, se diferencian de las variantes “prolijas”, es decir pro-Cavallo, como la que encabeza el Chacho Alvarez.  En estas condiciones, aunque el documento no lo diga, se plantea la posibilidad de constituir un frente combativo y de izquierda.


Es evidente que en la intención de formar un frente está presente la enorme impasse en que se encuentran las masas, como consecuencia de la bancarrota de sus burocracias tradicionales, en momentos en que se agudizan las contradicciones del plan económico y en que podría producirse una quiebra de todo el esquema del gobierno. No se puede ignorar tampoco la fuerte desilusión que han provocado los pronunciamientos del “Cavallo” Alvarez entre la pequeña burguesía centroizquierdista y democratizante. Tampoco hay que desconocer el revés que han sufrido los sectores “patrióticos” y “nacionalistas” ante el anunciado pasaje de Rico al menemismo, impugnando una vez más  las tesis que adjudican posibilidades revolucionarias a los caudillos militares, que para colmo salen de las entrañas del ejército videlista.


Sintomático del impulso de esta nueva tendencia frentista es la aparición de propuestas de programa, lo que indica el comienzo de una discusión. Una buena parte de las organizaciones autoconvocadas formaron el frente justicialista con Menem, en 1989, luego participaron de los procesos de formación del Frente del Sur y del Frente Grande, más tarde llamaron a votar en blanco en la Constituyente y en octubre pasado integraron un frente por el No en la provincia de Buenos Aires. Se trata de una evolución hacia la izquierda, dictada por el derrumbe de experiencias sucesivas, más que por una evolución en las ideas o los programas.


Contra el golpe de Cavallo


Aunque los autoconvocados forman parte, en su mayoría, de las organizaciones que luchan cotidianamente contra el gobierno y su política, es indudable que su planteo tiene una connotación fundamentalmente electoral. En el caso del Mst, para dar un ejemplo, ha hecho el eje de su política en la candidatura de Santillán, cuando el eje objetivo y real de la política del país pasa por la crisis del plan Cavallo, por el intento del gobierno de aplicar un golpe de estado financiero y por la creciente movilización popular, que puede convertirse en una confrontación general a corto plazo.


Una oposición “verdadera” al “plan de hambre y entrega” debería comenzar por convertir a la lucha contra el golpe de Cavallo y su Presupuesto ’95, en una bandera de intensa agitación y movilización, reclamando incluso que se retome la Marcha Federal y se impulse un paro activo. En la última reunión de los autoconvocados estuvo presente una delegación de la CNEA, lo cual constituye un síntoma de la tendencia que se reclama a las organizaciones que allí se agrupan. Entendemos que la primera tarea que debemos encarar los autoconvocados es la organización de una manifestación contra el presupuesto 95 y por la expulsión de Cavallo y su enjuiciamiento penal y popular.


Por una Conferencia Nacional


No es suficiente que se forme un bloque de organizaciones, es necesario que sirva de reagrupamiento político para innumerables luchadores y trabajadores. Se trata de organizar un frente de lucha, que sirva como un factor de movilización.


Dentro de los autoconvocados, varias organizaciones postulan la formación de un “frente patriótico”, es decir que contemple las reivindicaciones de la burguesía nacional y por sobre todo que tenga a los representantes de ella en la dirección del frente. No ha servido de nada la experiencia con Menem y Rico, o antes con Isabelita y compañía. Aunque nos separa de estas organizaciones una caracterización diferente de la burguesía de los países atrasados y de la relación con ella de la clase obrera, lo que los autoconvocados deben resolver es si tendrán a su cabeza a las organizaciones que luchan y a sus representantes, o si entregarán el liderazgo del frente a los carreristas políticos,  sean  estos burgueses o “proletarios”.


No se puede desconocer que planea la posibilidad de que Solanas y el partido comunista pretendan entrar al nuevo frente, luego de su descomunal fracaso en el FG e incluso luego de haber votado la intervención a Santiago, votado la Constitución e integrado el bloque parlamentario con Bordón. Querrán hacerlo, no en calidad de militantes, sino con candidaturas aseguradas.  En este caso no tendríamos un frente ni patriótico ni de izquierda sino de arribistas; bastaría que el frente fuera encabezado por luchadores, para tener un frente de izquierda, es decir un frente que lucha por las reivindicaciones antiimperialistas y sociales  con los métodos propios de la lucha de clases.


La posibilidad de que un frente impulsado por los autoconvocados pueda transformarse en un fenómeno de masas, no depende de alquimias o combinaciones electorales, sino de una política  común clara y combativa. Es altamente signficativo que el retroceso del Frente Grande comenzara a partir del momento en que se pronunció en apoyo de Cavallo.


En las condiciones descriptas, consideramos como la variante más rica y favorable para un frente de izquierda que la discusión de su programa y la selección de sus candidatos tengan lugar por medio de asambleas y de una conferencia nacional, convocadas sobre la base de un acuerdo frentista de conjunto.