Políticas

23/6/1993|394

¿“Por una nueva dirección ”?

En las propuestas programáticas del Mas y del Mst se plantea el reclamo de una nueva dirección del movimiento obrero. Esta expresión es desconocida en la literatura obrera marxista, en especial de la IVº Internacional, cuya política para los sindicatos siempre ha planteado la necesidad de una “dirección revolucionaria”. A diferencia del sindicalismo reformista, la política revolucionaria concibe a los sindicatos como un instrumento de la movilización de masas contra el Estado capitalista. El agotamiento de los sindicatos reformistas y burocráticos, que se manifiesta en su vaciamiento, tiene que ver con la enorme centralización del Estado y del capital en la época imperialista que ejercen una presión irresistible sobre las direcciones tradicionales. Cualquier dirección que acepte los marcos capitalistas y la legalidad imperante para las reivindicaciones sindicales está condenada al fracaso, no importa que sea “vieja” o “nueva”. La nueva generación obrera se tiene que formar en la convicción de que debe construir una dirección revolucionaria.


Son pocos los que han percibido la importancia práctica de esta divergencia o su significado político directo. Pero ocurre que en Argentina buena parte del movimiento sindical ya está dirigido por una “nueva dirección”. La inmensa mayoría de la oposición a la burocracia cegetista de la década del 70, hoy “ha llegado al poder” (expresión del Informe al Vº Congreso del PO, febrero de 1992). Piccinini, Mary Sánchez y hasta De Gennaro; Varone y Esquivel, de Foetra, en un período más reciente; el conjunto de direcciones del CTA, por ejemplo en provincias como Córdoba o Neuquén; Piccone de la UTPBA  u Ongaro del Sindicato Gráfico; todos estos eran opositores hasta bien avanzada la década del 80, y llegaron luego a las direcciones de los sindicatos en calidad de “nuevas direcciones’, incluso antiburocráticas. Cualquiera puede constatar, sin embargo, que la cúpula de estas nuevas direcciones está a la derecha de la propia CGT, entre otras cosas porque los Miguel y compañía son burócratas prácticos al viejo estilo, en tanto que la “nueva dirección” tiene un fuerte componente ideológico, algo que la lleva a un exceso de sobreestimación, de apología y hasta de servilismo frente al capital. La explicación para esto es que las “nuevas direcciones” se burocratizan más rápidamente de lo que lo hicieron las “viejas” en sus comienzos, lo cual se debe a la mayor agudización de la Impasse del capitalismo.


A la luz de la experiencia con esta “nueva dirección”, que carnereó el paro del 9 de noviembre pasado, que entregó la huelga docente; que pactó con el clero la ley de educación; que apoya en sus estatutos la jubilación privada y que apoya la disposición legal de eliminar el 82% y elevar la edad para jubilarse; a la luz de esto, es una de su obstinación pretender seguir con la muletilla morenista de la “nueva dirección”, y por sobre todo un síntoma seguro de “nuevas” capitulaciones ante estas “nuevas direcciones”.