Políticas

3/4/2016

Porqué el diario La Nación ataca a la izquierda

El editorial esquiva, sin responder, el aserto de que Obama sería “el rostro humano del estado imperialista” y pasa a reivindicar la dimensión universal de la democracia estadounidense. Con este movimiento de cintura evita abordar la responsabilidad del imperialismo yanqui en la instalación de siete dictaduras militares en América del Sur desde 1964 hasta 1989, y la responsabilidad no menor en la instalación de democracias sucesorias que aceptaron la continuidad de las normas legales creadas por esas dictaduras


Nota publicada en https://www.facebook.com/jorge.altamira.ok/posts/547433132104219


 


Los dueños de La Nación no han escarmentado con la repulsa que provocó, en especial entre sus trabajadores de prensa y sus columnistas más destacados, un reciente editorial del diario que reclamaba el dictado de una amnistía por los crímenes cometidos por la dictadura militar, retomando un proyecto militar-justicialista del año 1983. Recientemente (31/3), otro editorial la emprende, esta vez, contra lo que llama “la izquierda retrógrada” por las manifestaciones de repudio de ella a la llegada de Obama a Argentina. Tenemos así a uno de los medios de prensa que apoyó a todas las dictaduras militares desde 1955, incluida por supuesto la dictadura genocida, dando lecciones de democracia a la única corriente política que las combatió sin desfallecimientos, o sea a través de varias generaciones.


Dos décadas y varias dictaduras


La finalidad declarada del editorial es celebrar lo que llama “la gran oportunidad” que ofrecería el gobierno de Macri y su asociación política con Estados Unidos. Arranca minimizando el alcance popular que tuvo el repudio a la gestión de Obama en Argentina, pues ni siquiera menciona a la marcha gigantesca del 24 de Marzo, que reunió aproximadamente a cien mil personas. Una de las consignas más representativas de la manifestación la constituyó el rechazo al acuerdo usurario con los fondos buitres y a Obama. El editorial esquiva, sin responder, el aserto de que Obama sería “el rostro humano del estado imperialista” y pasa a reivindicar la dimensión universal de la democracia estadounidense. Con este movimiento de cintura evita abordar la responsabilidad del imperialismo yanqui en la instalación de siete dictaduras militares en América del Sur desde 1964 hasta 1989, y en la responsabilidad no menor en la instalación de democracias sucesorias que aceptaron la continuidad de las normas legales creadas por esas dictaduras; de los compromisos internacionales (en especial el reconocimiento de deudas externas contraídas por autoridades no electas); y del aparato del estado, incluido el poder judicial que había refrendado la anulación de la Constitución Nacional y todas las arbitrariedades y crímenes de los gobiernos militares. El ilustrado editorialista evita, ni qué decirlo, las innumerables intervenciones militares de Estados Unidos en América Latina; el despojo de una nación entera, Puerto Rico, y hasta la cooperación política-militar decisiva de Estados Unidos con Gran Bretaña en la guerra de Malvinas. Estos atropellos fueron ejecutadas por un arco de gobiernos que cubre toda la gama de expresiones faciales: el más humano de todos, F.D Roosevelt tuvo a su cargo la instalación de la sangrienta dictadura de Somoza en Nicaragua, con el singular argumento de que Somoza era “our son of the bitch”. Cuando hoy un juez de distrito de Nueva York puede imponer un embargo general contra Argentina, en todas las jurisdicciones ajenas a Estados Unidos, para respaldar el reclamo de fondos buitres, ¿de dónde podría sacar La Nación el argumento de que esta relación semi-colonial ha sido superada? Tan lejos de semejante exabrupto se encuentra la realidad, que la finalidad principal de la llegada de Obama -como antes la de Hollande y Renzi -ha sido respaldar la decisión de todo el arco político oficial del país (incluida la mayoría del FpV) de pagar a esos usureros y extorsionadores. Por una colocación de deuda de u$s20 mil millones, principalmente en bancos norteamericanos, cualquier mandatario es capaz de pintarse un “rostro humano”.


Abraham Lincoln y el general Mitre


La Nación despliega, es cierto, argumentos más sofisticados en su editorial. Con discapacidad absoluta para encontrar un rastro de democracia en el país en que integra su clase dominante, el editorialista desafía a la izquierda a que señale una democracia más desarrollada que la de Estados Unidos -que preside Obama. Admitimos que aquí tenemos que tirar la toalla – pero con varias salvedades. Estados Unidos alcanzó ese estatus histórico con métodos propios de la “izquierda retrógrada”, no con los del editorialista. Estados Unidos alcanzó su desarrollo democrático como consecuencia de la guerra revolucionaria que el norte del país, la clase obrera y los negros de todo su territorio desataron con feroz impiedad contra los esclavistas del sur y el imperialismo británico. Un film de Tarantino ilustra la profundidad de ese antagonismo social. La I Internacional y Carlos Marx intercambiaron cartas de apoyo con el presidente Abraham Lincoln. Como herederos de esa tradición, los izquierdistas del Partido Obrero tenemos mayores derechos adquiridos que La Nación. ¿O no fue acaso por esa misma época que la Triple Alianza sudamericana, la primera triple A, constituida por Argentina, Brasil y Uruguay, emprendieron también una guerra, pero de características históricas inversas, contrarrevolucionaria, para aniquilar la independencia de Paraguay (y al país mismo), echándole el candado a cualquier posibilidad a América del Sur de iniciar un desarrollo similar al de América del Norte? Bartolomé Mitre fue el anti-Lincoln.


Police State


Han pasado, sin embargo, 150 años de la guerra de secesión. De acuerdo a un recordado editorial de The Wall Street Journal, que investigó la duración en el cargo de los senadores norteamericanos, el régimen político de Estados Unidos no es una democracia sino una oligarquía; la financiación de la campaña electoral en curso será de ¡u$s mil millones! Mientras Lincoln se había opuesto, en 1848, a la conquista de México, en la actualidad Estados Unidos tiene miles de bases militares “all over the world”; invade países como si fuera turismo; tiene centros clandestinos de torturas en numerosos países; y ha creado en Guantánamo un régimen penal de excepción, ¡avalado por la Corte Suprema!, pues puede violar todas las leyes norteamericanas y también el debido proceso. Estados Unidos tiene la mayor población carcelaria del mundo por habitante, lo cual es una confesión de delito cuando ocurre en el país más rico del mundo. La mayoría de esa población es negra -demostrando que la emancipación de los negros necesitará una segunda revolución. La policía estatal está militarizada, posee armas de guerra y sigue protocolos de ejército ocupante. El gatillo fácil contra los jóvenes goza de mayor impunidad que en Argentina – lo que, admisiblemente, no es poco. La democracia norteamericana reúne las principales características de un Estado policial.


Carter y Martínez de Hoz


Nosotros, la izquierda y el PO, conocemos muy bien el cambio que introdujeron los enviados del gobierno de Carter a Argentina, a partir de 1977. En la lucha por rescatar a compañeros secuestrados, hemos recurrido a diversos medios: desde la amenaza de la FUA de Francia, por ejemplo, de ocupar la embajada argentina si la dictadura no liberaba a Pablo Rieznik, hasta gestiones ante Patricia Derian. ¿Pero qué pincha La Nación en todo esto? El giro de Carter fue parte de una presión para que la dictadura, las cerealeras y la burguesía agropecuaria dejara de vender trigo a la URSS y se sumara al boicot por la invasión de Rusia a Afganistán. Es decir que la clase dominante criolla, con Martínez de Hoz ‘en tëte’, era pro-rusa y anti-Carter. ¿O no es bueno recordar este antecedente ahora que la mujer de Obama le hace mimos a la de Macri, porque su marido pretende esmerilar la penetración económica de China? La Nación no puede reivindicar las gestiones de Carter: en la época, fue su adversario político. ‘Voilá’.


Cuidemos a Macri”


En Argentina, como en todos lados, la política oficial ha tomado el hábito de la Alta Costura: cambia de ropa con el cambio de estación. La izquierda actúa en política en base a una caracterización histórica y a una estrategia. Un presidente afroamericano no modifica, por su color de piel o por su discurso pausado, el carácter del estado norteamericano – basta preguntarles a los afroamericanos-, del mismo modo que la gestión de CFK no mejoró, al revés, la situación de la mujer. Si Obama no fungiera como representante del capital financiero y como agente de viaje del imperialismo, ya habría sido sometido a un “impeachment”.


El editorialista de La Nación no lee a los columnistas de la sección económica del diario: Obama vino de apuro a otorgar un respaldo político al mayor desfalco de la historia financiera de Argentina y a la mayor violación del derecho comercial internacional. Vino a dar el respaldo político al gobierno que realiza ese desfalco y a presionar para que mantenga ese apoyo al arco político ‘opositor’. El endeudamiento desenfrenado iniciado por el macrismo es sólo el preludio del próximo ‘defol’: financiar déficit fiscal con deuda internacional es una receta segura para la quiebra. Esto ocurre cuando se desarrolla un fuerte retroceso del comercio internacional, así como una fuerte presión proteccionista (acero). La firmeza política que ha demostrado la izquierda en este episodio, así como la que ha demostrado frente al conjunto de la situación política, y las decenas de miles que fueron a Plaza de Mayo, anuncian la emergencia de una alternativa socialista para nuestro país y América Latina.


Jorge Altamira, 2 de abril